jueves, 26 de mayo de 2016

El ritmo de la vida


Bob Fosse era muy crítico con su debut como director de cine: Sweet Charity. Decía que por haber filmado con prolijidad sus coreografías no había hecho una película  hecha y derecha. Después tanto en Cabaret como en All that jazz  sometería a sus coreografías a un montaje más cinematográfico. Como sea, las amamos por igual, con o sin montajes. Aquí vemos “El ritmo de la vida”, la visita que hacen Charity (Shirley Mac Laine) y Oscar (John McMartin) al Tabernáculo del Ritmo de la vida, donde se profesa una nueva religión, liderada por Big Daddy (Sammy Davis Jr). Una ratificación de que los logros artísticos mejoran this pelandrun life.

jueves, 19 de mayo de 2016

Mientras tanto en Cannes...

Por más agotador que parezca, alquien a quien no me canso de admirar y él no se cansa de regalarme horas inmejorables... el Sr. Steven Spielberg.

Desde que decidió que su carrera no fuera un templo de las obras sagradas de la cinematografia sino un patio de juegos en el que cabrían excelsitudes y bodrios, en los reportajes y las sesiones de fotos, Robert DeNiro pasó de ser un hombre hosco y parco a alguien casi tan simpático como Ricardo Darín. Aquí en Cannes junto a Usher y Edgar Ramírez en la presentación de Hands of stone, sobre la vida del boxeador Roberto "mano de piedra" Durán.
Julianne Moore parece que no le tiene miedo a la tradición de que los bífidos son mufa, bueno, los áspides y las cobras tienen mejor prensa, de allí que estas últimas engalanen este Givenchy. Yo, por las dudas, ya me toqué el izquierdo.
Marion Cotillard es lisa y llanamente perfecta. Actúa como los dioses, canta, es escultural y tiene cara de saber abrir la puerta para ir a jugar.
En Cannes, cuando uno los ve amucharse para una foto, se los percibe tiesos. Algo comprensible. Filmar es estar muy juntos durante un tiempo que se pierde en el pasado. Reencontrarse meses después para un estreno es incómodo. La intimidad está perdida, aunque existió. Y encima está el hecho de tocarse en público entre personas que fueron educadas en el distanciamiento corporal, brecha que solo se cruza en el afecto y en el sexo. De ahí que ver el detrás de una foto es revelador. El director Jeff Nichols, la actriz Ruth Negga y el actor Joel Edgerton posan en la presentación de Loving.


jueves, 12 de mayo de 2016

Charlotte... rica como el postre


Charlotte Rampling nació el 5 de febrero de 1946, de modo que este año cumplió 70, 52 de los cuales lleva frente a nosotros. Como Michael Caine empezó desde muy abajo, fue extra en dos recordadas películas de Richard Lester: ¡Yeah, yeah, yeah, Paul, John, George y Ringo! (1964) y El knack… y como lograrlo (1965). Ya en el 65 consiguió un papel con letra y crédito en Rotten to the core, una comedia policial y según parece se hizo notar en Georgy la retozona o Georgy Girl, una comedia popular con Lynn Redgrave en el lejano 66. Después de algunos trabajos en televisión, llegó en el 67  a ser la chica linda de una película de acción del atendible Ken Annakin entre Yul Brynner y Trevor Howard: The long duel o La leyenda de un valiente. Y después de una par de olvidables películas poliales… cha, cha, cha, chan… recala en 1969 en una cosa que se llamó La caída de los dioses, una de las obras maestras de un tal Luchino Visconti junto a gente de la calaña de Dirk Bogarde, Ingrid Thulin y Humberto Orsini, Visconti, claro, se aseguró que recordáramos de ahí en más a Helmut Berger, y en elenco estaba Florinda Bolkan, deslumbrante reina setentista que no lograría extender su reinado por los ochentas y noventas. A continuación se metería en un triángulo con Robie Porter (¿?) y Sam Waterson en la ubicuamente llamada Three, que por aquí no llegó porque era de sexo y aquí, según la Acción Católica, no se cogía… al menos en el celuloide. 


