Letra de Roberto Fontaina y Víctor Soliño
Música de Juan Antonio Collazo
Letra de Roberto Fontaina y Víctor Soliño
Música de Juan Antonio Collazo
Letra y música: John Lennon y Paul McCartney
Letra y música de Cab Calloway, Irving Mills y Clarence Gaskills,
Letra: Joan Manuel Serrat - Música: Augusto Algueró
Letra de Ira Gershwin y música de Kurt Weill
Letra de Fernando Ochoa y música de Juan Canaro
Now, I was born down in Georgia
But Georgia wasn't good enough for me
I'd sing country songs for them
But my heart sang La Bohème
And it didn't help we moved to Tennessee
Nashville's not the place you sing high C
If you wanna sing at all
You best sing country
So I picked up how to do it pretty fast
Be a country star or go
In the sticks them hicks don't know
Verdi's Rigoletto from their ass
So a country star's how I came to pass
But I'll sing opera one day
"It's like Opry with an a"
I told my agent in his fancy car
And it pained him I could tell
When he said, "no chance in hell
They don't let you in the opera
If you're a country star"
"Is it the way I say oblighetto?"
So I took that country singing job and shoved it
And I headed to The Met at NYC
I know that stage is hard to reach
But Domingo likes a peach
You should hear that tenor voice sing rockabilly
Now I'm trying out for The Barber of Seville
When a voice booms from the house
"From those tassels on your blouse
I can tell you've got a twang and play guitar
I bet they loved you in the South
But please, don't open your mouth
We can't let you in the opera
If you're a country star
'Cause no patron trusts an opera
In the hands of a country star"
Do you think I can't wail
'Cause I got long pink fingernails?
I had to play more country songs
Just to stay afloat
Though Aida's my role
I'm in a southern pigeon hole
I sing like Maria Callas
But no one's heard a note
'Till I charmed an old blowhard
Who owns half of Juilliard
Said my singing was so beautiful he cried
And I felt my heartbeat hop
Then I heard his heartbeat stop
He said, "welcome to the opera"
And then the bastard died
Well, time went by, I gave up on the opera
Grabbed a man, got ready for a kid
Though La Scala never called
My ears still get enthralled
When I hear a great soprano blow her lid
So head up to the opera house I did
But as vibratos start to shake
I feel my water break
I'd never even make it down the aisle
If you'd have been there you'd have seen
From that second mezzanine
First a head, then two feet
From my ninety dollar seat
As I lifted up my gown
To the doctor TWO ROWS DOOOOOOOOOOWN...!
It hurts like hell
Oh my God, oh my God, oh my God
Does that squish the baby?
How can it breathe?
Contraction! Contraction!
Contraction! Contraction!
My God, I paid so much for Dr. Chung
And now this
Ow! You son of a bitch!
No, thank you, I mean it
AHHHH, you fucker!
Contraction! Contraction!
Yes! I feel that!
Ow ow ow ow ow ow!
Ow ow ow ow ow!
I'm pushing
I'm pushing
Oh my God, oh my God
It's like pushing a watermelon
Through a hole the size of a lemon
Aha! Aha! Aha!
What? Well, it better be a girl!
Ahhhhh...
Ahhhhh...
Ha ha ha ha ha ha ha haaaaaaaa...
(spoken)
I'm so sorry about your dress!
(sung)
AAAAAAAAAhhhhhhhhh...!
Well, now, to my surprise
Those patrons had tears in their eyes
The New York Times review
Even raved I was all that
Found the headline bizarre
"Opera gives birth to a new star
When she was done, what fun
And a newborn in her lap"
Then the head of the trustees board
Said, "before you cut the cord
Here's an eight-year contract and some caviar
You'll start right away, my dear
We have daycare, please sign here"
Been my dream since I sang country
Now I'm an opera star
(Baby cries)
Shh, shh!
