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viernes, 21 de noviembre de 2014

Un señor llamado Mike Nichols



El 2014 nos quitó muchas cosas, ahora nos deja sin la posibilidad de una nueva película de Mike Nichols. Al repasar su trayectoria vemos que refleja la decadencia del cine industrial estadounidense a través de las décadas. Porque su carrera se abrió allá en lo alto, conoció mesetas más o menos notables y se cerró casi sin gloria. Su cine se centraba más en los actores y en los guiones que en las veleidades visuales, por más buen uso que hiciera de estas.


Venía del teatro y con el teatro debutó en cine. Llevó en 1966 a la gran pantalla nada más ni nada menos que ¿Quién le teme a Virginia Woolf? de Edward Albee con las estupendas actuaciones de Elizabeth Taylor, Richard Burton, Sandy Dennis y George Segal. Al año siguiente haría una de las películas más amadas y recordadas de la historia: El graduado, con la que convertiría en estrella a Dustin Hoffman, haría resplandecer la belleza de Katherine Ross y lograría que Anne Bancroft le sacara lustre a su inmenso talento. Y comenzaría la década del 70 con un par obras maestras. La satírica Trampa 22 (1970) que reflejaba la locura de toda guerra, esta vez la siempre glorificada Segunda Guerra Mundial, Alan Arkin encabeza el nutrido elenco de notables y en 1971 saldría al ruedo con el incisivo Conocimiento carnal, indagación profunda de las costumbres sexuales de la época, con un cuarteto protagónico inolvidable: Jack Nicholson, Ann Margret, Art Garfunkel y Candice Bergen.


En el 73 se despacharía con una de aventuras, El día del delfín, que era buena pero que no te volaba la cabeza, con el siempre eficiente George C Scott. En el 75 metería la pata con Dos pillos y la heredera, en la que más allá de que no tuviera muchas risas, se imponía la simpatía a prueba de balas del trío protagónico: la multitalentosa Stockard Channing, el seductor Warren Beatty y el ya mítico Jack Nicholson. En el 83 se cruzaría por primera vez con Meryl Streep, Silkwood, impactante drama de denuncia sobre las condiciones laborales en el que también participaba Kurt Russell y en el que la inefable Cher daba la mejor actuación dramática de su carrera. En el 86 unió a la Streep con Jack Nicholson en El difícil arte de amar, relato autobiográfico de Nora Ephron sobre su separación de Carl Bernstein. En el 88, primero reprisaría en cine su éxito teatral Biloxi blues o Aprendiendo a ser hombre sobre la obra de Neil Simon con el siempre magnético Mathew Borderick, y después la pegaría a lo grande con una comedia que ya es clásica, Secretaria ejecutiva en la que resplandecían de talento Melanie Griffith, Sigourney Weaver y Harrison Ford.


En 1990 haría Recuerdos de Hollywood en la que Meryl Streep sería hija de Shirley MacLaine, según novela de lo más biográfica de Carrie Fisher sobre la relación con su madre Debbie Reynolds. En el 91 la daría una Segunda oportunidad al bueno de Harrison Ford junto a la siempre deslumbrante Annette Bening.


En el 94 intentaría con poca fortuna el género de terror con Lobo con la en este caso poco rendidora pareja de Jack Nicholson y Michelle Pfeiffer. Y en el 96 haría la versión estadounidense no musical de La jaula de las locas rebautizada La jaula de los pájaros con los protagónicos del este año malogrado Robin Williams y Nathan Lane, una versión que empalidecía al lado de la francesa original con Ugo Tognazzi y Michel Serrault. Williams y Lane estaban muy histriónicos por separado, pero juntos eran la pareja con menos química del planeta. Como sea el show lo daba Gene Hackman travestido inolvidablemente al final y la mirada elocuente de la gran Angela Lansbury en el cameo de la última escena. En el 98 trabajaría por primera vez con la gran Emma Thompson en Colores primarios en la que la inglesa hacía de primera dama para el presidente de John Travolta.


En el 2000 con guión y protagónico de Garry Shandling haría la desconcertante y para mí de lo más interesante ¿De qué planeta vienes?, y en la que brillaba también Annette Bening. En el 2001 haría el telefilm sobre la obra de teatro Wit con la impactante Emma Thompson. En el 2002 llevaría también a la tele la monumental obra de Tony Kushner sobre el SIDA, Ángeles en América con un elenco numeroso en el que por supuesto se destacaba Meryl Streep. En el 2004 haría esa cosa que se llamó Closer con las hermosas Julia Roberts y Natalie Portman y los caballerosos Clive Owen y Jude Law, sobre las costumbres sexuales de los noventa. Véase la distancia que separa a Conocimiento carnal de la pavada de Closer y se comprobará a qué nos referimos cuando hablamos de la decadencia de la industria.