Pero en 1971, con muchos cortes, llegó una que levantó polvareda por estos lados, era de Giuseppe Patroni Griffi, se basaba en una tragedia isabelina de John Ford y se llamó Adiós, hermano cruel. Era de una relación incestuosa entre hermanos, el marido de la hermanita en cuestión, señor que supo despertar más de un suspiro era Fabio Testi y se vengaba al final con gran derramamiento de sangre. Curiosamente el objeto de deseo de Charlotte, el hermanito Oliver Tobías, desató menos suspiros que el marido vengador, cosas del cine. Después se entregó con ahínco a unos cuantos bodrios (y, bueno, no hay carrera perfecta) y luego de encarar a otra Ana Bolena (las debe haber por cientos) para un Enrique VIII de Keith Michell, cayó en una película política que aquí recién se estrenó en la primavera alfonsinista: de Giulano Montaldo, Giordano Bruno (1973) sobre la vida del filósofo, poeta y científico homónimo, casualmente enemigo de la iglesia, ¿habrá tenido que ver este dato algo con su no estreno a tiempo? Cosas de la época, delicias que los más jóvenes desconocen. A Giordano Bruno lo interpretaba uno de los mejores actores de aquellos años: Gian Maria Volonté. 



En 1974 Charlotte haría tres películas, una no del todo lograda pero muy atendible, de John Boorman, Zardoz, de ciencia ficción para más datos, junto a Sean Connery (ataviado con una especie de calzón-pañal y botas de vedette), otra, muy olvidable, Caravan to Vaccares, ah, pero la del medio… ineludible: de Liliana Cavani: Portero de noche. Volvía a reunirse con Dirk Bogarde y exploraban una relación sadomasoquista que se daba entre una sobreviviente de un campo de concentración y el oficial nazi que la torturó. Of course, se estrenó oficialmente, acabada la censura, en la primavera alfonsinista, aunque en los últimos años de la dictadura y albores del home-video, se la vio en copias pirateadas desde Uruguay o Europa hasta que las cintas quedaron transparentes. 



Como no era chica de andar con remilgos, abrió el 75 con una híper popular estrella italiana, el inefable Adriano Celentano, el opus se llamó Yuppi du, y tendría algo de sexo, porque no recuerdo que se estrenara por estos pagos, y eso que Celentano era re-cortador de tickets. Hizo a continuación otra que se estrenó mucho después, bien entrados los ochenta, la muy interesante visualmente arrebatadora La sangre de la orquídea de Patrice Chéeau sobre novela de Hadley Chase. Después la chica se metería en algo que no se terminó y que iba a llamarse Jackpot. Protagonizaba Richard Burton, quien al enterarse de que su compañero de parrandas etílicas, Robert Mitchum no sería de la partida (lo reemplazó James Coburn) abandonó el proyecto. La suspensión de Jackpot le permitió a Charlotte participar en una peli de Dick Ricahrds que sí se estrenó a tiempo y que idolatramos con justicia, Adiós, muñeca, el primero de los dos Philip Marlowe que haría Robert Mitchum, esta vez convenientemente de época, el otro, El sueño eterno, se haría en ambientes contemporáneos. 



En el 76 participó en una película que al menos en los papeles luce atendible a más no poder, dirigió el gran director mexicano, Arturo Ripstein, y compartió elenco con Peter O´Toole y Max Von Sydow, Foxtrot se llamó no recuerdo haberla visto, los críticos no las soslayan, aunque tampoco tiran cuetes. Después, dirigida por Boris Sagal hizo algo que tampoco vi, pero que por el reparto me interesa, como decía Petete, de los pies a la cabeza: Sherlock Holmes en Nueva York con Roger Moore como Sherlock, Patrick Macnee como Watson, John Huston como Moriarty y ella como Irene Adler, fue para la televisión. En el 77 hizo un par que fueron muy populares por aquí, de Yves Boisset: Un taxi color malva junto a Philippe Noiret, Peter Ustinov, Fred Astaire, Edward Albert y la muy popular por entonces, Agostina Belli y… cha, cha, cha, chan: Orca, la ballena asesina de Michael Anderson junto a Richard Harris y una chica que dos años después y por un breve tiempo fue una sensación cultural, hoy icónica, Bo Derek. Trepada a la ola del Tiburón de Spielberg, a esta Orca la vio medio mundo. 



