martes, 10 de julio de 2012

Miss Marple Rutherford




Creí que eran muchas más. Comprensible. Con los ojos de la niñez, todo es más grande, más numeroso. Pero apenas son cuatro las películas de Jane Marple por Margaret Rutherford que poblaron las matinées de mi infancia.

Margaret Ruhterford fue una extraordinaria actriz “característica” del cine y el teatro inglés. A principio de los sesenta, su carrera reverdeció en fama y popularidad al interpretar a Jane Marple, esa singular creación de Agatha Christie.

Rutherford no fue la primera, antes, en 1956, la había hecho Gracie Fields en un especial para la televisión norteamericana, pero Rutherford moldeó el personaje paradigmáticamente y todas las que lo interpretaron después debieron remitirse a su Marple.

Marple, en la caracterización de Rutherford, es una solterona de edad avanzada pero ágil, vital, llena de humor y de maravillosa juventud mental. Como toda inglesa no le hace asco a un traguito y uno sospecha que tampoco se negaría a un porrito y que si la apurás hasta se mandaría un ácido, de allí que los jóvenes del Swinging London la adoraran y la consideraran un par. Es la excéntrica entrometida y curiosa que creó Agatha Christie, pero en la versión de Rutherford no tiene parangón.

Como me sucede últimamente, me crucé con estas películas de casualidad. En realidad buscaba The reluctant debutante, que no hallé, aunque en su lugar encontré este tesoro. No me daban las manos para bajarlas. Cuando estuvieron en mi computadora, me armé una retrospectiva personal y las vi en el orden en que fueron filmadas.

Las cuatro fueron dirigidas por George Pollock y comparten un seductor y pegadizo tema musical de Ron Goodwin. Las tres primeras son adaptaciones de novelas de Christie, la cuarta tiene un guión original. La primera, Murder she said (1961) se basa en El tren de las 4:50 (4.50 from Paddington). La segunda, Murder at the gallop (1963) se basa en After the funeral (Después del funeral) y la tercera Murder most foul (1964) en La señora McGinty ha muerto. La cuarta Murder ahoy (Asesinato a bordo, 1964) como decíamos fue escrita directamente para el cine.

En todas la Srta. Marple se involucra en el lugar de los hechos para resolver el enigma. En Murder she said, se emplea de mucama en el caserón del misterio. En Murder at the gallop, se hospeda en el mismo hotel en que se alojan los sospechosos. En Murder most foul, obtiene un puesto de actriz en la compañía teatral del posible asesino. En Murder ahoy se hace invitar de prepo al barco en el que hay que develar el crimen.

En todas debe enfrentar la incredulidad del inspector Craddock (Charles Tingwell) que da las primeras muertes por causas naturales y considera que Miss Marple es una lunática al insistir con que se trata de asesinatos. Por supuesto, la aficionada detective no tardará en demostrarle su equivocación. Y en todas cuenta con la ayuda del bibliotecario, Jim Stringer (Stringer Davis) de quien se da a entender que es el consorte ideal para la eterna soltera. Ambos actores, viejos remadores de reparto, gozaron de una inédita popularidad gracias a estos papeles.

En todas Margaret Rutherford comparte el top billing, o sea la preeminencia en el cartel, con otros actores. En Murder she said con Arthur Kennedy, Muriel Pavlow y James Robertson Justice. En Murder at the gallop con Robert Morley y Flora Robson. En Murder most foul con Ron Moody y en Murder ahoy con Lionel Jeffries.
Creo que la clave del éxito de estas películas está en el tono encontrado, el de una comedia policial. Porque en las novelas de enigma de Agatha Christie, el asesinato no es algo trágico o terrible, es más bien una hazaña deportiva en la que el agudo asesino desafía ser descubierto por un detective de igual astucia. Hay en todas estas películas un espíritu zumbón, pícaro, travieso, que las hace tan frescas y vigentes como el primer día. Después de tantos años, muchas otras películas han envejecido y son piezas arqueológicas, éstas no, siguen tan jóvenes como la Miss Marple de Margaret Rutherford. ¿Un prodigio? ¿Un milagro? No, una verdad de Perogrullo. Ríete de la avaricia, de la codicia, de la necedad, de la lujuria de los hombres y serás eterno como el tiempo.

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