But you were the best part of the opera by far
Now a crib ain't where you're needing pearls of wisdom
But listen up before you've cried a word
When you hear no, don't get upset
It means yes, but just not yet
Fight the most when folks say you're absurd
In the end, I believe we all get heard
But if I may suggest one rule
Before I'm no longer cool
What you do ain't always who you are
So if you find your heart is set
On both Memphis and The Met
And they force you to choose
Screw 'em both, go sing the blues
Bet your ass you can sing opera
If you're a country– that's a C
Star! Hey!
Letra y música: Dan Lipton y David Rossner
Canción de Federico Chueca y Joaquín Valverde Durán
Andá a hacerle el cuento a otra, que conmigo has terminado.
¿Qué te crees, que porque aguanto estoy en liquidación?
Voy a darte vacaciones por tiempo indeterminado,
pa’ que otra vez no confundas gordura con hinchazón.
Ya me tenés requeteharta con tanto grupo en almíbar,
me has hecho bajar seis kilos de un solo saque, ¡traidor!
Vos me hacés ver la comida con catalejo'e marina
y después andas diciendo que estoy flaca por amor.
Che, fresco de Goya,
rey del apoliyo,
sacudí el altillo
y andá a trabajar.
Laburá de guarda,
hacete pequero,
chafe, pistolero,
o mozo de bar.
¡Basta de vigilias,
se acabó el aguante!
¡Perdona el espiante
yo quiero vivir!
No ves que parezco
un cacho de alambre,
que te aguante el hambre
la mujer fakir.
Tu tranquilidad pasmosa es lo que más me subleva,
vos no te hacés mala sangre de campanear como voy.
Me tenés en el trapecio de la vida haciendo pruebas,
¿soy tu mujer, soy un bulto? Al final, ¿qué es lo que soy?
No quiero correr más liebres, mi independencia ha llegado.
Te dejo un ramo de olivos y que seas muy feliz.
No vaya a ser todavía que por quedarme a tu lado,
de ayunar tan a menudo se me piante hasta el chasis.
Letra: Enrique Cadícamo
Música: Juan Carlos Cobián
Gustavo Monteros
Goodbye to Boston
Letra y música: Sam Davis
Yo de mi barrio era la piba más bonita,
en un colegio de monjas me eduqué
y aunque mis viejos no tenían mucha guita
con familias bacanas me traté.
Y por culpa de ese trato abacanado
ser niña bien fue mi única ilusión,
y olvidando por completo mi pasado,
a un magnate entregué mi corazón.
Por su porte y su trato distinguido
por las cosas que me mintió al oído,
no creí, que pudiese ser malvado
un muchacho tan correcto y educado.
Sin embargo, me indujo el mal hombre
con promesa de darme su nombre,
a dejar mi hogar abandonado
para ir a vivir a su lado.
Y es por eso que mi vida se desliza
entre el tango y el champagne del cabaret
mi dolor se confunde en mi sonrisa,
porque a reír mi dolor me acostumbré...
Y si encuentro algún otario que pretenda
por el oro mis amores conseguir,
yo lo dejo sin un cobre pa' que aprenda
y me paguen lo que aquel me hizo sufrir.
Hoy bailo el tango, soy milonguera
me llaman loca y ¿qué se yo?...
Soy flor de fango, una cualquiera
culpa del hombre que me engañó...
Entre las luces de mil colores
y la alegría de] cabaret,
vendo caricias y vendo amores
para olvidar a aquel que se fue...
