lunes, 3 de octubre de 2011

Play dirty

Cumpliendo con mi palabra (si se trata de joda, nadie como yo para cumplir con mi palabra), me tomé el día para no hacer traducciones (I have the eggs full) y me puse a ver, entre clases (Sarmiento, un poroto al lado mío), la primera de las pelis de mi festivalito Michael Caine: Play dirty. Toda una sorpresa, una muy buena película de guerra. Desencantada, nihilista, como no podía ser de otro modo en 1969 con Vietnam cayéndose a pedazos. Y si The Marseille Contract (1974) abrevaba en The French Connection (Contacto en Francia, 1971); ésta abreva en The dirty dozen (Doce del patíbulo, 1967). En la Segunda Guerra, 8 soldados de diferente extracción y de pasado criminal deben llevar a cabo una misión suicida. Michael es el supuesto jefe, secundado por un maravillosamente mefistofélico Nigel Davenport.  Michael entrega una deliciosa variación de su inglesito compuesto y de labios rígidos. Y registra un detalle de lo más curioso, entre los 8, hay una pareja árabe homosexual, a la que los otros respetan y aceptan como si fuera lo más natural del mundo. Bueno, hoy lo es, pero ¿en 1969? La inclusión de este tipo de detalles ayudó más a construir la tolerancia que, por ejemplo, La escalera, película del mismo año de Stanley Donen en la que Richard Burton y Rex Harrison interpretaban a una pareja gay. ¿Por qué? Porque para ver La escalera, uno ya debía aceptar el tema de antemano; en cambio si uno iba a ver una peli de guerra, pulsante de masculinidad tradicional y se encontraba con que los soldadotes aceptaban que algunos hombres prefirieran a otros hombres sin que se les torciera el bigote, el mensaje de que el cielo no se caía ni se abría la tierra por el amor entre hombres se pasaba mejor y a la larga adquiría mayor contundencia. Dirigió André de Toth, un capo del cine B.

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