Sabrá Dios por qué, pero en el 78 y 79 no hizo nada y a como a toda actriz interesante no sé si le llega su San Martín, pero seguro le llega su Woody Allen, en 1980 protagonizó con él su película más Felliniana: Recuerdos. Y en el 82 estaría junto a Paul Newman en el film de Sidney Lumet: Será justicia, que le valió a Newman otra chiquicienta nominación para un Óscar, que recién ganaría en el 87 gracias a El color del dinero de Martin Scorsese, con el por entonces joven Tom Cruise. En el 84 haría un Claude Lelouch: Viva la vie con gentuza como Michel Piccoli, Jean Louis Trintignant, Charles Aznavour y Anouk Aimée. En el 85 haría un Jacques Deray: On ne meurt que deux fois con un tal Michel Serrault. Y en el 86, una rareza, dirigida por Nagisa Oshima, el de El imperio de los sentidos (1976), El imperio de la pasión (1978) y Furyo o Merry Christmas, Mr Lawrence (la de David Bowie, remmber?) en la que se enamoraba de un chimpancé: Max, mon amour, también con Anthony Higgins y Victoria Abril. 



Haría varias participaciones, entre las películas estrenadas aquí, la vimos en Corazón satánico (1987) de Alan Parker protagonizada por Mickey Rourke y Robert De Niro y Muerto al llegar (1988) de Annabel Jankel y Rocky Morton, protagonizada por los entonces en ascenso Dennis Quaid y Meg Ryan. En el 88 también dirigida y guionada por el dramaturgo David Hare hizo Paris by night. Después de un par de filmes intrascendentes, llega en el 93, otro que quizá lo sea, pero que tiene el detalle en el que un joven Russell Crowe, en plan de entrenador de caballos, se enamora de la madura esposa de su mentor o sea Charlotte. Una de esas películas que se desvanecerían en el olvido si no fuera porque son los antecedentes de una estrella en ciernes, en este caso Crowe en su Nueva Zelanda natal. El título sin embargo pega: Entre el yunque y el martillo



Después de unas cuantas películas muy poco atendibles, aunque el thriller de 1996, Asphalt tango de Nae Caranfil se dice que está muy logrado, participa de la elegante adaptación de la novela de Henry James, Las alas de la paloma (1997) de Iain Softley protagonizada por Helena Bonham Carter, Linus Roache y Alison Elliott. En 1999 tuvo la inmensa fortuna de interpretar dos de los papeles que en algún momento de su carrera ambicionan todas las actrices: Miss Havishan de Grandes ilusiones, esta vez en versión de Julian Jarrold,  protagonizada por Ioan Gruffudd y Justine Waddell. Y la Ranyevskaya en la muy buena versión de Michael Cacoyannis de El jardín de los cerezos del siempre bien amado Anton Chejov, con Alan Bates, Owen Teale, Katrin Cartlidge, Gerald Butler, Frances de la Tour, entre otros.



En el 2000 llega su primera colaboración con   François Ozon: Bajo la arena, como la mujer que no podía superar la pérdida de su marido, la segunda llegaría en 2003, La piscina, en la que era una novelista policial que se enredaba con la hija de su editor; la tercera es Ángel, sobre el ascenso y caída de una novelista a principios del siglo XX, junto a la hermosa Romola Garai, el imperecedero Sam Neill, Lucy Russell y el por entonces casi desconocido Michael Fassbender. 