Letra y música de Roberto Goyheneche (1923)
Este es un libro que cumple a rajatabla lo que su título
promete. Hay artistas, locos y criminales. Reúne obra periodística de su autor,
Osvaldo Soriano. En especial, aunque no exclusivamente, la que publicó en los
primeros setenta en el diario La opinión, en el breve período del apogeo de su
excelencia (en estos países lo bueno dura poco). Son crónicas, reseñas,
noticias, relatos, apuntes de un gran rigor narrativo y una consuetudinaria
belleza. En estos tiempos en que se escribe con tan poca maña y en los que
parece ya no haber editor ni menos el viejo y querido corrector, en tiempos en
los que hasta en los diarios de larga trayectoria abundan los escritos con
faltas de ortografía, con párrafos inentendibles por la omisión de partes
sustanciales en las oraciones, esas cosas como verbos, por ejemplo, con títulos peleados con
la más elemental sintaxis, cuesta creer que alguna vez se escribiera tan bien y
se titulara con arte. Como dice la canción de Sui Generis: “hubo un tiempo que
fue hermoso”. Lástima que al esplendor no le sigue la magnificencia, sino la
decadencia y la muerte. En fin, lo que se entendió como periodismo fue una
antigualla que terminó con el siglo XX. Recomiendo fervorosamente llevar este
libro en la mochila o en el teléfono y leer sus artículos, de a uno por vez, en
viajes monótonos de tren o colectivo, o mientras se espera una cita, que se
acabe el mileinato del río de la plata, o no te agarre el dengue. Sobre todo,
porque son bellos, y la belleza siempre nos da la esperanza de que los paraísos
son posibles.
Escrito el 18 de abril de 2024
Gustavo Monteros
Annie Ernaux ganó el Premio Nobel de Literatura en 2022. Y
entre los fundamentos para otorgárselo, la Academia Sueca destaca: "el
coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los extrañamientos
y las trabas colectivas de la memoria personal".
En su caso el lugar común del símil del escritor con el
entomólogo que pone el bicho bajo la lupa se ajusta con certeza. En su
literatura el bicho es su propia vida. En su gran mayoría, por no decir todos,
los escritores transmutan hechos de su vida en literatura. De ahí el axioma de
Pinta tu aldea, etc o sea Hablá de lo que sabés, así no hablás al divino botón.
Pero Ernaux lleva el axioma al extremo.
Expone lo que ha vivido descarnadamente, sin tapujos, con
crueldad incluso. Cuando asomó la cabeza, mientras ni soñaba con ser
santificada por el Nóbel, Ernaux fue duramente criticada por esto. Le dijeron
que lo suyo no era literatura sino el tratamiento de aspectos de su vida como
casos clínicos. Hoy toda esa polémica parece inútil. Después de todo, en arte
toda premisa no es moralmente buena ni mala. Todo se reduce al talento con la
que se la intenta y a la buena o mala leche que se tenga para desarrollarla.
Como sea, ahora sus detractores mascullan su amargura en un rincón.
El hombre joven es
una brevísima novela. En el inicio confiesa que aceptó tener una aventura con
un estudiante universitario, treinta años más joven que ella, que se le
aproximó por su fama de escritora, solo para poder contarla después en un
libro. Como si de un experimento se tratara. Algo nuevo.
Antes había contado lo vivido. Ahora viviría el affaire
para después poder contarlo. Lo que sigue excita nuestra curiosidad al máximo.
No tarda en perder la distancia, nadie se mete en un romance sin involucrarse,
aunque más no sea un poco. Y a medida que nos adentramos en lo que cuenta,
pasamos de chusmas con batón, escobillón y ruleros a psicólogos, sociólogos,
historiadores. Porque la señora es consecuente con su método de trabajo y al
acercar la lupa, todo se profundiza. Y endereza nuestro morbo inicial para el
lado de la sabiduría.
Gustavo Monteros
Escrito el 2 de febrero de 2024
Son los primeros días de febrero y el calor ruge. Algunos,
los de buena memoria, andamos con lo que podríamos llamar el síndrome de
Casandra. Sabemos lo que va a pasar y lo decimos, aunque un gran número de
contemporáneos elige no creernos. En el Congreso, algunos diputados le
aprobarán la ley ómnibus que le permitirá convertirse al que se cree un león en
un pichón de dictador. Con las ambicionadas facultades extraordinarias
delegadas, nos va a sumir en un virtual estado de sitio, mientras nos pauperiza
a más no poder y regala los bienes que nos quedan. Más temprano que tarde
(ojalá), le pondremos los límites. A la espera y para no desesperar, sigo con
mi cabeza metida en los libros. Como se acerca carnaval, opto por Disfrázate
como quieras del colombiano Ramón Illán Bacca.
