miércoles, 16 de noviembre de 2011

Oído al pasar



El lunes a eso de las tres de la tarde, saco a pasear a Perrito. Mientras estamos en la rambla de 25, se nos aproxima una familia. Padre, madre, dos chicos y un pitbull. El padre lleva una pelota. Los chicos tienen entre 8 y 10 años. El menor dice: Los paros son buenísimos, ojalá haya más antes de fin de año. El padre le contesta: Qué vivo, como se ve que el que se pierde la siesta no sos vos. Me doy vuelta para que no me vean sonreír. Perrito se pone a ladrar al pitbull y ya no oigo más qué dicen. Se pierden camino del parque donde pelotearán felices. Más tarde, cuando llama un colega para preguntarme unas fechas de examen, le cuento lo que oí. Familia sana, de códigos claros, me comenta. No te entiendo, le digo. Claro, me explica, el chico dice que le gustan los paros y el padre no lo sermonea con que son malos porque pierde la oportunidad de aprender u otras hipocresías por el estilo. No, el hombre confiesa por donde le aprieta el zapato: la pérdida de la siesta, pero como se quieren resuelven bien el problema, se van a pelotear al parque, y hasta el pitbull está contento.


Ilustración: Peter O'Toole en Goodbye, Mr. Chips, mi película favorita de maestros.

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