Gran verdad: “Esta noche el mejor
espectáculo lo dan los que pierden”. Lo dijo Bob Hope alguna vez cuando era
conductor de las entregas de premios Óscar. Sí, al revés que para la gran
mayoría de los mortales, para las estrellas, seres muy privilegiados, ganar es
fácil, perder es difícil. Acostumbrados por la casualidad, la suerte, la
prestancia, el carisma, a veces el talento, santificados por el éxito a obtener
todas las ventajas, se creen con el derecho inalienable al galardón. Pero,
claro, hay uno para cinco, y alguien tiene que perder. Las premiaciones más que
un baño son un cachetazo de humildad. Hay favoritos aunque hay también
sorpresas, y se ve en la cara de los que no tienen ninguna chance la esperanza
de que el azar los haya bendecido y sumado a la lista de los perdedores que de
repente ganan, como en el argumento típico de otra mentirosa ficción
hollywoodense. Sin embargo, primero lo primero, para alzarse con un Óscar,
antes deben ser nominados.
La batalla por las nominaciones deja
el primer tendal de bajas. Emma Thompson por su sensacional interpretación de
la autora de Mary Poppins en Saving Mr
Banks (El sueño de Walt) parecía
número puesto. No llegó. Quizá el amplio número de votantes veteranos no deba
haberle perdonado el poco feliz y nada generoso comentario sobre Audrey Hepburn
de hace algunos años. La iconoclasia entre pares no está bien vista. Para eso
están los críticos malévolos, los ensayistas petardistas y los espectadores
enquistados. La opinión jamás debió salir del área de lo privado. (Dijo: Audrey
en Mi bella dama es cursi, caprichosa
pero tonta, dulce pero sin gracia y no sabe cantar y menos actuar, 9/8/10)
Tom Hanks, habitual niño mimado, fue
el perdedor por partida doble. Pudo haber sido nominado como mejor actor
protagónico por Capitán Philips y
como mejor actor de reparto por Saving Mr
Banks (El sueño de Walt). Dicho
sueño de Walt agriado en pesadilla, que iba a estrenarse esta semana, al no
obtener el empuje de ninguna nominación para el cartel, fue enviado al frízer y
se estrenará, con suerte, en algún otro
momento del año. (¿Será la revancha de Bambi
por haberle matado Walt tan cruelmente a su mamá?) Leonardo Di Caprio, habitual
niño castigado, obtuvo esta vez el chupetín de una nominación por El lobo de Wall Street, después de que
lo dejaran sin ver tele ni jugar con la play por Los infiltrados, J. Edgar, y Django
sin cadenas.
Robert Redford que podía haber
regresado a las nominaciones por All is
lost (Hasta el final) se quejó de
que la productora y la distribuidora del film no hicieron una campaña de apoyo.
Sí, las nominaciones no caen del cielo, hay que conquistarlas martillando en
las cabezas de los votantes las virtudes de los productos y sus ingredientes.
Los chicos de El mayordomo sí hicieron campaña y se quedaron también con las
manos vacías. Se quejan de que estrenaron lejos de las nominaciones, y bueno,
no se puede todo. Eligieron estrenar en el cumpleaños de Obama (4 de agosto),
al que el film chupa las medias. No obstante, les queda el consuelo de que el
Nobel de la Paz declarara que la peli lo emocionó hasta las lágrimas. Lo siento,
con ustedes se hizo justicia, muchachos, su película es muy mala.
Su productora y actriz, Oprah
Winfrey, debe estar sin consuelo. Muchos la imaginaban candidata al Óscar como
mejor esposa de Forest Whitaker, perdón, como mejor actriz de reparto por el
susodicho mayordomo. La diva poderosa debe estar haciendo lista de los que no
la votaron para vengarse. Su show televisivo se va a poner muy interesante este
año.
Contra muchos pronósticos, Martin
Scorsese se coló por ¡segunda vez! como candidato a mejor director por el
excelente Lobo de Wall Street. Nadie
cree que gane. Que uno de los mayores directores de la historia del cine haya
obtenido sólo ¡dos! (2) nominaciones en toda su fulgurante carrera refleja la
obvia contradicción de la industria hollywoodense. En los papeles, admiran y
apoyan el talento, pero en realidad tienen con él una relación de amor-odio.
Prefieren siempre premiar al mediocre que la pegó de pura chiripa que al
verdadero talento cantante y sonante. (Si lo sabrá Steven Spielberg…) Y eso que
esta vez ninguna de las nominaciones es vergonzante, todos los nominados
merecen estar allí, aunque, claro, también hay otros afuera que merecieron
entrar, como los hermanos Coen. En el fondo no importa, toda premiación es una
lotería que nada tiene que ver con el mérito. Hay cientos de premiados
justamente olvidados, y hay miles de no premiados tan vigentes como el primer
día. Qué se le va a hacer, ya lo dijo el tango: La fama es puro cuento.
Ilustración:
el acostumbrado número de diciembre del Hollywood Reporter con las posibles
candidatas al Óscar, de pie Oprah Winfrey (El mayordomo) y Octavia Spencer
(Fruitvale Station), sentadas Emma Thompson (Saving Mr Banks), Julia Roberts
(August: Osage County) y Amy Adams (Escándalo americano), en el piso Lupita
Nyong’o (12 años de esclavitud). Como ya se sabe, Julia Roberts, Amy Adams y
Lupita Nyong’o lo lograron. Las tres primeras, en cambio, Oprah Winfrey,
Octavia Spencer y Emma Thompson se quedaron con las ganas.
Es cierto, me había olvidado de lo que dijo Emma. Estaba loca, pasando por un mal momento, usó de la mala, o qué?
ResponderEliminarA propósito, siempre interesantes y enriquecedoras tus observaciones por acá y tus críticas por allá.