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jueves, 9 de febrero de 2017

Sobre el destino de algunas películas


Las películas tienen también su suerte y verdad. Algunas son entronizadas en altares que no merecen y otras son arrastradas por ignominias que tampoco merecen.


Y los críticos, esas criaturas caprichosas e individualistas, a las que la ausencia de grandes maestros ha vuelto inútiles, por raro que parezca también se masifican. Y así valoran en hordas films insustanciales y desprecian en cohortes films que deberían apreciar.


En esta temporada de premios, hay ejemplos de tal y cual naturaleza.


Hasta el último hombre (Hacksaw Ridge, 2016) de Mel Gibson no es tan buena como la cantidad de premios y nominaciones que le endilgaron nos haría suponer que es. Ni Aliados (Allied, 2016) de Robert Zemeckis es tan mala como la catarata de malas críticas nos haría suponer que es.


Mel Gibson, el director, debutó bien y discretamente con El hombre sin rostro, allá por el 93. Trepó a la excelencia con la epopéyica Braveheart/Corazón valiente. Se recibió de autor con la polémica La pasión de Cristo, 2004 y ratificó su calidad autoral con la grandiosa Apocalypto, 2006. Y durante 10 años enfrentó las consecuencias de un brote psicótico, por drogas o alcohol, que lo llevaron a insultar homosexuales y judíos. Y ahora, no perdonado del todo, a pesar de públicos y privados actos de contrición, regresa al beneplácito crítico.


Los críticos en realidad se sienten culpables por las burlas que le prodigaron a su Braveheart/Corazón valiente. Con sus otras obras no actuaron con saña. Pero año tras año incluyeron a Braveheart entre las películas que bajo ningún concepto merecían haber ganado un Óscar. No tomaban en cuenta el amor que un público fiel, entre el que me cuento, le tomó desde su estreno a esta película de valientes que no se rinden y que llevan con orgullos los colores de lo que les tocó en suerte. Ni tampoco que las sucesivas repeticiones en el cable los enfrentaría a su craso error de juicio. Por donde se la mirara, era una buena película. Su único pecado era pertenecer con claridad a un género, el de la épica. Sus supuestos excesos, si se los perfilan dentro del género, dejan de ser excesos.


¿Será por eso que ahora ven con demasiada indulgencia a Hasta el último hombre y no se percatan de sus altibajos? El film cuenta la historia de Desmond Doss, un paramédico que participó en la batalla de Okinawa, en el Pacífico Sur duranta la Segunda Guerra Mundial y que por sus heroicas acciones de rescate fue el primer objetor de conciencia en recibir una medalla de honor. 


Ahora bien, el personaje del padre del protagonista no cierra por la voluntad de sus autores de no ser duros con él. El juicio sumario al que se somete al héroe culmina en un absurdo, la respuesta que les llega por carta es tan obvia que el tribunal tendría que saberla. La insistencia en castigarlo por ser objetor de consciencia es pueril. Quizá haya sido así en la realidad, como casi todas las películas  actuales, se basa en hechos reales, pero está mal contada. La ficción y la realidad no tienen los mismos parámetros. La realidad puede ser ilógica si lo prefiere. La ficción debe lucir posible… siempre. Los creadores pasaron del “Se non è vero, è ben trovato” al “verdadero, pero mal contado”. Volviendo a nuestro tema, ¿los críticos compensan con la glorificación de una película despareja el vilipendio pasado? Sabrán ellos.


Robert Zemeckis es un maestro, así nomás, lisa y llanamente. Su obra justifica la corona de laureles: I wanna hold your hand/Locos por ellos, 1978, Autos usados, 1980, Romancing the Stone/Tras la esmeralda perdida, 1984, la trilogía de Volver al futuro, 1985-1990, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, 1988, La muerte le sienta bien, 1992, Forrest Gump, 1994, Contacto, 1997. Y la cuesta abajo a partir del 2000, con una mala Revelaciones/What lies beneath y otra supuestamente buena, del mismo año, Náufrago, a la que no evalúo porque siempre la vi por partes. Sus experimentos con la animación El expreso polar, 2004, Beowulf, 2007, Los fantasmas de Scrooge/A Christmas Carol, 2009, y su regreso al cine con actores de carne y hueso, las muy desparejas El vuelo, 2012 y En la cuerda floja/The walk, 2015.


