domingo, 5 de febrero de 2012
¿Qué fue de tu vida?
Hollywood es cruel con las actrices. Bah, con todo el mundo, pero creo que con las actrices se esmera un poco más. Por imposición o necesidad del mercado, comienzan muy jóvenes, pero tienen pocos años para hacer pie, asomar la cabeza y posicionarse en terreno firme.
Todas le rezan a su santo o deidad elegida para ganarse un papel consagratorio en una película de éxito que perdure en el inconsciente colectivo. Una Rose DeWitt Bukater en algún otro Titanic, por ejemplo. Si en Casablanca, Ingrid y Humphrey siempre tendrán París; Kate Winslet siempre tendrá el Titanic. Y si no es un barco inhundible porque eso es cosa de una vez en la vida, las actrices jóvenes sueñan al menos con un catamarán que las deje en la otra orilla.
Si a los treintaypico no se aferraron ni a un salvavidas, nadie las salva del naufragio del olvido y las puertas que se cierran. Parafraseando la cumbia: la cosecha de actrices jóvenes nunca se acaba.
Las ex promesas doradas no pueden acceder a los secundarios, son demasiado atractivas, podrían hacer sombra a la estrella, de allí que los papeles secundarios caigan siempre en manos de chicas no tan atractivas pero muy talentosas. La ley de la supervivencia que le dicen: si cuando salís a la calle no parás el tráfico, sé al menos graciosa, brillante o de lagrimales inagotables.
A las ex promesas doradas les queda esperar 20 años para reaparecer como las madres o abuelas de las protagonistas. Siempre que Meryl, Jessica Lange, Sally Field, Diane Keaton, Susan Sarandon, Bette Midler o Glenn Close estén de vacaciones o en otro proyecto. Pero a no desesperar, aunque son las menos, algunas de las grandes se jubilan, como Goldie Hawn, por ejemplo.
No voy a apabullar aquí con nombres que pocos recuerdan, pero si se enganchan en el cable con una película añeja de Tom Cruise, Mel Gibson, Bruce Willis, Brad Pitt o Richard Gere, y si la chica que los acompaña no es Julia Roberts sino otra, puede que se pregunten qué fue de la vida de esa criatura. Nada, llegaron a los treinta y no lo lograron.
Las revistas frívolas en algún momento del año preparan una nota con las nuevas promesas, hay siempre unas 10 o 15, con suerte una o dos lo logran.
Ojo, tampoco hacerse de un botecito es garantía de nada. Un par de malas elecciones, o sea rotundos fracasos, las deja fuera de juego. ¿Se acuerdan de Ashley Judd? Parecía haber ascendido al status de una Julita Roberts, de una Sandrita Bullock, sin embargo no la pegó dos o tres veces y se quedó afuera. Hoy sólo aparece en películas B con algún astro de la televisión o en películas A de elencos multiestelares que requieren figuras hasta para los roles menores, ahí sí su nombre suma. La trampa está en que como son roles insignificantes es imposible reverdecer algún laurel de la amarillenta corona.
Dedicado a Madeleine Stowe, Mary Elizabeth Mastrantonio, Penelope Ann Miller (resucitada ahora en El artista), Nancy Allen, Nancy Travis, Jeanne Tripplehorn, Elizabeth Shue, Kelly McGillis, Gina Gershon, Catherine McCormack, Patricia Arquette, Kelly Preston, Rachel Ward, Annabella Sciorra, entre muchas otras, que en algún momento de sus carreras parecían que llegarían a ser una Angelina Jolie, pero no. La mayoría la pelea en la tele. A no desalentarse, amigas, que Ellen Burstyn llegó a estrella de grandecita.
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