lunes, 27 de febrero de 2012

Dos reyes de la comedia

Mel Brooks y Carl Reiner

El verdadero

El verdadero astro de la noche luce su elegancia en la alfombra roja: UGGIE!!! No creo que El Artista hubiera ganado el Óscar a la Mejor Película sin su participación.

Desde el jardín

Jean Dujardin, el ganador del Óscar como Actor Protagónico, según el siempre divertido y talentoso Stanley Chow.

Justicia


Y se hizo justicia. FINALMENTE el gran Christopher Plummer obtuvo su Óscar. Era hora. Lo ganó cada zapallo...

sábado, 25 de febrero de 2012

Campaña desesperada



Este domingo es la entrega de los Óscars. La Academia en un intento desesperado por levantar los ratings de la ceremonia, que vienen en caída libre, lanzó una campaña publicitaria que roza el chantaje emotivo.

Se llama Celebremos el cine y tiene como lema: “Hay un poquito de las películas en todos nosotros”.

Se trata de 40 o 50 afiches distintos con imágenes de otras tantas películas icónicas que permearon el inconsciente colectivo.

Como buen fanático del cine, de los 50 afiches, hay 40, 45 que me pegan fuerte. Como Casablanca, El toro salvaje, Cantando bajo la lluvia, De aquí a la eternidad, Una Eva y dos Adanes, Annie Hall, La novicia rebelde, Corazón valiente, etc. Entre los que a mí al menos no me pegan están Top gun, Dirty dancing, etc.

Como no puedo postear 40 afiches, debo elegir uno como muestra. Opto por el de Cabaret. Por el más sencillo y sincero de los motivos: mi vida es mejor gracias al Cabaret.
Sally Bowles (Liza Minnelli) lo expresaría de otro modo, sacudiría sus uñas pintadas de verde y diría: Divina decadencia.

viernes, 24 de febrero de 2012

Maggie y el Óscar

Maggie Smith sobre el Óscar:
No, no es de oro. Es muy pesado. Sin duda puede ser muy útil para defenderse si entran ladrones.

Se la ve aquí con Michael Caine en una escena de California Suite, por la que ganó su segundo Óscar.

martes, 21 de febrero de 2012

¿Por qué no?


El cartel dice: Desde los ochenta los video games enseñan inglés mejor que los profesores de inglés.
Asumamos que es cierto y dejemos que jueguen en clase mientras nosotros leemos The great Gatsby o algún otro gran libro. Por fin alumnos y docentes haríamos sin conflicto algo que es bueno para todos.

sábado, 18 de febrero de 2012

Los peligros de pasear el perro



Domingo a la mañana. Es temprano. No me caí de la cama. Perrito me despertó instándome a que lo saque. Me mal peino, me pongo unas bermudas, me calzo las ojotas, le pongo el collar y la correa y salimos.

No estoy despierto del todo, no me importa, con un poco de suerte me volveré a dormir. No hay nadie en la calle. Perrito no hace sus necesidades de inmediato, necesita inspiración, olfatea pastos, persigue olores hasta que hace lo que tiene que hacer.

Procuro seguir en estado zombi, pero sin quererlo me acuerdo de lo que espera en el día: la traducción de mierda de un infocomercial y la actualización de los exámenes que tomaré en la semana.  Me pierdo en las lamentaciones de mi poca suerte y mi aciago destino, mientras Perrito se concentra en sabrá Dios qué aroma hay oculto en un trozo de pasto de la rambla.

De repente, un perro negro grandote tiene a Perrito agarrado del cuello y percibo que dos perros marrones están a mi espalda, al acecho. No sé si les ha pasado a ustedes, pero en las situaciones de peligro siento como si el tiempo se ralentizara, como si los hechos se desarrollaran en cámara lenta. Mi cerebro, lento por naturaleza, se toma siglos para reaccionar en un apuro.