Su carrera terminaría en el 2007 con un film encantador y discreto Abuso de poder, al que la simpatía de sus protagonistas elevaba de categoría. Y sí, Julia Roberts, Tom Hanks y Philip Seymour Hoffman te salvan de cualquier ruina y si te descuidás te lo convierten en clásico.
 

Hoy tal vez se fue, no sé, porque quizá un graduado de conocimiento carnal caiga finalmente en una trampa 22 con una secretaria ejecutiva, y entonces el conjuro haga que un señor llamado Mike Nichols  no se marche del todo jamás.

miércoles, 9 de julio de 2014

Hugh Grant, el perfecto enamorado



El paso del tiempo es difícil para todos. Y quizás lo es más para los que viven de su imagen, como los actores. Hugh Grant encara (suponemos que con la gracia y elegancia que lo caracteriza) la transición de galán a parte estelar del ensamble. Michael Caine en su autobiografía relata con amargo humor ese trascendente momento. Cuenta que recibió comme d’habitude un guión en el que se le especificaba que su personaje era Mark. Comienza a leerlo y ve que Mark no aparece hasta la página 56 y que no es el protagonista, supongamos, un seductor ladrón de guante blanco que concita el interés de todas las chicas de la trama, sino un maduro magnate que en apariencia es burlado aunque luego se descubre que no. Llama a su agente para preguntarle si se trata de un error. El agente después de una elocuente pausa le dice que no. Michael no haría esa película pero comprendería que si bien se sentía joven todavía, los productores, los directores, el público ya no lo veían así. Duro golpe, parecido al que debe asimilar Goldie Hawn en El club de las divorciadas cuando no le ofrecen el rol de Monique sino el de la madre de Monique y dice una de las líneas más felices e inolvidables de su trayectoria: I’m Monique’s mother! (de donde puede deducirse que en la comedia situación y personaje son tan importantes como el ingenio, ya que la línea es llana pero de devastador efecto cómico).


Volviendo a Hugh Grant, digamos que acaba de filmar dos películas que grafican la transición de la que hablábamos. En la primera The rewrite de Marc Lawrence (que ya lo dirigiera en Amor a segunda vista, 2002, Letra y música, 2007 y ¿Dónde están los Morgan?, 2009) Hugh sigue siendo el protagonista romántico. En la segunda, en cambio, El agente de CIPOL de Guy Ritchie, no es ni Napoleón Solo ni Illya Kuryakin sino Waverly, el jefe, que en la recordada serie era interpretado por el “viejo” Leo G Carroll.


Aún es demasiado pronto para saber si sus días de galán terminaron, lo indiscutible es que declinan. Bien podemos, entonces, repasarlos mientras le rendimos homenaje.


No nació protagonista, se hizo. Comenzó desde abajo haciéndose notar en Pasión incontrolable (White mischief, Michael Radford, 1987), Maurice (James Ivory, 1987), La guarida del gusano blanco (Ken Russell, 1988), Impromptu (James Lapine, 1991), Nuestros hijos (TV film, John Erman, 1991). A su favor tenía rasgos parejos y luminosos, una fotogenia verificable y ningún parentesco aunque el mismo apellido de una de las figuras más rutilantes del cine: el inmenso Cary. (En realidad el apellido verdadero de Cary era Leach, en cambio el de Hugh es Grant). Alternó secundarios: Lo que queda del día (James Ivory, 1993) con estelares: Champagne Charlie (miniserie, Allan Eastman, 1989), Perversa luna de hiel (Roman Polansky, 1992), Sirenas (John Duigan, 1993), pero su protagonismo no se cimentó hasta que no se tropezó con Cuatro bodas y un funeral (Mike Newell, 1994), comedia hoy clásica que lo catapultó al estrellato mundial absoluto. Y esculpió de paso su mejor perfil: el del galán infalible.


