sábado, 8 de octubre de 2011

Term of trial


La bajé porque creí que no la había visto. Debí verla cuando tenía 11 o 12 años, no la recordaba porque era muy adulta para esa temprana edad o porque no hizo mella en mi morbo como otras. La hubiera bajado igual, pero no la hubiera visto tan pronto, tengo otras en mi lista. Laurence Olivier es un maestro (¡pobre!) al que le va como el orto. Su mejor alumno, como su padrastro no lo deja estudiar ni hacer la tarea tranquilo, le prende fuego a su auto, al del padrastro, claro, y se quema, el chico, no el padrastro. Su peor alumno es un matón de cuarta (Terence Stamp, jovencísimo) al que no le queda más remedio que pegarle en las manos con la fusta, el maestro al alumno, claro, y no viceversa. El matoncito o sea Terence Stamp jovencísimo también le saca fotos a las chicas cuando están en el baño, se burla del maestro porque abusa de la bebida, sí, Laurence empina el codo mucho, y hasta lo hace golpear por dos matones, al maestro o sea Laurence, porque le dio con la fusta. El director de la escuela es un gordo hipócrita y desagradable como pocos. Los directores de escuelas inglesas deberían quejarse, porque en los dramas ambientados en escuelas, siempre los pintan con los peores atributos del inglés, son conservadores, hipócritas y pedantes, siempre. Bueno, esto gordo, partidario de la violencia, lo reta a Laurence, por haberla ejercido; gordo, sos de lo peor. La mujer de Laurence, Simone Signoret le recrimina a Laurence, claro, que por haber sido un pacifista y no haber ido a combatir en la segunda guerra no puede aspirar a un trabajo mejor pago en una privada y que se tiene que conformar con un sueldo de morondanga en una escuela pública, se siente frustrada porque cuando era joven era muy bonita y que pudo haber elegido algo mejor que el maestrito Laurence, y también se siente culpable por no haberle dado hijos, a Laurence, claro. Todo eso no es más que la presentación de personajes y de entorno. Ah, ¿se acuerdan cuando las películas se preocupaban por desarrollar personajes y entornos? ¡Qué dorados años aquellos! El meollo de la cuestión viene ahora. Una alumnita, Sarah Miles, en su debut en el cine, y sí la peli tiene sus años, le pide a Laurence que le dé unas clases para poder aspirar a un trabajo de secretaria para el cual tiene que dominar el inglés, mejor, claro, porque todos hablan inglés. Entonces Sarah y Laurence van a pedir permiso a los padres, de ella, claro, porque los de Laurence, si vivieran, tendrían como 200 años. La mamá es una resentida, el papá es un guarango y la hermanita mayor es medio putita. Los padres aceptan porque Laurence no va a cobrar un mango por las clases. Un día en que la clase tiene lugar en la casa de Laurence y Simone, porque la hermanita medio putita de Sarah tiene ocupado el departamento con una fiestita, el de Sarah y familia, claro, Simone la conoce a Sarah y le dice a Laurence: Mirá, viejo, que la pendeja te va a tirar los galgos, andá medio caliente con vos, o algo así, pero más en fino, porque la peli es inglesa. Laurence mucho no se lo cree, porque tiene la autoestima por el piso. Como están en el último año, los alumnos tienen derecho a pasar una semanita en París con todo pago, y no hay nada que hacerle, el primer mundo es el primer mundo, aquí no te llevan ni una semanita al Tigre. Obviamente Laurence y Sarah van. En París no pasa nada, salvo que ella se hace la claustrofóbica en ¡el Louvre!, y obtiene un paseo por París, o sea la torre Eiffel y esas cosas, con Laurence a solas. De vuelta a casa, o sea a Inglaterra, pierden el tren a no sé donde era que transcurría la acción y tienen que pasar la noche en Londres. Como son muchos y no conseguirán un hotel para todos, tendrán que dividirse en grupos. Obviamente, Laurence y Sarah van a parar al mismo hotel. Se desata una tormenta y Sarah se aparece en el cuarto de Laurence haciéndose la asustada, pero con aviesas intenciones. Laurence la rechaza con gentileza, le dice que ama a Simone y esas cosas. Sarah se pone como loca y se va. Al día siguiente, cuando Laurence está por tomar el té con Simone, y sí, la peli es inglesa y toman mucho té,  de vuelta en su casa, aparece un sargento de policía. Sí, Sarah, instigada por su mamá, la resentida, lo denunció por acoso sexual. Esa noche, cuando están en la cama, Simone le da a entender a Laurence que fue un pelotudo, Laurence le pega una bofetada y Simone le dice: Pegame, ahora, lo único que te faltaba. Laurence se va a un barrio marginal donde unos chicos miran revistas porno en una vidriera y otros chicos, que se suponen son homosexuales, miran en otra vidriera revistas con forzudos; hay también cines raros y Laurence se compra un revolver. Laurence va a juicio, su abogado es Hugh Griffith, que hace que Sarah se pise, pero igual lo condenan a Laurence. Entonces Laurence da un discurso sobre la doble moral, la hipocrecía y los chicos que miraban las vidrieras y esas cosas. Sarah se quiebra y confiesa la verdad, que Laurence sólo le dio un chas chas en la colita, se habla mucho de esa nalgadita. Laurence sale libre de culpa y cargo. Los jueces quedan como unos hijos de puta, pero no importa porque la peli no es sobre los yerros de la justicia. El director gordo e hipócrita le pide a Laurence que renuncie, aunque sea inocente. Laurence, que algo de autoestima recuperó, le dice que se vaya a cagar, o algo así, pero en fino. De vuelta a la casa, descubre en el living las valijas de Simone y la pistola que compró, los problemas de Laurence parecen no tener fin. En el dormitorio, Simone le dice que él habla mucho de que la quiere y esas cosas, pero que pensaba pegarse un tiro y dejarla sola, que entonces no la ama, pero Laurence la quiere de verdad y no es para menos, porque ella es Simone Signoret y no una actriz del montón, ¿cómo recuperarla? Laurence le dice que mintió, que Sarah en el juicio también mintió para salvarlo, que hicieron el amor. Simone le dice que se va a tener que quedar para cuidarlo, para que no le pase otra vez, bastante aliviada y hasta contenta, porque uno de los problemas que tenía con Laurence es que era un santurrón bien pensado insoportable. Fin. Si le quitáramos unas cuantas líneas obvias con las que nos sermonean, hasta diríamos que es muy buena. Dirigió Peter Grenville, que dos años más tarde haría esa maravilla llamada Beckett con Peter O’Toole y Richard Burton.

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