De un recóndito rincón de mi cabeza surge algo aprendido en mi lejana infancia en Catamarca. No pateo las costillas del perro negro. No. Barro con mi pie y mi pierna sus patas traseras, siente que pierde equilibrio y suelta a Perrito. (Si querés que un perro suelte algo que tiene en la boca, levantale las patas traseras y lo soltará). Tiro de la correa, levanto a Perrito por el aire, Perrito ayuda pataleando y termina junto a mi costado izquierdo, sostenido con firmeza por mi brazo. El perro negro se dispone a atacar otra vez y esta vez casi liga la patada en las costillas, se hace a un lado justo a tiempo. Los perros a mi espalda ladran amenazantes. Desprendo la correa del collar y la uso como látigo hasta que los tres perros se van. Se reúnen con otros cuatro perros que esperaban en la vereda de enfrente. Son una jauría de siete perros de la calle que viven en la playa de estacionamiento de la remisería de la vuelta. Hasta ahora con Perrito nos mantuvimos a respetuosa distancia, es la primera vez que se meten con nosotros.

Pasado el primer susto, reacciono verbalmente y los insulto, mientras me alejo con Perrito en brazos. En la esquina me cercioro si Perrito está bien. Lo está. Ni un rasguño. La buena alimentación, el ejercicio diario y la tupida  pelambre ayudaron. Está tan fuerte como un toro, gracias a Dios. Pero está asustadísimo, como yo, tiembla, no como yo, que no tiemblo, pero casi. Perrito quiere volver, lo acaricio hasta que se tranquiliza y continuamos el paseo. Por suerte no elabora un trauma, se olvida y hace sus necesidades.

Moraleja: No te pierdas en quejas y lamentaciones, puedes no ver un peligro o un infortunio que se te viene encima y que puedes evitar o combatir.

Fue un nuevo capítulo de Zen al paso.
Siga con nosotros. No se pierda un nuevo capítulo próximamente en su pantalla.

jueves, 16 de febrero de 2012

El círculo Tintín


Las aventuras de Tintín – El secreto del Unicornio fue la primera película que vi en el cine en vacaciones y decido que sea la última que vea en vacaciones. Más allá de mi voluntad de cerrar un círculo, el azar así también lo decide: es el último día que la dan. Hay dos horarios, imposibles ambos: al medio día y a las cuatro menos cuarto. Elijo el del mediodía, más tarde estaré tomando exámenes.

Disfruto cada segundo como si me fuera la vida. Podré disfrutarla en DVD, en el cable, pero será la última vez en el cine. A no ser que los astros se alineen para tal fin, es difícil que la reestrenen y algunas películas se disfrutan más en el ámbito para el que fueron creadas: una sala de cine.
Salgo al calor abrazador de la calle con una sonrisa. Renovado. Mientras me dura el efecto de la película, el mundo parece un lugar habitable.

miércoles, 15 de febrero de 2012

De regreso


De regreso a las trincheras del saber, ¡para tomar exámenes! ¡No puedo con tanta felicidad!

martes, 14 de febrero de 2012

The Caine Bogart Connection



Michael Caine idolatra a Humphrey Bogart.

Humphrey Bogart en 1954 dio una de sus mejores actuaciones en El motín del Caine. La escena en la que se desarma en el juicio es antológica.

Michael, después de participar en la guerra de Corea, regresó a Inglaterra en 1955 e inició su carrera actoral. Su verdadero nombre es Maurice Joseph Micklewhite. Su agente del momento le sugirió que buscara un seudónimo. El nombre resultaba difícil de recordar. Michael salió de la entrevista, se sentó frente a la calle de los cines, vio la marquesina de El motín del Caine y no lo dudó. A partir de ese instante sería Michael Caine.

En 1966 cuando Michael llegó a pertenecer a la elite dorada de Hollywood por Gambit, Bogart ya no estaba entre nosotros, había muerto en 1957. Invariablemente, a medida que conocía a los que habían trabajado con Humphrey, les pedía que le hablaran de él. Dice que conocer a su viuda, Lauren Bacall, fue uno de los momentos capitales de su vida.

John Huston dirigió a Bogart en El halcón maltés (1941), A través del Pacífico (1942), El tesoro de Sierra Madre (1948), Cayo Largo (1948), La reina africana (1951) por la que Humphrey ganó un Óscar, y La burla del diablo (1953).