Dice la contratapa: "En plenos carnavales de
Barranquilla, en una habitación del hotel Alhambra, aparecen asaeteados,
fulminados a disparos y envenenados, dos cadáveres. Jerónimo Carazúa,
disfrazado de monje, hijo de un poderoso senador vitalicio, y con una máscara
veneciana, Mécoro, una princesa indígena. El juez Sócrates Bruno Manos Albas
asume la investigación, que transcurre por laberintos y misterios que parecen
no tener nunca una solución.
De nuevo, y para regocijo de sus lectores,
Bacca nos da una nueva y tremenda novela, con su desbordante imaginación, su
fino y sutil humor y su increíble memorabilia sobre esa cultura popular que va
desde Hollywood y el cine mexicano hasta la música y la radio caribes, sin
excluir las novelas seriadas de Fu Manchú, Doc Savage y La Sombra.
«Bacca es a la literatura lo que Guy Ritchie
(de Cerdos y diamantes, Snatch) es al cine. Tiene una visión poliédrica,
cubista, sin rebuscados esfuerzos de estilo. Es algo que le fluye natural, es
su forma de ver el mundo. Posee un imaginario construido, un mundo literario
sólido y bien consolidado que expone mejor que nunca en esta novela. Si hubiera
necesidad de encontrarle símiles, se podría decir que es una mezcla de Osvaldo
Soriano, Paco Ignacio Taibo II, Rubem Fonseca y García Márquez. Todos estos escritores
en una olla a presión, mezclados en dosis exactas de alquimista, producen un
escritor de la talla de Bacca. Un escritor fuera de serie en este país, un
narrador que hace literatura de estos tiempos», escribió el crítico y escritor
Cristian Valencia."
Yo no lo había leído y ahora son un lector devoto que
promete leerle todo lo que llegue a mis manos. Es un autor a descubrir. Su
literatura seduce, encanta, depara placer con cada página. Tiene mucho humor y
ostenta la contradicción de los buenos humoristas, cuando más leve se pone, más
profundiza en una realidad que se cree inaprensible, y a la que logra capturar
en toda su riqueza, a fuerza de sátira y parodia. Descúbranlo, me lo
agradecerán seguro.
Gustavo Monteros
Escrito el 29 de enero de 2024
Cada vez que entro un portal de noticias, tengo la
esperanza de que nuestro aspirante a dictador ha renunciado porque nos negamos
a tolerar sus caprichos. Una fantasía inútil, claro. O para ir tirando. Sigo
mis propios consejos de que no hay nada mejor para capear el mal tiempo (frase
que encubre no enloquecer) que meter la cabeza dentro de un libro. De la pila
tan alta como la torre Eiffel de libros que esperan que los deletree, elijo uno
de título muy pertinente para estos días de canícula rampante: Instrucciones
para una ola de calor de Maggie O'Farrell. No, no es un manual de consejos
prácticos. Solo circunscribe el momento muy especial en que la acción
transcurre.
Dice la contratapa: "En Londres, en el verano de
1976, durante una ola de calor y una sequía legendarias, Robert Riordan,
recientemente jubilado, sale de casa por la mañana, como todos los días, para
comprar el periódico, pero esta vez no regresa. Asustada, su esposa Gretta
llama a sus tres hijos, dos mujeres y un hombre, que regresarán a la casa
familiar para emprender las pesquisas. El inusitado calor provoca extraños
comportamientos entre los Riordan, irlandeses católicos radicados en Londres, y
varios secretos guardados celosamente durante años afloran a la superficie.
