jueves, 13 de marzo de 2014

En la noche del pasado (Segunda parte)



Ronald no es nada más ni nada menos que Charles Rainier (¡y pensar que sin saber le había puesto Charles a su hijito!), un señor rico y noble. Vuelve a su casa que es un palacete que reíte de Downton Abbey. Llega tarde, de noche. El criado que lo atendió es nuevo y no lo reconoce, tienen que esperar a que se levante el mayordomo quien sabrá si es o no el señor perdido. Aparece el mayordomo de bata y pijamas y lo recibe con calidez, sí, es el señor dueño. Criado y mayordomo le cuentan que toda la familia está presente porque ayercito nomás enterraron al patriarca o sea al padre de Ronald/Charles. Ronald se entristece. Fundido a negro.


Es la mañana siguiente, toda la familia está desayunando y comentando malévolamente la providencial aparición de Ronald, ya se hacían herederos y resulta que ahora se quedan casi con las manos vacías. La única que se alegra es Kitty (Susan Peters), joven sobrina política de Charles. A la adolescente Kitty le parece ultra romántico que el tío perdido aparezca de repente como por arte de magia. Dicha simpatía previa se transforma en ardor cuando lo ve en persona, como es Ronald Colman se prenderá de él, algo totalmente lógico para el público de la época. Los demás parientes no son tan afectuosos ni ardorosos al comprobar que no se trata de un intruso sino del verdadero Ronald.


Todos se van post desayuno, post lectura del testamento, con tibios saludos. Kitty aprovecha para autoinvitarse a pasar las vacaciones escolares con Ronald. Ronald queda solo en el inmenso caserón, el mayordomo le pregunta qué va a hacer ahora, Ronald le dice que quizá vuelva a completar sus estudios en Cambridge o quizá se dedique a escribir, el mayordomo le indica que lo mejor es que se dedique a los negocios familiares, Ronald le dice que nada sabe de negocios, el mayordomo le dice que comience, que todo vendrá por añadidura, que los negocios están en su sangre. 



Fundido a un retrato de Kitty, en off se oye su voz leyendo cartas que escribe a través del tiempo, mientras los retratos van cambiando, primero está igual a como la conocimos, después se está graduando con birrete y toga, después está deslumbrante en su presentación en sociedad, ella también siempre en estilo años 40 con apenas detalles de los años 20, no sea cosa que las chicas de la platea rechacen el film porque les parezca antipáticamente lejano a su contemporaneidad. 




Mientras tanto de Greer no sabemos nada, nada de nada. 



Kitty, convertida ya en toda una damita, se le aparece en la oficina a un ocupado Ronald, de quien ya sabemos que se ha abocado a los negocios familiares. Ronald pretende sacársela de encima diciendo que está muy pero muy ocupado. Kitty insiste y dice que cuenta con el aval de Margaret, la secretaria de Roland. Por el intercomunicador, Ronald le pregunta si esto es verdad, Margaret asiente y lo insta a que vaya a almorzar con Kitty, que le va a hacer bien despejarse un poco.


En el almuerzo Kitty le pregunta por qué se convirtió en un Rey de la Industria y no siguió estudiando o escribiendo, Ronald le contesta que no lo hizo solo por mejorar las finanzas familiares sino por los miles de empleados que dependen de ellos, mirá vos, un capitalista con corazón de oro, en el Hollywood clásico, salvo en los films noir, los ricos son siempre buenos y paternalistas, o sea te explotan pero te dan una palmada en la espalda. Kitty le dice que siempre lo quiso y que ya está perdiendo las esperanzas de pescarlo, Ronald le dice que no las pierda, que le siguen preocupando los años que no recuerda, pero que no puede atar su vida a un hueco, mientras dice esto sostiene en sus manos la llave de la cabaña que compartió con Greer, una llave labrada, aparatosa, tan cursi como la casa a la que pertenece. Sí, se casarán. Kitty no lo puede creer. 




De vuelta en la oficina, le pide a Margaret su secretaria que le traiga unos papeles de una fábrica que los parientes insisten que compre. Entra Margaret, quien no es nada más ni nada menos que ¡Greer! Hablan de la fábrica, Margaret/Greer le dice que tiene algunas fotos, busca en la carpeta que lleva y se las muestra, se trata de la acería de Melbridge, el pueblito donde se conocieron. Ronald ni se inmuta, aunque de todos modos decide comprarla. Ronald le pregunta a Margaret/Greer si tiene compromisos personales, ya que va a alejarse un tiempo de la empresa y necesitará que ella se ocupe de mantenerla en funcionamiento. Margaret/Greer le dice que no, que alguna vez tuvo familia, que su esposo desapareció y que el hijito que tuvieron ¡ha muerto! (así, sin anestesia, nos enteramos del destino del pobre Carlitos) y que no cree que vuelva a formar otra familia. Ronald dice ah, sí, recuerdo que me lo contó cuando la entrevisté para este trabajo, ¡lo siento mucho!, le dice, ironía suprema si las hay, ¡él es el marido en cuestión!



A continuación Ronald le comunica que va a casarse. Margaret/Greer es toda una lady, como toda reacción, para disimular el golpe y las lágrimas, no hace más que levantar su depiladísima ceja, y sí, al igual que Zully Moreno pertenecía a la escuela del histrionismo cejil, después de todo las más variadas emociones humanas pueden expresarse con cejas a) normales, b) a media asta, c)  levantadas y d) para emociones extremas, levantadísimas, las comediantes preferían los mohines o los pucheros, las dramáticas, las cejas. Margaret/Greer le agradece que confíe en ella, lo felicita y sale, digna y erguida como una reina, así se sufre, con estilo, con elegancia, que se te rompa el corazón, pero que se te corra el maquillaje o se te desarme el peinado, jamás.