En 1974, John Huston armaba el elenco para El hombre que sería rey y se reunió con Michael Caine. Bastó que Huston dijera que era un viejo proyecto que alguna vez habían barajado con Humphrey, para que Michael aceptara de inmediato, despreocupándose de las condiciones contractuales, los tiempos de rodaje o las incomodidades de las locaciones. Tampoco le importó que el personaje que supuestamente haría Humphrey recayera en su amigo, Sean Connery, aunque Huston le aseguró que Bogart había decidido que elegiría cuál de los dos protagonistas haría una vez que el guión estuviera listo, y como nunca estuvo listo, la elección final era un misterio. A Michael le alcanzaba con estar en un proyecto que alguna vez había sido de Bogart.
El hombre que sería rey (1975) es una de las mejores películas de John Huston y una de las mejores de la carrera de Caine. Él, Connery y el fabuloso Christopher Plummer dieron actuaciones inolvidables.

lunes, 13 de febrero de 2012

Uggie



Veo The artist y como todos, incluidos los que detestan a los perros, no es mi caso, claro, me entusiasmo con la sensacional actuación de Uggie, el Jack Russell terrier que hace del mejor amigo de la estrella.

Googleo y descubro que ganó el Palm Dog Award en Cannes el año pasado. Al principio me parece una cargada o una nota simpática por parte del jurado hacia el genial actor de cuatro patas.
Pero no, descubro que desde 2001, la asociación internacional de críticos entrega ese premio a las mejores actuaciones caninas, reales o animadas, de las películas que se presentan en el festival. Mirá vos.

sábado, 11 de febrero de 2012

The Bogart Connection



Humphrey Bogart, al margen de ser un ícono cinematográfico internacional, es un actor de actores. No debe haber actor que no haya visto Casablanca y no haya deseado lograr alguna vez lo que consigue Bogart. Ambición o envidia ejemplificada en el elogio que le tributara nada más ni nada menos que Raymond Chandler: a Bogart sólo le basta entrar en cuadro para quedarse con la película.

Uno de mis placeres es leer biografías de actores, y si son autobiografías, mejor. En este momento, deletreo, para que me dure más, la segunda autobiografía de Michael Caine: The Elephant to Hollywood.

Al leer biografías y autobiografías de actores, descubro que muchos, o casi todos mis actores favoritos, comparten conmigo la idolatría por Bogart.

Me propongo entonces iniciar una serie de artículos, que titularé The Bogart Connection, en los que consignaré la importancia que tuvo Bogart para los actores.
Confieso que el título lo saqué por escuchar la banda de sonido de la película de los Muppets, en la que vuelven a cantar uno de sus hits: The rainbow connection. (Las obsesiones por dispares que sean terminan mixturándose)

jueves, 9 de febrero de 2012

El día que fui Spielberg


A los profesores de secundario se les pone sobrenombres. Chocolate por la noticia.

No quisiéramos enterarnos de cuáles son, pero a veces no queda más remedio, no somos sordos.

Superado el shock, descubrimos que unos son imaginativos, otros abiertamente insultantes y algunos de una crueldad tan manifiesta como para enviarnos a terapia de por vida. Y en raras ocasiones, amables, y si lo pensás bien, hasta cariñosos.

Hace dos años, me llevé una grata sorpresa. En esa época usaba siempre un gorro con visera, me estaba dejando crecer el pelo y como no estaba aún lo suficientemente largo  para atármelo, el gorro mantenía la parva más o menos bajo control.

Tarde de martes, mi día fatídico de la semana. Llego a la escuela y escucho que uno de los alumnos protesta por mi asistencia y dice: Cagamos, vino Steven. Ya en la clase, le pregunto por qué me llamó así. El alumno en cuestión me pide que lo olvide, y otro lo insta a que me cuente, que no me va a ofender. Entonces el primer alumno dice: Porque con la gorra, la barba y los anteojos se parece a Spielberg. Me rio y confirmo que no me ofende, que a decir verdad me halaga.

Para contrastar tendría que contar qué otros sobrenombres recibí a lo largo de mi carrera docente, pero para qué. Por una vez que nos tocó una buena, disfrutémosla.
Ilustración: Steven Spielberg fotografiado por Annie Leibovitz, 1994.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Jessica



Hablábamos hace unos días de las chicas que casi lo lograron. Jessica Chastain tiene todas las fichas para llegar a la meta. Le costó entrar, pero su desventaja a la larga fue el número faltante para cantar bingo. Los directores de reparto temían incluirla porque consideraban antigua a su belleza. No la atribuían a los parámetros del siglo XIX o XX, sino a los de la pintura clásica de los siglos XVI y XVII. Al Pacino la vio como Desdémona en un Otelo en el que Philip Seymour Hoffman era Yago, y la llamó para que fuera Salomé en una película todavía inédita sobre la obra de Oscar Wilde. Y una cosa trajo a la otra. Pacino la recomendó a Terrence Malick para que le tomara una prueba para El árbol de la vida. Sean Penn habló bien de ella y el carrusel siguió girando.