El hijo mayor, Michael Francis, es un
desencantado profesor de historia que trata de salvar su matrimonio. Monica, la
hija del medio, ha intentado recomponer su vida tras el fracaso de su
matrimonio, pero sufre la animadversión de las hijas de su actual pareja.
Aoife, la pequeña, es la hermana rebelde que abandonó los estudios y buscó
refugio en Nueva York. Cada uno de ellos tiene sus propias ideas acerca de
dónde puede estar su padre. Pero lo que ninguno sospecha es que su madre sabe
mucho más de lo que les ha contado."
La autora era una estrella en ascenso de las letras
británicas hasta que su novela Hamnet de 2020 sobre la familia de Willy
Shakespeare, la catapultó a la cima del Olimpo literario de los consagrados
intocables (o para decirlo en vernáculo catamarqueño: ahora no te tocan el culo
ni con una caña, o sea: te has convertido en una vaca sagrada, muchacha). Pero
este libro es de los que pavimentaron su camino a la gloria.
Como lo indica la sinopsis, se trata de gente como vos y
yo, que negocia sus agachadas y sus concesiones disfrazándolas de secretos, que
más temprano que tarde, salen a la luz por una discusión inesperada debida a
una situación insólita. Solo que como la O'Farrell es una novelista de talento,
sabe transformar estas pequeñeces cotidianas en aventuras atrapantes,
seductoras, adictivas. Uno se reconoce en lo que cuenta, se fascina y hasta el
calor asfixiante en la novela (y en la actual circunstancia del lector) se
vuelve tolerable de tan inmersos que nos tiene la novelita en cuestión. Si se
la cruzan, no la dejen pasar. Depara horas de gran placer.
Gustavo Monteros
(Escrito el 26 de enero de 2024)
Si bien ayer la participación masiva a la movilización
contra la ley ómnibus y el mega DNU me devolvió la esperanza, la realidad sigue
dura, y así sigo con la cabeza dentro de los libros.
Hoy hablaré de Aquello estaba deseando ocurrir,
libro de cuentos de Leonardo Padura. Conocí a Padura por las primeras novelas
de su detective Mario Conde y se ganó mi respeto. Pero con aquel verano que me
hizo feliz con su El hombre que amaba los perros, se ganó mi
incondicionalidad eterna.
De ahí que, en algún momento del año, me adentre en una
obra suya que no leí todavía. Aquí saca el logradísimo título ("Algo
estaba deseando ocurrir" roza la genialidad) de una frase de Marco
Aurelio, que él conoció en Franny y Zoey de Salinger.
La puerta de Alcalá es el primer cuento y narra como una
concatenación de casualidades lleva al reencuentro de dos amigos en una fría
noche madrileña.
En Nueve noches con Violeta del Río, un joven tiene un
romance con una diosa del bolero unos pocos años mayor. El amorío termina
abruptamente, y años después se la reencontrará como público en Miami, pero a
algunas cosas mejor dejarlas en el pasado.
En Adelaida y el poeta, un poeta consagrado obligado a dar
clases en un ateneo de fomento de la literatura, ante el cuento de una
jubilada, comprueba que su sensibilidad no está embargada por el hastío o la
burocracia.
En Sonatina para Rafaela, una pianista de restaurant,
aprende que no está sola en su hartazgo y en sus sueños muertos, que sus
compañeros de trabajo, en especial, el barman, quizá sientan lo mismo.
En Según pasan los años, una expareja de veintipicos ante
la muerte de un excompañero de la secundaria, reaviva sus desencuentros
amorosos.
En Los límites del amor, un hombre se debate entre dos
mujeres, a las que ama de manera diferente, pero de verdad.
En La muerte feliz de Alborada Almanza, una anciana se
entera de que la muerte no siempre es triste o trágica.
En El destino: Milano-Venezia (vía Verona), un aspirante a
exiliado en Italia va de un encuentro decisivo a otro.
En La pared, un hombre se acerca a un chico que juega y
reverdece por un rato sus sueños perdidos.