La escena siguiente transcurre en el departamento de Margaret/Greer, Ronald debe pagar bien porque es como una suite del George V, candelabros, muebles de estilo, mucha tapicería, ningún rancho bah, ni nada de simplificaciones minimalistas, mucha silla, mucha mesa, mucho cuadro, mucha alfombra, que se note que se vive bien. Margaret/Greer está con el Psiquiatra, sí,  el mismo que atendió a Ronald en el manicomio, Margaret/Greer le dice que está tentada a decirle la verdad ya que Ronald sigue sin acordarse de nada a  pesar de su presencia constante. El Psiquiatra le dice que si hace eso es probable que la odie, Margaret/Greer opina que quizá Ronald haga lo correcto y se case con ella, pero que nunca la querrá y ella quiere que él la quiera. Es evidente que el Psiquiatra está enamorado de Margaret/Greer, es medio feo pero alto, lo cual es un valor que suma, aunque claro no es Ronald bigotín de anchoa Colman. Margaret/Greer le agradece al Psiquiatra su lealtad y lamenta no corresponderlo (subtexto, quizá si fueras un protagónico y no un actor de reparto tendrías más chances). El psiquiatra parte resignado.


En la próxima escena, Margaret/Greer, impecable, vestida para matar, está en las oficinas de unos abogados, está tramitando que den por muerto a su marido desaparecido y den por nulo su matrimonio, es tan pero tan noble que hace esto para que Ronald no sea bígamo y pueda casarse con Kitty tranquilo. Los abogados le preguntan si lo ha buscado y ella llena los espacios que nos quedaban en blanco. Margaret/Greer gastó todos sus ahorros (ah, tenía ahorros) buscando a Ronald al ver que éste no volvía de Liverpool, que al poco tiempo murió bebé Charles (con razón no lo mostraban mucho, para que no desarrollemos mucha empatía, por eso era, bebé Charles pasó literalmente sin pena ni gloria por la historia) y que quedó postrada de tan destrozada que estaba, cuando se recuperó buscó trabajo en el teatro, pero ya no era lo mismo, no ponía el alma en lo que hacía y fracasó, tomó entonces un curso de taquigrafía y consiguió un trabajo de secretaria, después leyó que Charles Rainier (o sea Ronald) era el Rey de la Industria y quiso trabajar con él, se presentó y fue aceptada. Los abogados le dicen que no habrá ningún inconveniente y que ya puede considerarse otra vez soltera.

Mientras tanto los planes para el casamiento entre Kitty y Ronald marchan viento en popa, parte de la familia está tomando el té en el jardín, Kitty y Ronald salen detrás de un seto, muy del brazo, uno de los parientes les dice que el párroco los está esperando para que elijan un himno para la ceremonia, hacia allá van,  el párroco en la capilla del palacete toca un himno en un gran órgano, la luz que se cuela por los vitrales baña el recinto, of course, Kitty escucha embelesada y dice que sea ése el que toquen en la boda, Ronald con la dichosa llave de la cabaña que compartieron con Greer en la mano se pierde en sus pensamientos, a Kitty se le llenan los ojos de lágrimas, la pobre comprende que Ronald nunca olvidará los años perdidos y que a ella apenas la quiere, que no la ama, que el misterio siempre se impondrá entre ellos y supone con toda razón que quizá haya una historia de amor olvidada pero no muerta, ah, la amnesia, Kitty le dice a Ronald que no se casará con él y que es una suerte que se haya dado cuenta del error antes de haber llegado más lejos, que se irá de viaje a la Riviera, se divertirá y se enamorará de un joven con el que tal vez se casé, le pide eso sí un último beso, el único que veremos entre ellos porque antes todo se había resuelto entre conversaciones y apretones de manos. Kitty se va y Ronald queda haciendo girar la llave labrada, recargada y barroca. Fundido a negro. 


En las oficinas de la empresa, Margaret/Greer hace frente a una crisis, unos hombres inquietos quieren ver a Ronald con urgencia, Margaret/Greer se comunica con el mayordomo del palacete, quien le dice que no sabe adónde fue Ronald, pero que sospecha que se ha ido a Liverpool a ver si puede recordar algo.

En un hotel de primera clase, Ronald está sentado en la cama con ¡la llave en la mano!, golpean a la puerta, atiende, obviamente es Margaret/Greer que le dice que supo donde podría estar por el mayordomo y que miembros del partido liberal lo buscan con insistencia porque quieren que se presente en las elecciones como representante del condado donde están sus tierras, Ronald dice que antes de nada quisiera ver si puede dilucidar de dónde venía cuando recuperó la memoria, Margaret/Greer se ofrece a ayudarlo, le dice que si estaba frente a El  Mercurio puede que saliera del hotel Majestic o del hotel del Norte, no olvidemos que Greer conocía todos los hoteles de Gran Bretaña, le dice también que si jamás volvió al hotel puede que todavía tuvieran el equipaje que había dejado atrás. Ronald sugiere que comiencen por el hotel del Norte, corte.

Están ahora en una especie de depósito delante de la valija de cartón con muchas etiquetas de Greer, toquetean la ropa pero a Ronald no se le prende ninguna lamparita, Margaret/Greer insiste pero a Ronald las ropas no le recuerdan nada, es más se ofusca porque son ropas pobres y civiles y no un uniforme ya que él era un militar que volvía de la guerra, Margaret/Greer se calla y Ronald dice que abandonen la búsqueda inútil y que sí, que aceptará la propuesta de presentarse en las elecciones. (Continuará)

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