Continúo con mi repaso de las películas que Bob Fosse
hizo como actor. Hoy me toca: Kiss me,
Kate (retitulada Bésame, Catalina
por estos pagos)
El 30 de diciembre de 1948 se estrenó en el New Century
Theatre de Broadway, Kiss me, Kate
con libro de Bella y Samuel Spewack y canciones de Cole Porter, basada en La fierecilla domada de William
Shakespeare, con Alfred Drake y Patricia Morrison en los protagónicos.
Y la historia de la comedia musical sumó otro hito
insoslayable. (En su primera temporada hizo ¡1077 funciones!)
En 1953 se estrenó la versión cinematográfica con
dirección de George Sidney con Kathryn Grayson y Howard Keel al frente del
elenco.
El viejo Hollywood era todavía literalmente una fábrica
de sueños y se trabajaba de lunes a viernes de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Y
como el bailarín y coreógrafo Bob Fosse estaba en la nómina de la MGM fue la
tercera película en la que participó en ese año del Señor, 1953 (las otras dos
son las que ya revisamos, The Affairs of
Dobie Gills (Don Weiss) y Give a girl
a break (Stanley Donen)).
(Shirley MacLaine en uno de sus tantos libros de memorias
cuenta que Fosse dirigió su primera película Sweet Charity (1969) todavía bajo el esquema horario de lunes a
viernes, de mañana a tarde, en los estertores del sistema de estudios.
Recientemente Julie Andrews recordó que hizo dos de sus películas de gran
presupuesto, Thoroughly Modern Millie
(George Roy Hill, 1967) y Star!
(Robert Wise, 1968) con ese schedule)
Kiss
me, Kate era la apuesta musical fuerte de la MGM de ese año. Gran
producción, en colores, en ¡3D!, con preestrenos en Roadshows (cines grandes,
caros y elegantes que solo daban películas espectaculares y largas que incluían
un intervalo).
Kiss
me, Kate en su versión teatral original es un milagro, un
artefacto perfecto de brillantez musical y comicidad infalible. Se nutre desde
su origen en juegos de teatro dentro del teatro (lo que más tarde se conoció
como metateatralidad).
Digo desde su origen porque se dice que se basó en las
disputas, en escena y bambalinas, que la pareja en la vida real de Lynn
Fontanne y Alfred Lunt desplegaron durante la temporada de 1935 cuando hicieron
en Broadway un montaje de La fierecilla
domada.
Kiss
me, Kate se abre cuando se inician los ensayos de una versión de
esta obra de Shakespeare, que será encabezada por los divos Fred Graham (Howard
Keel) y Lilli Vanessi (Kathryn Grayson), que años atrás fueron pareja y por más
que ella vaya a casarse con el millonario tejano Tex Callaway (Willard Parker),
ya se sabe que donde hubo fuego…
A este triángulo, hay que sumar el dúo de Lois Lane (Ann
Miller), corista harta de serlo y con ambiciones de ascender con el secundario
que le dieron en esta producción y Bill Calhoun (Tommy Rall), novio, o algo
así, de Lois, jugador empedernido que ha perdido un par de miles de dólares por
los cuales ha firmado un pagaré con el nombre de Fred Graham, lo que ocasionará
la presencia de dos gánsteres, tan amenazadores como cómicos, Lippy (Keenan
Wynn) y Slug (James Whitmore), empeñados en cobrar lo adeudado.
De allí que los conflictos de la obra se vean espejados
en los problemas de los actores que los encarnan. La película se empeña en
derribar el andamiaje irresistible de la obra, pero no lo logra, sobre todo
porque la partitura de Cole Porter que cohesiona los enredos es una de sus
mejores y no se puede opacar, por más que se intente, la genialidad de un
genio.
La película en sus escenas iniciales busca esquivar por
un rato la teatralidad del asunto, para caer luego de cabeza en la misma. Se
elimina el inolvidable opus inicial (Another
Op’nin’ Another Show) para ubicar la apertura del Segundo Acto, la híper
deliciosa Too Darn Hot, que de otro
modo no hubiera tenido cabida según como se organizó el guión.
Y cerca del final para redondear el destino de los
personajes secundarios, se agregó From
this moment on, que no estaba en la pieza original.
El cast es problemático, pero no había otro camino que
usar a las estrellas del estudio. Keel y Grayson cantan como los dioses y le
hacen justicia a la musicalidad exquisita de las canciones, pero no dan nunca
la fluidez del juego de comedia planteado. Ann Miller es sexy, pero carece de
la duplicidad que su personaje exige. Tommy Rall baila hasta dejar al público
sin aliento, pero le falta el cinismo desenfadado y seductor que su jugador
requiere.
Lo mejor viene por el lado de los gánsteres que Whitmore
y Wynn vuelven irresistibles. Y por los números de baile, claro. Si Bob Fosse
tenía mucha cámara en Give a girl a brek
y Bobby Van era el protagonista de The
Affairs of Dobie Gills, aquí son confinados al reparto, en esta ocasión se
promovía sus figuras ubicándolos al lado de las grandes estrellas del estudio.
La coreografía de todo el film se supone pertenece al
mítico Hermes Pan, colaborador habitual de Fred Astaire, pero es indiscutible
por las marcas de fábrica que denota, que la parte que hace Fosse en From this moment on ha sido
coreografiada por él.
En este número que adjunto Ann Miller baila con Tommy
Rall, Bobby Van con Jeanne Coyne y Bob Fosse con Carol Haney.
No hay comentarios:
Publicar un comentario