En Mirando al sol, unos jóvenes sin futuro se emborrachan,
se drogan, tienen sexo duro y sobreviven como pueden.
En La muerte pendular de Raimundo Manzanero nos da cuenta
de las posibles explicaciones ante el misterio de un suicidio.
En Nochebuena con nieve, un hombre se acuesta por fin con
su excuñada y alcanza una efímera gloria de sexo refulgente.
Y en El cazador, un homosexual no se resigna a la soledad y
anhela los amores perdidos.
Un buen libro que nos recompensa con creces el elegirlo. Si
siguen estos comentarios, se preguntarán por qué designio me tocan libros que
me gustan. No es suerte. Con los años aprendí a hacer casting de libros. Si uno
persiste en una afición, algo siempre se aprende. Leer en tiempos aciagos hace
bien, no solo los libros que recomiendo, cualquier cosa que nos guste. Meter la
cabeza en las realidades de un libro desata pensamientos paralelos que terminan
por aliviar las penas o desazones. Inténtenlo, no falla.
Gustavo Monteros
Como la realidad persiste en su dureza, pongo otra vez mi
cabeza dentro de un libro. Esta vez es A orillas del amor de Andreï
Makine. El autor, nacido y criado en Rusia, a sus 30 años, en 1987 se
nacionalizó francés, país donde desarrolló su carrera literaria ganando los
premios más importantes de la actividad.
A orillas del amor es una novela que uno sospecha
autobiográfica, en la que cuenta cómo 3 chicos pasan de niños a adolescentes
maduros en Siberia y cómo son "salvados" por algunas películas de
Jean-Paul Belmondo.
El lenguaje que usa es poético y florido cuando describe
geografías y sensaciones y es llano y directo cuando relata hechos concretos.
No es crítico con la Rusia soviética en que la acción transcurre, no se
mencionan años, pero por las películas de Belmondo que aparecen en la trama,
suponemos que estamos a fines de los setenta o principios o mediados de los
ochenta.
Estos chicos, de tendencias heterosexuales todos, ingresan
al universo Belmondo por Le magnifique / El magnífico que es de 1973,
film que ven 17 veces seguidas. Después ven L'animal / El animal que es
de 1977 y mencionan más tarde detalles de Le guignolo / El estafador que
es de 1980. Hablan también de otros filmes con el astro francés, pero en
general, sin entrar en detalles. De las aristas del fenómeno Belmondo, se
quedan con el perfil de héroe humorístico de acción.
Crecer en Siberia no es fácil, pero el contacto con una
naturaleza tan agresiva los forja muy singulares y a su manera disfrutan del
hábitat que les tocó, pero los ánimos se les vienen abajo cuando piensan en el
futuro. Se ven como guardianes de los campos de prisioneros, leñadores o
buscadores ilegales de oro. Prospectos que no los entusiasman precisamente.
Entonces en el cine del pueblo, que se llama Octubre Rojo,
ven Le magnifique y se deslumbran con la alegría y la vitalidad de
"Occidente" porque ellos se consideran "orientales" puros.
El destino los separará y los reencontrará años después.
El libro fue escrito en 1994, mi edición es de 1999 y hace
años que está en mi pila de Pisa de libros a leer. No me atraía demasiado la
parte de los ritos de pasaje de niño a adolescente, pero sí que sus vidas
fueran intervenidas por películas de Belmondo. Porque como se evidencia en los
avatares que uso en las redes sociales, y por muchos escritos aquí y allá, mi
vida fue intervenida también por Belmondo (y el cine en general, más bien).
Aunque en mi caso, de un modo diferente al de estos chicos rusos. (Tranquilos,
no creo que me ponga a contar cómo Belmondo "salvó" mi vida). En
resumen, es un libro atractivo, se lee con interés y lo recomiendo.
