viernes, 29 de julio de 2022

Cuando las cosas tienen que pasar...


 

Era el año 1954 y Shirley MacLaine con 20 años recién cumplidos se presentaba a todas las pruebas que podía en el agitado Broadway de entonces.

 

Obtuvo primero ser la understudy (reemplazo, suplente) oficial de las bailarinas de Me and Juliet (musical de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II). Como la obra tenía un modesto éxito y puede que bajara de cartel pronto, se presentó a las pruebas para The Pajama Game, musical de Richard Adler y Jerry Ross, que producían Frederick Brisson, Robert E. Griffith y Harold Prince con coreografía de Bob Fosse.

 

Fosse preseleccionó a Shirley, pero la sentó aparte de las otras preseleccionadas porque ya tenía trabajo en Me and Juliet. Apareció Jerome Robbins que había visto la prueba de Shirley y le preguntó a Fosse por qué no se decidía a contratarla. Bob le contestó que porque ya tenía trabajo y sentía que estaba “cuatrereando” bailarinas de otras producciones. Robbins le dijo que no fuera tan ético, que los otros coreógrafos de Broadway le quitarían bailarinas sin tantos miramientos y que hiciera lo mismo, además que fuera justo con la chica que era muy talentosa y que estaba en una producción que quizá no dudara mucho más.

 

Como Fosse ya tenía la grilla de bailarinas completa, la contrató como understudy de Carol Haney. Comenzaron los ensayos, estrenaron y el número de Carol Haney, Steam Heat, fue no solo el showstopper que todos esperaban que fuera sino la sensación del momento.

 

Mientras tanto, como Gwen Verdon perdía funciones de Can-Can, el musical de Cole Porter que la había convertido en estrella, abrieron postulaciones para reemplazarla en eventualidades, Shirley concursó y ganó.

 

Llenó entonces la planilla de renuncia de ser understudy de Carol Haney en The Pajama Game, que venía con la fama de no perderse función alguna. Supuso que como suplente de Gwen Verdon tenía más posibilidades de ser vista.

 

Al entrar al teatro vio a Harold Prince cerca de la boletería, se aproximó mientras buscaba en la cartera la renuncia, pero fue interceptada por los compañeros que le contaron la noticia: Haney se había esguinzado el tobillo y tenía que reemplazarla esa misma noche. La hicieron repasar la coreografía varias veces y la prepararon para la función.

 

Era una noche especial porque recibían la visita de un importante productor cinematográfico que venía a ver a Carol Haney precisamente. Harold Prince se debatía sobre avisarle o no que la Haney no actuaría esa noche, decidió que no y desapareció de la vista. Como es costumbre antes del inicio de la función, apareció en el proscenio el director de escenario para comunicar el reemplazo. El importante productor cinematográfico no se levantó de su butaca y vio todo el espectáculo.

 

Terminado el mismo, golpearon la puerta del camarín de Shirley. Un señor muy compuesto se presentó: Me llamo Hal B. Wallis, trabajo en Hollywood y quiero contratarla.

 

Wallis era literalmente un pez gordo del Hollywood de aquel momento. Tenía a su cargo en exclusividad las películas de Elvis Presley y las de Jerry Lewis y Dean Martin, más otros proyectos no exclusivos como algunos de Burt Lancaster, por ejemplo. Su importancia era tal que su nombre aparecía antes del título.

 

Consiguió que Alfred Hitchcock aceptara a Shirley como la protagonista de la comedia policial que filmaría a continuación The Trouble with Harry, 1955 (por aquí llamada El tercer tiro en su estreno y ¿Quién mató a Harry?, en su lanzamiento en video). Después Wallis puso a Shirley en Artistas y modelos (Artists and Models, Frank Tashlin, 1955) el vehículo de lucimiento de aquel año de Jerry Lewis y Dean Martin y consiguió también que Michael Todd la ubicara de protagonista junto a David Niven y Cantiflas en la arriesgada producción de La vuelta al mundo en 80 días (Michael Anderson, John Farrow) que fue un megaéxito. O sea que en menos de tres años, Shirley MacLaine era una estrella instalada.

 

Respecto a Carol Haney, cuando en 1957 se decidió llevar The Pajama Game (por aquí Juego de pijamas) a la pantalla grande con Doris Day y John Raitt en los protagónicos, con codirección de George Abbott y Stanley Donen, Fosse y Donen se aseguraron que repitiera el número que la había hecho figura en Broadway. Y así hoy podemos atestiguar la perfección lograda por Carol Haney en el diseño coreográfico de Bob Fosse.

 

Y ya que apareció Doris Day en escena, como corolario podemos repetir el estribillo de una de sus canciones insignia Que Será, Será…

Gustavo Monteros

Fuente: Bob Fosse All His Jazz, libro de Martin Gottfried



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