De repente parece estar en todas las películas interesantes de la temporada. La vi como esposa de Brad Pitt en ese bodrio insoportable de El árbol de la vida, perdón en ese film inusualmente ambicioso, en el que sin duda era, junto con los chicos, lo mejor de esa interminable ordalía que duraba como tres horas que parecían días. Después me deslumbró como la rubita segregada en Historias cruzadas. Sencillamente la amé. Y no sólo yo, la nominaron para el Óscar como mejor actriz de reparto por ese trabajo. Después la vi en Take shelter de Jeff Nichols, una interesante reflexión sobre religión y locura. Hace allí de esposa del excelente Michael Shannon. Como vemos, la chica está condenada a esposa perpetua, pero como los maridos se las traen, ser esposa es de lo más productivo para una actriz talentosa e inquieta. Ahora acabo de verla en The debt, un atrapante thriller de John Madden en la que hace el personaje de Helen Mirren de joven, el máximo elogio que puedo tributarle es que está a la altura de la Mirren, ¡hay que estar a la altura de la Mirren!

La chica cumplirá 31 años el 29 de marzo, pero se prepara a dar batalla. Declara que no debería preguntársele a las actrices la edad, que tienen la edad de los papeles que representan, que ella en el mismo año fue una adolescente y una mujer de cuarenta. Es una estrategia inteligente, porque como es una vegetariana estricta, sin vicios a la vista y tiene una piel luminosa, sabe que puede estirar su juventud más allá del tic tac del reloj biológico.

Tiene todo para ser una grande, ojalá lo logre.

martes, 7 de febrero de 2012

Muppetational


Dios santo, es oficial, estoy gagá.

Soy fan de los Muppets desde siempre. Como tantos, no me cayó para nada bien que Disney ganara la puja y se quedara con los Muppets, temíamos que los Disneyizaran. No es que los Muppets fueran los Monty Python o La naranja mecánica, pero tienen cierta cosa caústica que no queríamos que perdieran. Cuando la película salió, los temores se disiparon, aunque producida por Disney, seguían siendo los Muppets.

Decidí no verla por dos motivos, se estrenaba sólo en copias dobladas (el doblaje me pudre y en el 99,9% de los casos es malo) y la rana ya no era René, sino que conservaba su nombre original: Kermit, hecho que desató la furia unánime de los fieles seguidores. La Disney tiene esas estupideces, error grosero porque la película quiere presentar los personajes a los más chicos, que obviamente no tienen idea de quienes son, pero a la vez traficar con la nostalgia de los mayorcitos para quienes la rana siempre será René.


Las críticas fueron más o menos unánimes. Buenos chistes, buenas situaciones, buenas canciones. Bajo el CD de un blog ruso y compruebo que las canciones son buenas. Veo que la película está para bajar en una página hindú que conozco y mientras baja, ruego que no se hayan equivocado, que esté en inglés y no doblada al hindi. Por suerte está en inglés y me pongo a verla.

El primer número musical es muy bueno, tanto un homenaje como una cargada a los musicales. Amy Adams es como siempre una delicia y los Muppets son los Muppets. El nuevo personaje muppet, Walter, es un hallazgo de Jason Segel, buen guionista y lúcido protagonista. Chris Cooper se divierte a lo grande con su villano y su voz grave, muy grave, se luce en la punzante canción que le asignaron. Me reía con frecuencia y la pasaba bien.


Llega el momento del show, suena la famosa canción y me acomete un violento, inesperado, involuntario ataque de memoria emotiva. La pantalla ya no es la de la computadora sino la del viejo televisor a perilla que teníamos, me veo sentado en la silla que me tocaba frente al televisor y noto que tengo puesta una camisa  a cuadros que me encantaba. Veo que mis hermanas son niñas otra vez, que las dos le hacen eco a Miss Piggy cada vez que dice René y después se ríen, que mi hermano espía el show, parado atrás y perfumado, listo para salir, que papá fuma y al reírse se atraganta con el humo del cigarrillo y que mamá se acerca desde la cocina con una taza de té, se la da a papá y se sienta, ya cenamos, lavaremos los platos después, cuando el programa termine. Veo el comedor de la casa en que vivíamos en esa época con todo detalle, percibo hasta el olor de la pintura al aceite, paso la mano por la mesa que tiene las minúsculas rendijas con harina,  porque en ella se amasaba y percibo como el viento hace fuerza para mover la pesada cortina de esterilla. Y me agarra una emoción incontenible y largo el moco a chorros. Quiero frenar, no quiero recordar tanto, pero no puedo. Paro la película, me lavo la cara en el baño, saco cuentas de las pérdidas y vuelvo. El resto de la  película transcurre agridulce.