Gustavo Monteros
Y como la realidad sigue fea, vuelvo a meter mi cabeza
dentro de un libro. En esta oportunidad, La fiesta del chivo de Mario
Vargas Llosa. Cuenta el fin del régimen de Rafael Trujillo en República
Dominicana en 1961. Transcurre en dos tiempos, 1961 y 1996 y tiene tres hilos
narrativos que se van entretejiendo para patentizar la significancia que tuvo
la dictadura trujillista. El primer hilo concierne al regreso al país en 1996
de Urania Cabral, hija de un senador del régimen. El segundo transcurre en 1961
y da voz a Trujillo que pasa sin saberlo, claro, sus últimos días. Y el tercer
hilo concierne a la peripecia de los asesinos que habrían de ejecutar a
Trujillo. Se inscribe en el subgénero de las novelas latinoamericanas de
dictadores, donde hay ejemplos tan logrados como El señor presidente de
Miguel Ángel Asturias, Yo, el supremo de Augusto Roa Bastos o esa
maravilla literaria que es El otoño del patriarca de Gabriel García
Márquez. Teniendo en cuenta el amor-odio que siente Vargas Llosa por García
Márquez, le debe haber dado unas cuantas vueltas a animarse a escribir él
también una novela de dictador. Aunque el camino elegido es diametralmente
opuesto. Si Gabo optó por el realismo mágico en su más plena expresión para su
patriarca, con un mar que hasta un buen día se va y deja un desierto, Vargas
Llosa elige el realismo, lo cual le sienta a su Trujillo a la perfección,
porque los horrores que describe no necesitan ninguna reinterpretación para el
espanto de su elocuencia. La fiesta del chivo es una novela atrapante
que se hace difícil dejar. La recomiendo ampliamente. Eso sí, repito lo que
dije respecto de La historia de Mayta, la anterior novela que le leí
este año al peruano. Que uno disfrute de su talento no significa de ningún modo
que uno acuerde con las opiniones políticas del ciudadano Vargas Llosa. El
hombre es un garca desvergonzado que ofende e insulta al que piensa diferente,
es garca de toda garquez, aunque a la vez es un novelista mayúsculo. O sea, lo
cortés no quita lo valiente, a lo que me refiero es: quedate con lo mejor y
dejá de lado lo peor.
Ahora se me ocurre que la historia de Urania Cabral tiene puntos
en contacto con La casa del ángel de Beatriz Guido, me refiero en
especial al trauma sexual que le queda a la protagonista. No sé si Vargas Llosa
leyó a Beatriz Guido, pero alienta mi teoría de que todo lo que uno hace queda
en algún lugar del universo para ejemplo o disfrute de todos. Algo no muy
novedoso u original. Porque ya se acepta que hoy un adolescente argentino que
escribe, aunque no haya leído jamás a Borges, le deberá algo a Jorge Luis,
porque leyó algo de alguien que sí leyó a Borges, tal vez un artículo
cualquiera en un diario o algo así. O sea, la infinita cadena de influencias.
Gustavo Monteros
Escrito el 12 de enero de 2024
Como la realidad sigue aciaga, voy de protesta en defensa
de la cultura atropellada a marcha por derechos laborales vulnerados, y en el
medio meto mi cabeza en un libro para no volverme loco, o como cantaba Charly,
para no volverme "tan" loco. Esta vez le tocó el turno a Gente
conmigo de Syria Poletti, que en mi más tierna infancia fue un libro muy
popular y que por esas cosas no llegó a mis manos. Nora, una traductora de
italiano, está en la cárcel por haber falsificado documentos públicos,
pasaportes, actas de nacimiento y esas cosas. Transcurre los días rememorando
los motivos que pudieron haberla llevado a cometer el delito por el que se la
acusa. Pasó su infancia en una Italia muy empobrecida y su abuela materna le
enseño el "extraño oficio" de escribir cartas para los analfabetos.