Y ahora Aliados con el que le perdieron todo respeto. Con absoluta injusticia. No es una película plenamente lograda, pero dista mucho de ser el bodrio que dijeron que era. Comienza con una revisita a la Casablanca en los tiempos y circunstancias de la película mítica de Bogart-Bergman. La pareja central son dos espías, él, canadiense, ella, francesa. Concluida la misión, recalan en la Londres del Blitz, donde surgirá la sombra de una sospecha atroz. Como es de esperarse, la reconstrucción de época es impecable y el vestuario de una soberbia belleza (la única nominación para un Óscar, Joanna Johnston, Mejor Diseño de Vestuario, repite nominación en los BAFTA). La inmensa Marion Cotillard hace otro lujoso despliegue de talento, se permite incluso un par de escenas que se volverán antológicas. El guión de Steven Knight (Negocios entrañables, Stephen Frears, 2002, Himno de Libertad, Michael Apted, 2006, Promesas del Este, David Cronenberg, 2007, Redemption, Steven Knight, 2013, Locke, Steven Knight, 2013, Un viaje de diez metros, Lasse Hallström, 2014, Una buena receta/Burnt, 2015) está a la altura de sus antecedentes, que como se ve no son pocos y no menos excelentes. Para no spoilear diré lo justo, juega con una de las posibilidades de la resolución de la intriga que plantea, y la cumple, claro, se puede decir que uno, entrenado, léase pervertido, por tantas películas, espera la otra, que, bueno, esta vez no se da.


El problema mayor reside en Brad Pitt. Cotillard puede dar clases de actuación, pero sin referente, no puede construir una relación, algo que toda película o actuación necesitan. Algo que actores menospreciados como Omar Sharif o el gran Hugh Grant supieron y saben desde siempre, la coprotagonista es sagrada y se la defiende a muerte. En Netflix pusieron en estos días el clásico Funny girl, Barbra Streisand sigue magnífica como el primer día como Fanny Brice, pero si Sharif no se hubiera tomado la molestia de quererla, no habría pasado a la historia, habría quedado en puros fuegos artificiales. Algo parecido dije respecto a Florence, Meryl Streep hace su inolvidable festival de histrionismo, pero sin el entorno que provee Hugh Grant habría sido un show tan carismático como vacío. Parece fácil ser el galán, no lo es. No se trata de ser solo apuesto, hay que comprometerse. Atreverse a armar una relación, como en la vida. Una piedra preciosa, sin un engarce es un incordio que se pierde en el cajón, dentro de un engarce es una joya. Las actrices fabulosas son piedras preciosas que necesitan un engarce.


Brad Pitt no me parece un buen actor, creo que es un chico lindo que tuvo la suerte de cruzarse con un director Ridley Scott que supo iluminarlo para justificar el error de Thelma (Geena Davis) en la ahora mítica Thelma y Louise, 1991. Este breve papel consagró por fin a Pitt, que venía insistiendo sin suerte, y lo catapultó no al estrellato sino al súper-estrellato. Pero a mí nunca me vendió nada, me parece de mediano talento para abajo, para no desvalorizarlo del todo suelo analizarlo técnicamente y en líneas generales no hallo nada muy destacable, a veces está menos peor que otras veces.


Pero en esta oportunidad, para escándalo de mis amigos, habituados a oírme despotricar contra él, haré una salvedad. Actuar es un hecho vivo, perdónenme la obviedad por un segundo. Hay que poner el cuerpo y a veces las circunstancias de la vida no pueden dejarse de lado, invaden, no pueden controlarse. Cuando se es una híper-estrella, los contratos se firman con mucha antelación. Aquí Brad Pitt luce más profesional que nunca, con la letra aprendida, haciendo grandes esfuerzos porque no se le noten las consecuencias de su publicitado divorcio de Angelina Jolie. Está en escena y no está. Su cuerpo está, pero su cabeza y su sensibilidad andan por otro lado. No puedo juzgarlo porque no puede hacer otra cosa, salvo lo que le sale, lo que le queda del oficio de actuar. Analizarlo sería una crueldad.



Aliados será eventualmente redescubierta y valorada por lo que es, una buena película, entretenida, con una excelente actuación de su protagonista femenina. Ninguna obra maestra, pero muy atendible (aunque más no sea porque es la película en que Brad Pitt aparece, pero no está). 

jueves, 19 de mayo de 2016

Mientras tanto en Cannes...

Por más agotador que parezca, alquien a quien no me canso de admirar y él no se cansa de regalarme horas inmejorables... el Sr. Steven Spielberg.

Desde que decidió que su carrera no fuera un templo de las obras sagradas de la cinematografia sino un patio de juegos en el que cabrían excelsitudes y bodrios, en los reportajes y las sesiones de fotos, Robert DeNiro pasó de ser un hombre hosco y parco a alguien casi tan simpático como Ricardo Darín. Aquí en Cannes junto a Usher y Edgar Ramírez en la presentación de Hands of stone, sobre la vida del boxeador Roberto "mano de piedra" Durán.
Julianne Moore parece que no le tiene miedo a la tradición de que los bífidos son mufa, bueno, los áspides y las cobras tienen mejor prensa, de allí que estas últimas engalanen este Givenchy. Yo, por las dudas, ya me toqué el izquierdo.
Marion Cotillard es lisa y llanamente perfecta. Actúa como los dioses, canta, es escultural y tiene cara de saber abrir la puerta para ir a jugar.
En Cannes, cuando uno los ve amucharse para una foto, se los percibe tiesos. Algo comprensible. Filmar es estar muy juntos durante un tiempo que se pierde en el pasado. Reencontrarse meses después para un estreno es incómodo. La intimidad está perdida, aunque existió. Y encima está el hecho de tocarse en público entre personas que fueron educadas en el distanciamiento corporal, brecha que solo se cruza en el afecto y en el sexo. De ahí que ver el detrás de una foto es revelador. El director Jeff Nichols, la actriz Ruth Negga y el actor Joel Edgerton posan en la presentación de Loving.


