domingo, 9 de octubre de 2011

Primera sábado




Sábado. Fin de semana largo. Llueve. Algún que otro trabajo pendiente. Insoportables, todos. Nada que no pueda esperar. Siesta o cine. Cine. Me hago un programa doble de súper acción para recordar matinées del viejo Teleonce o de los cines Select, Mayo, Máster, Belgrano o Cervantes. Elijo bien. De casualidad o por necesidad. Arranco con Night train to Munich, un film de 1940 de Carol Reed. Una delicia. De aventuras con oportunos y bienvenidos toques de humor. Cuando los nazis invaden Checoslovaquia, Axel Bomash, un científico y su hija Anna (Margaret Lockwood) deben huir a Inglaterra. Él alcanza el avión, pero la hija es detenida y enviada a un campo de concentración donde, huelga decirlo, la pasa más que mal. Conoce a un prisionero, Karl Mansen (Paul Henried) con quien escapa y llega a Londres. Pero hete aquí que Karl es de la Gestapo y ayudó a escapar a Anna para saber dónde está su padre, secuestrarlos a ambos y llevarlos a Alemania. Cosa que ocurre a pesar de la vigilancia de Gus Bennett (Rex Harrison), quien queda con la sangre en el ojo y decide traerlos de vuelta a como dé lugar. Se hará pasar por un mayor nazi y… En un momento clave de la trama requerirán la ayuda de un par de turistas ingleses, Chartres (Basil Radford) y Caldinott (Nauton Wayne) que dan un respiro cómico inolvidable. El final es de un gran suspenso, muy pero muy bien manejado. Casualmente o no tanto, habrá ecos de este final en una de mis películas favoritas: Donde las águilas se atreven. Paul Henried antes de su desembarco en Hollywood está bárbaro, pero el show lo da Rex Harrison, lo que hace con la voz es ma-ra-vi-llo-so.



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