Sus padres y hermanos emigrarían para Argentina y a ella por discapacitada
(tiene una escoliosis deformante) no la aceptan. Se queda en Italia con la
abuela y una hermana. Insistirán y finalmente, la hermana y ella podrán venir.
Intentarán vivir con los padres y los hermanos en Chaco, pero por la distancia,
los vínculos están rotos, sin posibilidad de reverdecimiento. Nora y la hermana
terminan viviendo en Buenos Aires. La Segunda Guerra las encuentra allí. En
Italia a la abuela la matan los fascistas por haber escrito cartas para los
guerrilleros analfabetos. Nora cuenta las marcas que le dejaron la gente para
la que escribió cartas o hizo traducciones (la Gente conmigo, del
título) Y finalmente sabremos qué la mandó a la cárcel. La novela fue publicada
por primera vez en el año 1960 y se destacó por ser fuertemente autobiográfica
(por entonces las experiencias personales no se transmutaban en ficción, como
ahora que es lo habitual, en esos tiempos se imponía lo ficcional puro, la
invención). Me gustó, pero por momentos se me hizo difícil leerla. Hay mucha
racionalización de sentimientos y sensaciones, que era lo típico del momento,
lo que es profundo y poético, pero medio arrevesado para mi gusto de hoy. La
visión social es ambigua, es una mujer de ideas progresistas, pero por momentos
la férrea estructura patriarcal le gana la pulseada. Y como era habitual en los
sesenta en el mundo de las letras, es antiperonista. No furibunda, como otros,
pero antiperonista, con ganas de convencerme que a lo mejor adhiero. No me
arrepiento de haberla leído, todo lo contrario. Ahora me queda ver la película
que se hizo sobre este libro. La protagonizó Violeta Antier, que fue una actriz
maravillosa que murió muy joven. Socia de Alcón en varios proyectos teatrales y
radiofónicos (mamá recordó siempre los radioteatros que protagonizaron, decía
que no se perdió ningún capítulo de las repeticiones que iban después de la
medianoche, se levantaba para escucharlos en la cocina, mientras papá dormía,
yo era bebé, o sea hablamos del ¡pleistoceno!) Mientras escribo esto, hay un
cacerolazo en el Parque Alberti, o sea ¡hay esperanza!
Gustavo Monteros
Escrito el 7 de enero de 2024
Cecilia Rossetto en un posteo de facebook escribía ayer:
"Algunos días me despierto exiliada en mi propia ciudad..." Una
elocuente manera de referir a la desazón que nos provoca este enrarecido clima
político de avasallamiento de derechos que propone peluca-papada-zapán-milei.
Resistimos como podemos y mientras esperamos que algo suceda, hay que poner la
cabeza en algún lado para no enloquecer. Como estoy de vacaciones, tengo tiempo
de leer como si me fuera la vida. Acabo de terminar un buen libro: La
historia de Mayta de Mario Vargas Llosa. Por suerte, Verbitsky me corrió el
prejuicio que tenía contra el Premio Nobel 2010. Convengamos que el prurito,
más que prejuicio, estaba bien fundado, porque el hombre cada vez que abre la
boca insulta muy desagradablemente todo lo que soy y en lo que creo. Desde que
se volvió garca, se supera a sí mismo, es el más garca de todos los garcas.
Pero como sugiere don Horacio que tanto insulto no nos tape que Vargas Llosa es
uno de los mejores novelistas del siglo XX y que escribe como los dioses. La
historia de Mayta es la construcción literaria del retrato del hombre que
estuvo detrás de la primera insurrección subversiva en Perú, allá por los
lejanos 1957, 1958. Cada capítulo cuenta un encuentro con alguien que lo
conoció, fue testigo o estuvo relacionado con los hechos. El libro atrapa y
aunque no es un policial, el capítulo final trae algunas sorpresas que
contradicen o ponen patas para arriba lo que se nos indujo a creer del
personaje del título. Si se lo cruzan, lo recomiendo ampliamente.
Gustavo Monteros