viernes, 1 de julio de 2022

Kiss me, Kate - Bésame, Catalina




 

Continúo con mi repaso de las películas que Bob Fosse hizo como actor. Hoy me toca: Kiss me, Kate (retitulada Bésame, Catalina por estos pagos)

 

El 30 de diciembre de 1948 se estrenó en el New Century Theatre de Broadway, Kiss me, Kate con libro de Bella y Samuel Spewack y canciones de Cole Porter, basada en La fierecilla domada de William Shakespeare, con Alfred Drake y Patricia Morrison en los protagónicos.

 

Y la historia de la comedia musical sumó otro hito insoslayable. (En su primera temporada hizo ¡1077 funciones!)

 

En 1953 se estrenó la versión cinematográfica con dirección de George Sidney con Kathryn Grayson y Howard Keel al frente del elenco.

 

El viejo Hollywood era todavía literalmente una fábrica de sueños y se trabajaba de lunes a viernes de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Y como el bailarín y coreógrafo Bob Fosse estaba en la nómina de la MGM fue la tercera película en la que participó en ese año del Señor, 1953 (las otras dos son las que ya revisamos, The Affairs of Dobie Gills (Don Weiss) y Give a girl a break (Stanley Donen)).

 

(Shirley MacLaine en uno de sus tantos libros de memorias cuenta que Fosse dirigió su primera película Sweet Charity (1969) todavía bajo el esquema horario de lunes a viernes, de mañana a tarde, en los estertores del sistema de estudios. Recientemente Julie Andrews recordó que hizo dos de sus películas de gran presupuesto, Thoroughly Modern Millie (George Roy Hill, 1967) y Star! (Robert Wise, 1968) con ese schedule)

 

Kiss me, Kate era la apuesta musical fuerte de la MGM de ese año. Gran producción, en colores, en ¡3D!, con preestrenos en Roadshows (cines grandes, caros y elegantes que solo daban películas espectaculares y largas que incluían un  intervalo).

 

Kiss me, Kate en su versión teatral original es un milagro, un artefacto perfecto de brillantez musical y comicidad infalible. Se nutre desde su origen en juegos de teatro dentro del teatro (lo que más tarde se conoció como metateatralidad).

 

Digo desde su origen porque se dice que se basó en las disputas, en escena y bambalinas, que la pareja en la vida real de Lynn Fontanne y Alfred Lunt desplegaron durante la temporada de 1935 cuando hicieron en Broadway un montaje de La fierecilla domada.

 

Kiss me, Kate se abre cuando se inician los ensayos de una versión de esta obra de Shakespeare, que será encabezada por los divos Fred Graham (Howard Keel) y Lilli Vanessi (Kathryn Grayson), que años atrás fueron pareja y por más que ella vaya a casarse con el millonario tejano Tex Callaway (Willard Parker), ya se sabe que donde hubo fuego…

 

A este triángulo, hay que sumar el dúo de Lois Lane (Ann Miller), corista harta de serlo y con ambiciones de ascender con el secundario que le dieron en esta producción y Bill Calhoun (Tommy Rall), novio, o algo así, de Lois, jugador empedernido que ha perdido un par de miles de dólares por los cuales ha firmado un pagaré con el nombre de Fred Graham, lo que ocasionará la presencia de dos gánsteres, tan amenazadores como cómicos, Lippy (Keenan Wynn) y Slug (James Whitmore), empeñados en cobrar lo adeudado.

 

De allí que los conflictos de la obra se vean espejados en los problemas de los actores que los encarnan. La película se empeña en derribar el andamiaje irresistible de la obra, pero no lo logra, sobre todo porque la partitura de Cole Porter que cohesiona los enredos es una de sus mejores y no se puede opacar, por más que se intente, la genialidad de un genio.

 

La película en sus escenas iniciales busca esquivar por un rato la teatralidad del asunto, para caer luego de cabeza en la misma. Se elimina el inolvidable opus inicial (Another Op’nin’ Another Show) para ubicar la apertura del Segundo Acto, la híper deliciosa Too Darn Hot, que de otro modo no hubiera tenido cabida según como se organizó el guión.

 

Y cerca del final para redondear el destino de los personajes secundarios, se agregó From this moment on, que no estaba en la pieza original.

 

El cast es problemático, pero no había otro camino que usar a las estrellas del estudio. Keel y Grayson cantan como los dioses y le hacen justicia a la musicalidad exquisita de las canciones, pero no dan nunca la fluidez del juego de comedia planteado. Ann Miller es sexy, pero carece de la duplicidad que su personaje exige. Tommy Rall baila hasta dejar al público sin aliento, pero le falta el cinismo desenfadado y seductor que su jugador requiere.

 

Lo mejor viene por el lado de los gánsteres que Whitmore y Wynn vuelven irresistibles. Y por los números de baile, claro. Si Bob Fosse tenía mucha cámara en Give a girl a brek y Bobby Van era el protagonista de The Affairs of Dobie Gills, aquí son confinados al reparto, en esta ocasión se promovía sus figuras ubicándolos al lado de las grandes estrellas del estudio.

 

La coreografía de todo el film se supone pertenece al mítico Hermes Pan, colaborador habitual de Fred Astaire, pero es indiscutible por las marcas de fábrica que denota, que la parte que hace Fosse en From this moment on ha sido coreografiada por él.

 

En este número que adjunto Ann Miller baila con Tommy Rall, Bobby Van con Jeanne Coyne y Bob Fosse con Carol Haney.


Pongo ahora solo la parte de Fosse y Hanney para destacar el truco de la vuelta en el aire sin un plano inclinado para darse impulso que hace Fosse (¡otra que Jackie Chan!) y los gestos coreográficos pequeños, múltiples y sincopados que conformarán el “estilo Fosse” y que ya se evidencian aquí. (Como puede verse, el diseño escenográfico está influenciado por las obras metafísicas del pintor surrealista, Giorgio de Chirico) Por último agrego la canción de Wynn y Whitmore, Brush up your Shakespeare. Se dice que el impecable juego cómico surgió, porque en vez de ensayar se pusieron a jugar a las cartas y a beber, dado que la canción les parecía “silly” (tonta). El director George Sidney los felicitó al terminar el rodaje del número porque creyó que la coreografía desmañada era a propósito y que habían logrado “traducir” inmejorablemente el diseño coreográfico planteado a sus atorrantes personajes. Corroboración irrefutable de que a veces menos es más. 
Gustavo Monteros

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