lunes, 14 de noviembre de 2011

Dunkerque




La había visto, hace tanto que ya me la había olvidado. Consecuencias del paso del tiempo, uno se descuida y las cosas se miden en décadas. La bajé, la vi y me dispuse hacer un comentario. Antes me puse a gugliar para precisar datos y no escribir disparates y encontré una crítica ya hecha en un blog dedicado a películas de guerra. Decidí entonces transcribirla y después dialogar con ella. 


Fin de semana en Dunkerque (Week-end à Zuyd-Coote) (1964)


La acción comienza un sábado del mes de junio de 1940. El soldado francés Julien Maillat (Jean Paul Belmondo) es uno de los miles combatientes que ha quedado atrapado en la bolsa de Dunkerque, concretamente en la zona del turístico pueblo costero de Zuydcoote. Mientras Julien, acompañado de varios camaradas, recorre las atestadas playas intentando encontrar la manera de embarcar en un transporte que lo lleve a Inglaterra, entre el acoso de los aviones alemanes, conocerá a Jeanne, una atractiva jóven que se niega a abandonar su casa pese a los riesgos cada vez más evidentes de la situación, y con la que Julien vivirá un atisbo de romance.


En 1940 el joven escritor francés Robert Merle vivió en primera persona el cerco de las tropas anglo francesas en Dunquerke y su posterior evacuación por mar con destino a Inglaterra. Sus experiencias personales le servirían pocos años mas tarde para plasmarlas en su primera novela, titulada Week-end à Zuyd-Coote, publicada en 1948. En esta obra, que le valió a Merle para hacerse con el prestigioso premio Goncourt otorgado por la critica literaria del pais galo, el autor recogía las vívidas impresiones experimentadas por él en los dramáticos días de Junio de 1940, durante el cerco de Dunkerque. El éxito de la novela no podía pasar desapercibido para los productores cinematográficos, siendo adaptada para la gran pantalla en 1964. El rodaje de la pelicula, que se financió con capital francés e italiano, contó con unos medios de producción muy superiores a los habituales del cine europeo por aquella época. La labor de ambientación fue exhaustiva, de modo que en las localizaciones reales de la costa francesa se construyeron múltiples decorados para recrear los escenarios de 1940, se contrataron cientos de extras para dar vida a los soldados anglo-franceses, y se reunió abundante material y atrezzo bélico de la II GM para dotar de mayor realismo a la historia. Además se confió el papel protagonista a un joven actor que iba para estrella: Jean Paul Belmondo, arropado por varios de los mejores actores secundarios del cine francés; mientras que la dirección corrió a cargo de un director con cierto renombre comercial como Henri Verneuil.


La verdad es que resulta curioso que unos hechos históricos tan potencialmente "cinematográficos" como los del cerco de Dunkerque hayan pasado relativamente desapercibidos para el cine. Porque lo cierto es que, exceptuando la reciente “Expiación: más alla de la pasión” y la modesta producción de Serie B italiana “De Dunquerke a la victoria”, el cine apenas ha prestado atención a la dramática evacuación del importante contigente aliado cercado por los alemanes en la costa del Canal de la Mancha en junio de 1940. Pero al menos, hay que reconocer que esta producción francesa lo hizo de una manera bastante convincente en cuanto a la ambientación, si bien no del todo brillante a la hora de contar una historia interesante. Vayamos primero con lo positivo. Aparte de la ya mencionada y sobresaliente ambientación hay que reconocer que Belmondo hace un buen papel protagonista interpretando al soldado Maillat, y que los secundarios realizan una excelente labor en sus respectivos papeles. También pueden destacarse algunos momentos bastante logrados, como la secuencia que muestra a los cientos de soldados aliados intentado embarcar en medio del acoso de los aviones alemanes y el posterior fusilamiento del piloto alemán cuyo avión resulta derribado.


Sin embargo la película no termina de resultar del todo redonda por varias razones. La primera es el tono ligero, por momentos casi de comedia, que adquieren los diálogos durante la mayor parte del metraje lo cual le resta gravedad a las situaciones que va planteando el film e impide crear la atmósfera de verdadero dramatismo que la historia requería. En segundo lugar, hay que decir que la subtrama del romance latente entre Julien y Jeanne está bastante mal desarrollada y resulta tan artificial que parece metida con calzador en el resto de la historia, aunque ignoro si esto es un defecto de la novela original o del guión de la película. Pero en cualquier caso, está claro que no termina de encajar bien en el desarrollo argumental. Finalmente, hay que añadir que el desenlace me pareció un poco forzado y de un tono excesivamente melodramático, siendo este otro aspecto que no termina de casar bien con el resto de la historia.


En conclusión, pese a que “Fin de Semana en Dunkerque” es una película algo fallida en sus planteamientos, merece al menos un visionado por los buenos aficionados al género bélico. Estos encontraran en ella una soberbia recreación de la evacuación de bolsa de Dunkerque, con casi total seguridad, la mejor realizada hasta la fecha para el cine.


publicada en:
http://segundaguerramundialenelcine.blogspot.com/2009/11/fin-de-semana-en-dunkerque-week-end.html


Mayormente estoy de acuerdo con lo que aquí se dice aunque disiento en la evaluación crítica. No creo que la intención haya sido hacer un drama bélico tradicional. Es evidente el deseo de manejar un tono ligero, de comedia casi. Incluso la discusión teolgica entre el cura y Belmondo es manejada con levedad. Por lo tanto me parece injusto demandarle más dramatismo. Es como si hubieran querido hacer realidad el título de aquella vieja obra de teatro de Fernando Arrabal: Pic nic en el campo de batalla. Y lo que pudo verse como una desvantaja en el estreno, se ve ahora como algo muy moderno, muy contemporáneo. Hoy el dramatismo tradicional sonaría antiguo. Como está, angustia por la acumulación de absurdos, ya que la superposición de tragedia y ligereza da un absurdo pronunciado y desconcertante, que termina por desesperar más que el simple dramatismo, que otorga siempre la escapatoria del alivio de la angustia por lo habitual, lo conocido y lo tradicional. Lo mismo pasa con el romance y el final, el absurdo los potencia y nos deja más desolados. Tardaré otro tiempo en revisitarla, más allá de su espectacularidad es devastadora. Lo que prueba que es un manifiesto antibélico muy logrado.

2 comentarios: