Ronald no es nada más
ni nada menos que Charles Rainier (¡y pensar que sin saber le había puesto
Charles a su hijito!), un señor rico y noble. Vuelve a su casa que es un
palacete que reíte de Downton Abbey. Llega tarde, de noche. El criado que lo
atendió es nuevo y no lo reconoce, tienen que esperar a que se levante el
mayordomo quien sabrá si es o no el señor perdido. Aparece el mayordomo de bata
y pijamas y lo recibe con calidez, sí, es el señor dueño. Criado y mayordomo le
cuentan que toda la familia está presente porque ayercito nomás enterraron al
patriarca o sea al padre de Ronald/Charles. Ronald se entristece. Fundido a
negro.
Es la mañana
siguiente, toda la familia está desayunando y comentando malévolamente la
providencial aparición de Ronald, ya se hacían herederos y resulta que ahora se
quedan casi con las manos vacías. La única que se alegra es Kitty (Susan
Peters), joven sobrina política de Charles. A la adolescente Kitty le parece
ultra romántico que el tío perdido aparezca de repente como por arte de magia.
Dicha simpatía previa se transforma en ardor cuando lo ve en persona, como es
Ronald Colman se prenderá de él, algo totalmente lógico para el público de la
época. Los demás parientes no son tan afectuosos ni ardorosos al comprobar que
no se trata de un intruso sino del verdadero Ronald.
Todos se van post
desayuno, post lectura del testamento, con tibios saludos. Kitty aprovecha para
autoinvitarse a pasar las vacaciones escolares con Ronald. Ronald queda solo en
el inmenso caserón, el mayordomo le pregunta qué va a hacer ahora, Ronald le
dice que quizá vuelva a completar sus estudios en Cambridge o quizá se dedique
a escribir, el mayordomo le indica que lo mejor es que se dedique a los
negocios familiares, Ronald le dice que nada sabe de negocios, el mayordomo le
dice que comience, que todo vendrá por añadidura, que los negocios están en su
sangre.
Fundido
a un retrato de Kitty, en off se oye su voz leyendo cartas que escribe a través
del tiempo, mientras los retratos van cambiando, primero está igual a como la
conocimos, después se está graduando con birrete y toga, después está
deslumbrante en su presentación en sociedad, ella también siempre en estilo
años 40 con apenas detalles de los años 20, no sea cosa que las chicas de la
platea rechacen el film porque les parezca antipáticamente lejano a su
contemporaneidad.
Mientras
tanto de Greer no sabemos nada, nada de nada.
Kitty, convertida ya
en toda una damita, se le aparece en la oficina a un ocupado Ronald, de quien
ya sabemos que se ha abocado a los negocios familiares. Ronald pretende
sacársela de encima diciendo que está muy pero muy ocupado. Kitty insiste y
dice que cuenta con el aval de Margaret, la secretaria de Roland. Por el
intercomunicador, Ronald le pregunta si esto es verdad, Margaret asiente y lo
insta a que vaya a almorzar con Kitty, que le va a hacer bien despejarse un
poco.
En el almuerzo Kitty
le pregunta por qué se convirtió en un Rey de la Industria y no siguió
estudiando o escribiendo, Ronald le contesta que no lo hizo solo por mejorar
las finanzas familiares sino por los miles de empleados que dependen de ellos,
mirá vos, un capitalista con corazón de oro, en el Hollywood clásico, salvo en
los films noir, los ricos son siempre buenos y paternalistas, o sea te explotan
pero te dan una palmada en la espalda. Kitty le dice que siempre lo quiso y que
ya está perdiendo las esperanzas de pescarlo, Ronald le dice que no las pierda,
que le siguen preocupando los años que no recuerda, pero que no puede atar su
vida a un hueco, mientras dice esto sostiene en sus manos la llave de la cabaña
que compartió con Greer, una llave labrada, aparatosa, tan cursi como la casa a
la que pertenece. Sí, se casarán. Kitty no lo puede creer.
De vuelta en la
oficina, le pide a Margaret su secretaria que le traiga unos papeles de una
fábrica que los parientes insisten que compre. Entra Margaret, quien no es nada
más ni nada menos que ¡Greer! Hablan de la fábrica, Margaret/Greer le dice que
tiene algunas fotos, busca en la carpeta que lleva y se las muestra, se trata
de la acería de Melbridge, el pueblito donde se conocieron. Ronald ni se
inmuta, aunque de todos modos decide comprarla. Ronald le pregunta a
Margaret/Greer si tiene compromisos personales, ya que va a alejarse un tiempo
de la empresa y necesitará que ella se ocupe de mantenerla en funcionamiento.
Margaret/Greer le dice que no, que alguna vez tuvo familia, que su esposo
desapareció y que el hijito que tuvieron ¡ha muerto! (así, sin anestesia, nos
enteramos del destino del pobre Carlitos) y que no cree que vuelva a formar
otra familia. Ronald dice ah, sí, recuerdo que me lo contó cuando la entrevisté
para este trabajo, ¡lo siento mucho!, le dice, ironía suprema si las hay, ¡él
es el marido en cuestión!
A continuación Ronald
le comunica que va a casarse. Margaret/Greer es toda una lady, como toda
reacción, para disimular el golpe y las lágrimas, no hace más que levantar su
depiladísima ceja, y sí, al igual que Zully Moreno pertenecía a la escuela del
histrionismo cejil, después de todo las más variadas emociones humanas pueden
expresarse con cejas a) normales, b) a media asta, c) levantadas y d) para emociones extremas,
levantadísimas, las comediantes preferían los mohines o los pucheros, las
dramáticas, las cejas. Margaret/Greer le agradece que confíe en ella, lo
felicita y sale, digna y erguida como una reina, así se sufre, con estilo, con
elegancia, que se te rompa el corazón, pero que se te corra el maquillaje o se
te desarme el peinado, jamás.
La escena siguiente
transcurre en el departamento de Margaret/Greer, Ronald debe pagar bien porque
es como una suite del George V, candelabros, muebles de estilo, mucha
tapicería, ningún rancho bah, ni nada de simplificaciones minimalistas, mucha
silla, mucha mesa, mucho cuadro, mucha alfombra, que se note que se vive bien.
Margaret/Greer está con el Psiquiatra, sí, el mismo que atendió a Ronald en el manicomio,
Margaret/Greer le dice que está tentada a decirle la verdad ya que Ronald sigue
sin acordarse de nada a pesar de su
presencia constante. El Psiquiatra le dice que si hace eso es probable que la
odie, Margaret/Greer opina que quizá Ronald haga lo correcto y se case con
ella, pero que nunca la querrá y ella quiere que él la quiera. Es evidente que
el Psiquiatra está enamorado de Margaret/Greer, es medio feo pero alto, lo cual
es un valor que suma, aunque claro no es Ronald bigotín de anchoa Colman.
Margaret/Greer le agradece al Psiquiatra su lealtad y lamenta no corresponderlo
(subtexto, quizá si fueras un protagónico y no un actor de reparto tendrías más
chances). El psiquiatra parte resignado.
