viernes, 18 de julio de 2014

Gillian Flynn, ¡soy tu fan!





Llego a Gillian Flynn por un foro en el que participo. El post se titula: Novelas que este año serán películas. Descarto los thrillers sobrenaturales, los libros para adolescentes, el soft porno para amas de casa insatisfechas, los libros históricos, los infantiles, los románticos, las narraciones de hechos reales y me concentro en los policiales (mi debilidad y mi salvavidas, cuando por algún motivo me cae la noche oscura del alma, los policiales me cobijan de la depresión suicida). Descubro que dos de los tres libros publicados de Flynn llegarán a la pantalla este año (la tercera está incluida, supongo, para que no quede huérfana).


Gone girl (Perdida) será un film dirigido por David Fincher (Alien 3, Pecados capitales, Al filo de la muerte, El club de la pelea, La habitación del pánico,  Zodíaco, El curioso caso de Benjamin Button, Red social, La chica del dragón tatuado) y protagonizado por Ben Affleck, Rosamund Pike y Neil Patrick Harris.  La prepotencia de tanto nombre atendible me apabulla y opto empezar por esta novela.


¡Sorpresa! No solo es un policial atrapante, un thriller psicológico de aquellos sino además un libro excelente. La cosa es así (para no contar de más, transcribo parte de la contratapa) “En un caluroso día de verano, Amy y Nick se disponen a celebrar su quinto aniversario de bodas en North Carthage, a orillas del río Mississippi. Pero Amy desaparece esa misma mañana sin dejar rastro. A medida que la investigación policial avanza las sospechas recaen sobre Nick. Sin embargo, él insiste en su inocencia. Es cierto que se muestra extrañamente evasivo y frío, pero ¿es un asesino?”


Gillian Flynn parece haberse tomado a pecho la razonable prédica de Fernando Vallejo: "No concibo otra forma de escribir que en primera persona. Es la única real y sincera, porque ¡cómo va a saber un pobre hijo de vecino lo que están pensando dos o tres o cuatro personajes! ¡No sabe uno lo que está pensando uno mismo con esta turbulencia del cerebro va a saber lo que piensa el prójimo!". Porque el libro está estructurado en dos voces, la de Nick que va desmenuzando el presente de los hechos y la de Amy que va atando los nudos desde el pasado a través de su diario (recurso “meta” por excelencia, metalingüístico, meta literario, etc.) Ambas voces develan tantas verdades como las que ocultan.


Vuelvo a la contratapa, en la que generalmente se exagera en la “venta”, pero que para variar esta vez se acerca, incluso en su ditirambo, a la objetividad: “Perdida arranca, como todo buen thriller que se precie de serlo, con una mujer desaparecida y una investigación policial... Pero esta no es sólo una gran historia, es una obra maestra. Un thriller psicológico brillante con una trama tan apasionada y con giros tan inesperados que resulta absolutamente imposible parar de leer. Perdida es también una novela sobre el lado más oscuro del matrimonio, sobre los engaños, las decepciones, la obsesión, el miedo. Una radiografía completamente actual de los medios de comunicación y su capacidad para modelar la opinión pública. Pero sobre todo es la historia de amor de dos personas. «Una narradora aguda con talento para lo macabro.» Stephen King «Un retrato hilarantemente aterrador del matrimonio, que hará reflexionar al lector sobre quién es en realidad la persona que duerme al otro lado de la cama.» Time”.


Para no atosigarme de Gillian Flynn, me tomo una pausa de su obra y me sumerjo en un ejemplo de lo que ha dado en llamarse Berlín Noir, (subgénero del que hablaré en otro momento, y que refiere a policiales que transcurren durante el nazismo, sus inicios o postrimerías, y al que Philip Kerr llevó a su apogeo con la saga de su personaje, Bernhard "Bernie" Gunther) y leo, entonces, la primera novela con el inspector Nikolai Hoffner, Rosa de Jonathan Rabb, que trata sobre lo que pudo haber pasado con el cadáver de Rosa Luxemburgo al final de la Primera Guerra Mundial. Poca suerte, esta Rosa huele mal, es larga, engorrosa y medio bodriosa.


