Las aventuras de Tintín – El secreto del Unicornio fue la
primera película que vi en el cine en vacaciones y decido que sea la última que
vea en vacaciones. Más allá de mi voluntad de cerrar un círculo, el azar así
también lo decide: es el último día que la dan. Hay dos horarios, imposibles
ambos: al medio día y a las cuatro menos cuarto. Elijo el del mediodía, más
tarde estaré tomando exámenes.
Disfruto cada segundo como si me fuera la vida. Podré
disfrutarla en DVD, en el cable, pero será la última vez en el cine. A no ser
que los astros se alineen para tal fin, es difícil que la reestrenen y algunas
películas se disfrutan más en el ámbito para el que fueron creadas: una sala de
cine.
Salgo
al calor abrazador de la calle con una sonrisa. Renovado. Mientras me dura el
efecto de la película, el mundo parece un lugar habitable.
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