jueves, 15 de enero de 2015

Lo mejor y lo peor de las nominaciones al Oscar 2014




Ya se sabe, las premiaciones tienen más que ver con el azar que con la justicia, y las de Hollywood, en particular, más con la forma con la que eligen verse que con la calidad intrínseca de lo que distinguen. Eso no quita que cada año, uno tenga sus predilecciones por las cuales “hinchar”, así que vayamos a lo que en nuestro modesto entender es lo mejor y lo peor de las nominaciones al  Óscar 2014.


Entre lo mejor de lo mejor, las 9 nominaciones para El gran hotel Budapest, lujo para cualquier año cinematográfico. Después, que la gran Marion Cotillard, ninguneada por los Globos de Oro, hallara su lugar en la categoría de Mejor Actriz Protagónica. Y que a pesar de las muchas nominaciones y obtenciones, Meryl Streep fuera nominada por su actuación en la versión cinematográfica del gran musical de Stephen Sondheim Into the woods o sea En el bosque. Ya no sé cómo lo hace, porque parece cosa ‘e Mandinga o de milagro, pero Meryl supera en cada actuación lo hecho anteriormente, lo que en su caso es titánico. Como sea, lo que hace en Into the woods es SEN-SA-CIO-NAL, así con mayúsculas y dividido en sílabas para que dure más al enunciarlo. Un amigo dice en broma que las nominaciones deberían ser:” Y como mejor actriz, exceptuando a Meryl Streep, fulana y mengana”, así no les ocupa el lugar a todas las demás, que serán buenas, pero que medidas con la vara de Meryl, cabalgan un poco más atrás. Y por supuesto que Rosamund Pike haya sido nominada por su impecable trabajo en Perdida, maravilla de maravillas.


Entre los actores, está de lo más bien que regrese a las premiaciones el gran Robert Duvall, el hombre tiene tan parejo nivel de calidad que a menudo se lo olvida, ser siempre excelente a veces es un detrimento o asegura la invisibilidad. Y es una alegría que J K Simmons ingrese a las premiaciones por su apabullante maestro en Whiplash, era hora, el hombre viene remando en los repartos  desde siempre  (ídem anterior, ser siempre bueno no siempre es bueno).


Los cinco nominados por la Mejor Fotografía se ganaron el lugar con creces. Emmanuel Lubezki porque en Birdman tuvo que lidiar con que todas las escenas se filmaron en una sola toma, y ninguna dura menos de unos 10 minutos. Lukasz Zal y Ryszard Lenczewski  porque en Ida tuvieron que reproducir, en un lógico blanco y negro, los planos y la secuenciación de cómo se filmaba en los años sesenta. Dick Pope porque tuvo que lograr que toda el film luciera como un cuadro de Turner en, por supuesto, Mr Turner. Roger Deakins porque tuvo que lograr el conveniente tono épico para una tanto dejada de lado Invencible. Y Robert D. Yeoman porque tuvo que vérselas con todos los cambios de formato para que el Hotel Budapest fuera El gran hotel Budapest.


Y entre lo “más” mejor también, que el gran Alexandre Desplat figure con dos nominaciones en la misma categoría, la de Mejor Banda Sonora, por sus composiciones musicales para El gran hotel Budapest y The imitation game que aquí quizá se llame El código Enigma.


Entre lo peor, bueno, más que lo peor, porque es un cuadro de honor, digamos mejor entre las omisiones, los caídos del catre anuales. ¿Jake Gyllenhaal quedó afuera a pesar de lo que hizo en Primicia mortal? Un afano. ¿El árbol de la vida no figura entre las mejores películas animadas? Una miopía imperdonable. Y claro, la típica protesta consuetudinaria, nominaciones a mejor película sin que su director sea nominado y viceversa, directores nominados cuando la película por la que se lo distingue no lo está. ¿Y solo tres nominaciones técnicas para Invencible, el film que dirigió Angelina Jolie, sin ni siquiera una nominación para el guión que firman los hermanos Coen con Richard LaGravanese? Hum. ¿Y nada para su gran protagonista, Jack O’ Connell? Épocas hubo en que los actores adelgazaban un par de kilos para el papel y le llovían las nominaciones, Jack adelgaza y hace muchas cosas más. Creo que si en vez de Angelina figurara que la dirige Juan Montoto hubiera cosechado más.


Y por último, entre lo mejor de lo mejor de esta premiación, la nominación para Relatos salvajes del gran Damián Szifrón. ¡Qué suspenso! Como en inglés es Wild tales, fue nombrada última, ya que venían en orden alfabético. Para el infarto, mire.