No, no estoy gagá, estoy viejo.

lunes, 6 de febrero de 2012

Brad



Aunque parece que el Óscar al mejor actor protagónico será de George Clooney, yo deseo fervorosamente que lo gane Brad Pitt. No porque el muchacho me caiga bien, no, más bien todo lo contrario, pero estoy harto de leer por todas partes que el señor Pitt es un actor subvalorado. Por favor, si Brad Pitt está subvalorado, yo soy George Clooney.

Procuraré ser justo con él. No es un negado, no considero que debió hacer carrera de modelo de zapatillas, pero tampoco es un dechado de virtudes, un Robert De Niro en versión rubio oxigenado. Es un actor limitado, un chico lindo que tuvo suerte.

Venía remándola sin mucha fortuna y hubiera seguido así, sin que el arte de la actuación llorara ninguna pérdida significativa, de no ser porque a Ridley Scott se le ocurrió darle el papelito del atorrante que estafa a Thelma (Geena Davis) en la gloriosa Thelma y Louise (1991). Fue su golpe de suerte, el premio grande de la lotería. Después de un par de películas comerciales más o menos efectivas, que hizo a continuación, Robert Redford lo puso en la magnífica Nada es para siempre (1992) y se comenzó a correr la pelota de que podía actuar. Algo del entusiasmo de las fanáticas se les coló a los críticos, otra explicación no cabe. Sabios, ni Al Pacino ni Dustin Hoffman vieron peligrar sus tronos.

Durante un tiempo fue un galán con aperitivo, como una picada. Lo envejecían en Leyendas de pasión (mama mía, qué bodrio) o le ponían colmillos en Entrevista con el vampiro, entretenimiento interesante, quizá porque la película se la quedaba Kirsten Dunst y Tom Cruise, que tampoco me cae pero al que le reconozco talento, lo que hace en Magnolia no se lo puede discutir nadie.

Llegamos a 1996 y su primera nominación para el Óscar como mejor actor de reparto: 12 monos. Una sobreactuación apoteótica en toda la línea. Por suerte no ganó, hubiera sido una injusticia. Como que Bruce Willis no fuera nominado por la misma película. A Bruce nunca lo nominaron para el Óscar, es verdaderamente talentoso, se lo subvalora de verdad y nadie se desgarra las vestiduras. En 12 monos, Willis entrega una actuación compleja, sutil y sentida, que parece que nadie notó, porque todo el mundo estaba asombrado de que Brad al menos pudiera sobreactuar, ¡quién lo diría!

Torturó a Morgan Freeman en Pecados capitales, a De Niro, Hoffman y Gassman en Los hijos de la calle y a Harrison Ford en Enemigos íntimos. Puso cara de nada en 7 años en el Tíbet, volvió a ser galán en ¿Conoces a Joe Black? y ¡oh, sorpresa! dio tres actuaciones interesantes seguidas, nada del otro mundo, pero encomiables: en El club de la pelea, La mexicana y Snatch: cerdos y peces.

Volvió a las andadas o sea actuar mal o mediocremente en La gran estafa y Juego de espías. Volvió al galán, con minifaldas en Troya, a las patadas en El Sr. y la Sra. Smith, y con barba en el súper bodrio: Babel.

Vendió revistas por sus romances con Gwyneth Paltrow, Jennifer Aniston y, su actual pareja, Angelina Jolie. Dio un par de buenas actuaciones en El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford y en la fallida Quémese después de leerse.

Obtuvo su segunda nominación para el Óscar, como actor protagónico esta vez, por la aburridísima: El curioso caso de Benjamin Button. Menos mal que tampoco ganó, porque su actuación se limitaba a dejarse maquillar de viejo e ir rejuveneciendo de a poco, para tortura de una sufrida Cate Blanchett, que ya lo había aguantado en Babel.