En la próxima escena,
Margaret/Greer, impecable, vestida para matar, está en las oficinas de unos
abogados, está tramitando que den por muerto a su marido desaparecido y den por
nulo su matrimonio, es tan pero tan noble que hace esto para que Ronald no sea
bígamo y pueda casarse con Kitty tranquilo. Los abogados le preguntan si lo ha
buscado y ella llena los espacios que nos quedaban en blanco. Margaret/Greer
gastó todos sus ahorros (ah, tenía ahorros) buscando a Ronald al ver que éste
no volvía de Liverpool, que al poco tiempo murió bebé Charles (con razón no lo
mostraban mucho, para que no desarrollemos mucha empatía, por eso era, bebé
Charles pasó literalmente sin pena ni gloria por la historia) y que quedó
postrada de tan destrozada que estaba, cuando se recuperó buscó trabajo en el
teatro, pero ya no era lo mismo, no ponía el alma en lo que hacía y fracasó,
tomó entonces un curso de taquigrafía y consiguió un trabajo de secretaria,
después leyó que Charles Rainier (o sea Ronald) era el Rey de la Industria y
quiso trabajar con él, se presentó y fue aceptada. Los abogados le dicen que no
habrá ningún inconveniente y que ya puede considerarse otra vez soltera.
Mientras
tanto los planes para el casamiento entre Kitty y Ronald marchan viento en
popa, parte de la familia está tomando el té en el jardín, Kitty y Ronald salen
detrás de un seto, muy del brazo, uno de los parientes les dice que el párroco
los está esperando para que elijan un himno para la ceremonia, hacia allá
van, el párroco en la capilla del
palacete toca un himno en un gran órgano, la luz que se cuela por los vitrales
baña el recinto, of course, Kitty escucha embelesada y dice que sea ése el que
toquen en la boda, Ronald con la dichosa llave de la cabaña que compartieron
con Greer en la mano se pierde en sus pensamientos, a Kitty se le llenan los
ojos de lágrimas, la pobre comprende que Ronald nunca olvidará los años
perdidos y que a ella apenas la quiere, que no la ama, que el misterio siempre
se impondrá entre ellos y supone con toda razón que quizá haya una historia de
amor olvidada pero no muerta, ah, la amnesia, Kitty le dice a Ronald que no se
casará con él y que es una suerte que se haya dado cuenta del error antes de
haber llegado más lejos, que se irá de viaje a la Riviera, se divertirá y se
enamorará de un joven con el que tal vez se casé, le pide eso sí un último
beso, el único que veremos entre ellos porque antes todo se había resuelto
entre conversaciones y apretones de manos. Kitty se va y Ronald queda haciendo girar
la llave labrada, recargada y barroca. Fundido a negro.
En las oficinas de la
empresa, Margaret/Greer hace frente a una crisis, unos hombres inquietos
quieren ver a Ronald con urgencia, Margaret/Greer se comunica con el mayordomo
del palacete, quien le dice que no sabe adónde fue Ronald, pero que sospecha
que se ha ido a Liverpool a ver si puede recordar algo.
En un hotel de
primera clase, Ronald está sentado en la cama con ¡la llave en la mano!,
golpean a la puerta, atiende, obviamente es Margaret/Greer que le dice que supo
donde podría estar por el mayordomo y que miembros del partido liberal lo
buscan con insistencia porque quieren que se presente en las elecciones como representante
del condado donde están sus tierras, Ronald dice que antes de nada quisiera ver
si puede dilucidar de dónde venía cuando recuperó la memoria, Margaret/Greer se
ofrece a ayudarlo, le dice que si estaba frente a El Mercurio puede que saliera del hotel Majestic
o del hotel del Norte, no olvidemos que Greer conocía todos los hoteles de Gran
Bretaña, le dice también que si jamás volvió al hotel puede que todavía
tuvieran el equipaje que había dejado atrás. Ronald sugiere que comiencen por
el hotel del Norte, corte.
Están ahora en una
especie de depósito delante de la valija de cartón con muchas etiquetas de
Greer, toquetean la ropa pero a Ronald no se le prende ninguna lamparita,
Margaret/Greer insiste pero a Ronald las ropas no le recuerdan nada, es más se
ofusca porque son ropas pobres y civiles y no un uniforme ya que él era un
militar que volvía de la guerra, Margaret/Greer se calla y Ronald dice que
abandonen la búsqueda inútil y que sí, que aceptará la propuesta de presentarse
en las elecciones. (Continuará)
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