En el medio haría un Tony Scott, Juegos de espías (2001) con unos chicos de los que casi nadie oyó hablar: Robert Redford y Brad Pitt. En el 2003 hizo un Mike Hodges: I’ll sleep when I’m dead (2003) junto a Clive Owen y Malcolm McDowell. En el 2003, hizo también un Norman Jewison: The statement, al lado de Michael Caine, Tilda Swinton, Jeremy Northam, Alan Bates, Frank Finlay y John Neville. En el 2004 hizo un Gianni Amelio: Las llaves de la casa. En el 2005, hizo bajo las órdenes de Laurent Cantet una película sobre el turismo sexual que desató saludable controversia: Bienvenidas al Paraíso


En el 2006 hizo una deliciosa comedia sobre el reencuentro entre un director y una famosa actriz que se amaron: De amor y desencuentro de Antoine de Caunes. En el 2007 hizo un Julio Medem: Caótica Ana con Manuela Vellés. En el 2008 hizo un Maathieu Kassovitz: Misión Babilonia al lado de Vin Diesel, Michelle Yeoh, Lambert Wilson y Mark Strong. Ese año también estuvo en el vehículo de lucimiento para Keira Knightley: La duquesa de Saul Dibb junto a Ralph Fiennes y Dominic Cooper. En el 2009 hizo una comedia despareja sobre el mundo del arte y la venta de un Mondrian: Juegos de placer o Boogie Woogie de Duncan Ward, con Gilian Anderson, Alan Cumming, Heather Graham, Danny Huston, Jack Huston, Christopher Lee y Amanda Seyfried. También en el 2009 hizo un Todd Solondz: La vida en tiempos difíciles junto a Shirley Henderson y Allison Janney.

En 2010 luego de hacer StreetDance 3D, algo que no disimula sus intenciones comerciales ni en el título, participó de otra película con Keira Knightley: Nunca me abandones de Mark Romanek sobre novela de Kazuo Ishiguro, también estaban ahí Carey Mulligan y Andrew Garfield. En el 2011 participó de la obra de Lech Majewski, El molino y la cruz, sobre personajes que aparecen en cuadros de Bruegel, aquí trabajó junto a Michael York y Rutger Hauer. Ese mismo año hizo un Lars von Trier, la polémica Melancholia, al lado de Kirsten Dunst al frente de un numerosísimo elenco. También en el 2011 hizo un Fred Schepisi: The eye of the storm, sobre algo que no debe faltar en la carrera de una actriz madura: una mujer que… muere. Estaban también Geoffrey Rush y Judy Davis. 

En el 2012 hizo con Gabriel Byrne, I, Anna de Barnaby Southcombe, que parte de una premisa interesante: un noir desde el punto de vista de una mujer fatal que se enamora del detective, y no al revés como se acostumbra. En el 2013 hizo un Bille August, Tren nocturno a Lisboa, en la que volvió a mezclarse con el gran Jeremy Irons, con quien ya había estado en 2001 en el thriller El cuarto ángel de John Irvin. 

En el 2013 llegó su cuarta colaboración con Ozon: Joven y bella sobre la joven que comienza a prostituirse casi por casualidad, Charlotte era la esposa de un cliente habitual que había muerto durante un servicio. También en el 2013 participó de la adaptación de la novela de John Banville, The sea, por Stephen Brown al lado de Ciarán Hinds y Sinéad Cusack. En el 2014 haría 45 años de Andrew Haigh que le significó aplausos internacionales unánimes y su primera nominación para el Óscar. Y entre las películas que ya hizo y que se estrenarán pronto se encuentra Valley of the Gods del maestro Lech Majewski con quien ya hizo El molino y la cruz, ahí están también Josh Harnett,  John Rhys-Davies, John Malkovich y Keir Dullea. 

Y por exhaustiva que les parezca este currículum, dista de serlo, dejé afuera su participación en las series Broadchurch y London Spy y unas cuantas cosas más. Charlotte hasta la fecha ha participado en la friolera de 120 títulos. Si bien a ella la vi madurar de a poco, no como a otras grandes a las que ya conocí hechas y derechas, la siento que está desde siempre, bah, le robo a Borges y digo que: La juzgo tan eterna como el agua y el aire.

Gustavo Monteros