Y cuando toda esperanza parecía perdida, hizo algo interesante en Bastardos sin gloria, una actuación estereotipada, pero es tan poco lo que puede dar, que una sobreactuación o un estereotipo es saludado como un logro histórico.

Y llegamos a El árbol de la vida, en la que está muy bien, nobleza obliga, (no insistiré con mi maldad de que su actuación luce mejor de lo que es, porque la cámara casi siempre lo toma oblicuamente) y a El juego de la fortuna, por la que lo nominaron para el Óscar como actor protagónico, y en la que está aceptable.

Ante la insistencia de que lo premien, circula un chiste: Es lindo, exitoso, ¿encima quiere ser premiable? Tanta alharaca porque lo gane este actor más o menos eficiente, parece injustificable si tomamos en cuenta que ni Peter O'Toole, Donald Sutherland, Christopher Plummer ni Max Von Sydow lo han ganado todavía y nadie parece desvelarse.

Yo me pregunto qué hubiera pasado si William Baldwin hubiera aceptado aquel papel de Thelma y Louise, a él se lo ofrecieron primero. ¿Nos habríamos librados de Pitt?

A favor de Brad diré que pudiendo ganarse la vida con películas románticas y de acción que no le demanden otra cosa que poner la cara, elige films arriesgados que le exigen algo que, a decir verdad, no sabe hacer, o sea actuar bien.
Perdón si ofendí a alguien que le tenga mucho cariño, pero no jodamos, el hombre tiene pinta, elegancia, y es una gran estrella, pero actuar lo que se dice actuar, es algo que se le escapa.

domingo, 5 de febrero de 2012

¿Qué fue de tu vida?


Hollywood es cruel con las actrices. Bah, con todo el mundo, pero creo que con las actrices se esmera un poco más. Por imposición o necesidad del mercado, comienzan muy jóvenes, pero tienen pocos años para hacer pie, asomar la cabeza y posicionarse en terreno firme.

Todas le rezan a su santo o deidad elegida para ganarse un papel consagratorio en una película de éxito que perdure en el inconsciente colectivo. Una Rose DeWitt Bukater en algún otro Titanic, por ejemplo. Si en Casablanca, Ingrid y Humphrey siempre tendrán París; Kate Winslet siempre tendrá el Titanic. Y si no es un barco inhundible porque eso es cosa de una vez en la vida, las actrices jóvenes sueñan al menos con un catamarán que las deje en la otra orilla.

Si a los treintaypico no se aferraron ni a un salvavidas, nadie las salva del naufragio del olvido y las puertas que se cierran. Parafraseando la cumbia: la cosecha de actrices jóvenes nunca se acaba.

Las ex promesas doradas no pueden acceder a los secundarios, son demasiado atractivas, podrían hacer sombra a la estrella, de allí que los papeles secundarios caigan siempre en manos de chicas no tan atractivas pero muy talentosas. La ley de la supervivencia que le dicen: si cuando salís a la calle no parás el tráfico, sé al menos graciosa, brillante o de lagrimales inagotables.

A las ex promesas doradas les queda esperar 20 años para reaparecer como las madres o abuelas de las protagonistas. Siempre que Meryl, Jessica Lange, Sally Field, Diane Keaton, Susan Sarandon, Bette Midler o Glenn Close estén de vacaciones o en otro proyecto. Pero a no desesperar, aunque son las menos, algunas de las grandes se jubilan, como Goldie Hawn, por ejemplo.

No voy a apabullar aquí con nombres que pocos recuerdan, pero si se enganchan en el cable con una película añeja de Tom Cruise, Mel Gibson, Bruce Willis, Brad Pitt o Richard Gere, y si la chica que los acompaña no es Julia Roberts sino otra, puede que se pregunten qué fue de la vida de esa criatura. Nada, llegaron a los treinta y no lo lograron.

Las revistas frívolas en algún momento del año preparan una nota con las nuevas promesas, hay siempre unas 10 o 15, con suerte una o dos lo logran.

Ojo, tampoco hacerse de un botecito es garantía de nada. Un par de malas elecciones, o sea rotundos fracasos, las deja fuera de juego. ¿Se acuerdan de Ashley Judd? Parecía haber ascendido al status de una Julita Roberts, de una Sandrita Bullock, sin embargo no la pegó dos o tres veces y se quedó afuera. Hoy sólo aparece en películas B con algún astro de la televisión o en películas A de elencos multiestelares que requieren figuras hasta para los roles menores, ahí sí su nombre suma. La trampa está en que como son roles insignificantes es imposible reverdecer algún laurel de la amarillenta corona.