A continuación me interno en el primer libro publicado por Flynn, el que por ahora no tendrá versión cinematográfica: Heridas abiertas (Sharp objects, Objetos cortantes en el original, 2006). Cito la contratapa: “Recién salida de una breve estancia en un hospital psiquiátrico, Camille Preaker viaja a su ciudad natal con el objetivo de cubrir una serie de asesinatos para el diario donde trabaja. Así, regresa a la inmensa mansión en la que creció, donde tendrá que enfrentar los recuerdos de su hermana, que murió en plena adolescencia. Pero lo que más perturba a Camille es la presencia de su madre, una mujer fría y manipuladora que despierta la admiración de sus vecinos y que vive obsesionada con su salud y la de los suyos. Con la policía local abrumada por los hechos, Camille llevará a cabo su propia investigación, desafiando las rígidas normas sociales de un pequeño pueblo de la América profunda.”


Se nota que Heridas abiertas es una ópera prima, los personajes (sobre todo la protagonista, una “cutter”, persona que se daña infringiéndose heridas punzantes) están demasiado elaborados, las vueltas de tuerca finales se ocultan tan ostensiblemente que se vuelven evidentes, y hay situaciones que de tan “observadas” por los editores de un primer libro resultan rígidas. No obstante, Flynn evidencia ya un arrollador talento y una ambición a la altura de sus posibilidades. También está narrada en primera persona, lo que desata una inmediata empatía con la protagonista. Y tal como continúa la contratapa: "la primera novela de Gillian Flynn es un thriller apasionante que retrata las complicadas relaciones entre hermanas, madres e hijas, así como la sutil violencia que las envuelve."


Me tomo otro recreo con otro Berlín Noir, Un rastro de humo (A trace of smoke) de Rebecca Cantrell, la primera novela protagonizada por la periodista Hannah Vogel,  que transcurre en 1931, obviamente en Berlín, y que oficia, tal como aprendimos en Julia (Fred Zinemann, 1977) de sorbete de limón o "trou normand" (hueco normando) para limpiar el paladar y degustar mejor la Flynn que me queda.


Se trata de La llamada del Kill Club (Dark places, Lugares oscuros en el original, 2009). Paso a la contratapa: Libby Day tenía siete años cuando su madre y sus dos hermanas fueron asesinadas en el "Sacrificio Satánico de Kinnakee, Kansas." Mientras su familia agonizaba, la pequeña Libby escapó de la granja a través de la helada nieve de enero. Sobrevivió, y presionada por los medios, declaró que su hermano Ben, de quince años, había cometido el crimen. Veinticinco años más tarde Libby, que se esfuerza por olvidar lo sucedido, vive de los últimos centavos que restan de donaciones de almas caritativas que ahora ya han olvidado su caso. Es entonces cuando una llamada del Kill Club, una sociedad obsesionada por crímenes famosos, despierta el terrible pasado de Libby, presionándola para que descubra la verdad sobre los asesinatos. Ella, que ve en ello una oportunidad para ganar dinero, retoma el contacto con todos aquellos que tuvieron algo que ver con aquella fatídica noche.”


¡Guau! Como Perdida es un libro excelente sin peros ni fisuras. La historia se cuenta a través de tres personajes, Libby, la superviviente, que nos habla en primera persona; Ben, el hermano, supuesto culpable, que amortiza culpas en la cárcel, y Patty, madre de ambos, que sucumbió en la masacre. Para las voces de Ben y Patty se usa la tercera persona, pero está tan volcada hacia las percepciones de los personajes que prácticamente es una primera persona indirecta. La historia es como un paisaje difuso al que una cámara, al acercarse y focalizarlo,  vuelve más y más nítido. Y más y más apasionante.


La llamada del Kill Club o Dark places será una película dirigida por Gilles Paquet-Brenner con Charlize Theron, Chloë Grace Moretz, Christina Hendricks, Corey Stoll y Tye Sheridan.


Las tres novelas tienen en común, protagonistas que arrastran infancias tenebrosas, padres fallidos que apenas pueden con ellos y menos con los hijos, relaciones altamente nocivas, y sobras de una inocencia cercenada, agonizante, pero no del todo perdida.


Confieso que las leí en inglés. Sé que se consiguen en su librería amiga traducidas al español, aunque mucho me temo que al español de España o sea con “gilipolleces”, “coños”, “majos”, “chulas” y “a tomar por el culo”. Creo que uno ya debería mandar a tomar por el culo a la putísima megafusión editorial globalizada. (Con el debido respeto a putas y culos por verse usados como metáfora de semejante bosta). 

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