Me deliran
las actrices y las buenas, ni les digo. Esperaba el estreno de Doce casas con la expectación con que
otros esperan, no sé, un clásico de fútbol, la polla de potrancas o el
concierto de su banda favorita. Que Leonor Manso, Rita Cortese, Cristina Banegas,
Tina Serrano, María Onetto, Julieta Zylberberg, Susu Pecoraro, Aylín Salas, Verónica
Llinás, Alejandra Flechner, Julia Calvo, entre otras magníficas, fueran a
habitar y respirar textos de Santiago Loza (que se ganó mi admiración fiel con
ese hermosísimo monodrama Nada del amor
me produce envidia) acrecentaba la urgencia. Sé que no es aconsejable
alentar tanta ansiedad, que es el camino más veloz a otra desilusión, aunque
esta vez había un reaseguro, el inconmensurable talento de las mencionadas,
quienes hasta en sus peores noches vuelven la cita ineludible.
Son doce
historias, cada una de ellas dividida en cuatro capítulos de media hora. El hilo
que las une es la visita de una imagen de la Virgen a cada casa.
Antes
del estreno, Loza en un reportaje, adelantaba lo siguiente: "Las historias
se desarrollan en un pueblo pequeño en la década del 80, con el final de la
dictadura como telón de fondo. Fue la época en la que la televisión pasó del
blanco y negro al color. Rescatan una estética, un imaginario y unos referentes
culturales importantes para los que hoy andamos por los 40 años: películas como
Flashdance y programas como los de Gasalla y Juana Molina de aquellos días. Es
una propuesta alternativa desde lo visual y también desde la formación del
elenco.” (…) “Me parece que en este ciclo se va a ver algo más cercano a mi
teatro que a mi cine. Todo el proyecto tiene algo de experimento, pero no
porque sea algo críptico. En realidad, son situaciones muy cotidianas que
ocurren íntegramente en interiores, en casas de clase media de un pueblo
chiquito. Pero tienen una estética de clase media que no se ve en la tele de
hoy, donde todo parece de diseño. Tienen humor, sensibilidad y un clima de
melodrama."(…) “Nos pareció interesante la idea de trabajar todo en
estudios y dialogar con un tipo de televisión que yo vi mucho durante la
primavera alfonsinista.”
Esto
último está muy logrado y es el primer y único escollo a superar. El programa
dialoga con Situación límite de
Alejandro Doria, por ejemplo, y la verdad, uno está desacostumbrado a esa quietud
de planos, a ese parsimonioso desarrollo de personajes y conflictos, a esa minuciosa creación de
tensiones, a esa concentración de climas narrativos. Pero sobrepasada esa
desazón inicial, una vez decodificado el estilo en que la historia se
desarrollará, el resto es puro placer.
Esta
semana es el turno de La historia de Lidia y Ester. Lidia (Marilú Marini) y
Ester (Claudia Lapacó) son dos hermanas mayores y solteras que tienen una
mercería. La llegada de un sobrino, Claudio Tolcachir, introducirá una fisura
en una relación que creían monolítica.
Verlas
a Marilú Marini y Claudia Lapacó desplegar su arte es un banquete, gozoso como
pocos. Tolcachir también está muy bien, pero como el eje pasa por Marini-Lapacó
son ellas, las que en principal medida, llevan el histrionismo, lisa y
llanamente, a pináculos de gloria. Sólo el ditirambo más desatado puede dar una
idea de lo que logran. Si como yo son degustadores de grandes actuaciones, no
pueden dejar pasar esta oportunidad única.
Doce casas va de lunes a jueves a las 22:30 por Canal 7
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