Dedicado a Madeleine Stowe, Mary Elizabeth Mastrantonio, Penelope Ann Miller (resucitada ahora en El artista), Nancy Allen, Nancy Travis, Jeanne Tripplehorn, Elizabeth Shue, Kelly McGillis, Gina Gershon, Catherine McCormack, Patricia Arquette, Kelly Preston, Rachel Ward, Annabella Sciorra, entre muchas otras, que en algún momento de sus carreras parecían que llegarían a ser una Angelina Jolie, pero no. La mayoría la pelea en la tele. A no desalentarse, amigas, que Ellen Burstyn llegó a estrella de grandecita.

sábado, 4 de febrero de 2012

Meryl y el Oscar


1.     Meryl obtuvo su primera nominación para el Óscar en 1979, como mejor actriz de reparto por El francotirador de Michael Cimino.

2.     Lo ganó al año siguiente como actriz de reparto por Kramer versus Kramer (1980) de Robert Benton.

3.     En 1982 obtuvo su primera nominación como mejor actriz protagónica por La amante del teniente francés de Karel Reisz.

4.     Lo ganó al año siguiente como actriz protagónica por La decisión de Sophie (1983) de Alan J. Pakula.

5.     En 1984 fue nominada como protagonista de Silkwood de Mike Nichols.

6.     En 1986 la nominaron por el protagónico de África mía de Sidney Pollack.

7.     En 1988 la nominaron por el rol estelar de Ironweed de Héctor Babenco.

8.     En 1989 fue nominada por el protagónico de Un grito en la oscuridad de Fred Schipisi.

9.     En 1991 la nominaron por el papel principal de Recuerdos de Hollywood de Mike Nichols.

10.                       En 1996 fue nominada por el protagónico de Los puentes de Madison de Clint Eastwood.

11.                       En 1999 la nominaron por el rol estelar de Cosas que importan de Carl Franklin.

12.                       En 2000 fue nominada por el papel primordial de Música del corazón de Wes Craven.

13.                       En 2003 la nominaron como actriz de reparto por El ladrón de orquídeas de Spike Jonze.

14.                       En 2007 fue nominada por el protagónico de El diablo viste a la moda de David Frankel.

15.                       En 2009 la nominaron por el rol principal de La duda de John Patrick Shanley.

16.                       En 2010 fue nominada por el protagónico de Julie y Julia de Nora Ephron.

17.                       En 2012 es nominada por La dama de hierro de Phyllida Lloyd.



O sea que lo ganó dos veces, como actriz de reparto por Kramer versus Kramer en 1980; y como actriz protagónica por La decisión de Sophie en 1983. Desde entonces lleva 28 años y 12 nominaciones sin ganarlo.

viernes, 3 de febrero de 2012

El capitán vengador


No soy muy adepto al cine pochoclero. No por malo sino por monótono. Lo abarca la vieja humorada con la que se desestimaba al cine: Viste una película, las viste todas. En su mejor expresión es espectacular, bullanguero, eficiente, epidérmico, entretenido. Ideal para pasar el rato si uno no busca otra cosa que un pasatiempo por el pasatiempo mismo. Lo cual está muy bien, porque no sólo de Chejov vive el hombre.

Un amigo me recomienda ver El capitán América. Como sé que no se ofenderá, le pregunto por qué. Vos mirala, me contesta lacónicamente, te va a gustar. Le llevo el apunte porque nunca me recomienda nada y me conoce mucho.

A los minutos de empezada, me tiene absorto. Se basa en una historieta, claro, o sea que los personajes son unidimensionales; la trama, elemental; y la acción, continua. Lo que más me atrapa es la dirección de arte, transcurre en unos años cuarenta que sueñan con el futuro, y es por lo tanto, retrofuturista. En la mitad el capitán hace un showcito para vender bonos de guerra que es una delicia. En dos palabras: me encantó.

miércoles, 1 de febrero de 2012

La cuenta regresiva

¡Comenzó la cuenta regresiva! ¡El milagro no se produjo! ¡No volvimos al primero de enero! Pasamos al primero de febrero, nomás. Ya percibo el inexorable tic tac del reloj. Me niego a aceptarlo. Como Angela Lansbury en Dear world canto: NO ME QUIERO ENTERAR. Buuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.