Aquí y allá intentó ampliar su registro: Restauración (Michael Hoffman, 1995), Medidas extremas, (Michael Apted, 1996), Mickey Blue Eyes (Kelly Makin, 1999), Ladrones de medio pelo (Woody Allen, 2000), El diario de Bridget Jones (Sharon Maguire, 2001), Un gran chico (About a boy, Chris y Paul Weitz, 2002), American dreamz (Paul Weitz, 2006), ¿Y…  dónde están los Morgan? (Marc Lawrence, 2009), Cloud Atlas: La red invisible (Tom Tykwer, Andy Wachowski y Lana Wachowski , 2012) sin embargo, es en la comedia o drama romántico donde brilla sin par.


Como se dice, en la comedia o el drama romántico, sean buenos, regulares o malos, para amplificar sus logros o atenuar sus fallos, es imprescindible que entre sus protagonistas se dé la tan mentada “química”. Y quizá por la formación actoral inglesa que le otorga la misma prioridad a la elaboración de los personajes que a las relaciones que se establecen entre ellos (hasta el híper egocéntrico Hamlet no actúa solo, los actores británicos saben en los huesos que actuar es, como en el fútbol, más allá de los destellos de talento personal, cosa de equipo) Hugh Grant se tomó la molestia de “amar” a todas las damas que tuvo en frente y tiene hoy una envidiable foja de servicios.


Nadie “amó” mejor que Hugh Grant a Julia Roberts (Notting Hill, Roger Michell, 1999), Drew Barrymore (Letra y música, Marc Lawrence, 2007), Julianne Moore (Nueve meses, Chris Columbus, 1995), Sandra Bullock (Amor a segunda vista, Marc Lawrence, 2002), Tara Fitzgerald (El inglés que subió una colina, pero bajó una montaña, Christopher Monger, 1995), Martine McCutcheon (Realmente amor, Richard Curtis, 2003), Emma Thompson (Sensatez y sentimientos, Ang Lee, 1995), Andie MacDowell (Cuatro bodas y un funeral, Mike Newell, 1994).


No con todas se llevó bien cuando la cámara estaba apagada, no hay nadie más inseguro que una actriz joven que debe ser hermosa, elegante, brillante y única. (Está bien, trabajar en educación es peor, pero a cada cual lo suyo). No obstante en pantalla no permitió que se filtrara desavenencia alguna.


Amar, en el fondo, es un trabajo y Hugh es un gran trabajador (bah, el primer trabajador).

viernes, 7 de febrero de 2014

Quién es quién





Si como yo acaba de ver Agosto de John Wells y vio también la puesta argentina de 2009 dirigida por Claudio Tolcachir en el Lola Membrives y se pregunta qué actores interpretaban qué papeles y no tiene un programa a mano, no se preocupe, yo sí y le cuento.


Violet, el personaje que hace Meryl Streep, aquí se llamo Violeta y lo interpretó Norma Aleandro. Beverly, esposo de Violet, personaje que interpreta Sam Shepard, aquí se llamó Ramón y lo hizo el inolvidable Juan Manuel Tenuta. La hermana de Violet, Mattie, interpretada por Margo Martindale en el film, aquí se llamó Mati y la hizo la gran Lucrecia Capello. El esposo de Mattie, Charlie, interpretado por Chris Cooper en la peli, se llamó aquí Carlos y lo hizo Antonio Ugo. A la hija mayor de Violet y Beverly, Barbara, interpretada en el film por Julia Roberts, aquí siguió llamándose Bárbara y la hizo Mercedes Morán. El marido de Barbara, Bill, interpretado por el bueno de Ewan McGregor, fue aquí bautizado Miguel y lo hizo Horacio Roca. La hija adolescente de Barbara y Bill, Jean, interpretada en el largometraje por Abigail Breslin, aquí se llamó Jimena y lo hizo Julieta Zylberberg. El sheriff Deon Gilbeau, reducido a la mínima expresión en la película e interpretado por Will Coffey, aquí se llamó Comisario Gilbeau y lo hizo Gabo Correa. La hija del medio de Violet y Beverly, Ivy, interpretada en el film por Julianne Nicholson, aquí se llamó Eli y la hizo Andrea Pietra. La hija menor de Violet y Beverly, Karen, interpretada en el film por Juliette Lewis, aquí se llamó Carolina y la hizo Eugenia Guerty. El novio de Karen, Steve, interpretado en cine por Dermont Mulroney, se llamó aquí Marcelo y lo hizo Fabián Arenillas. El hijo de Mattie y Charlie, Little Charles, interpretado en la pantalla por Benedict Cumberbatch, aquí se llamó Carlitos chico y lo hizo Estabán Meloni. Y Johnna, interpretada en la peli por Misty Upham, aquí se llamó Blanca y la hizo Mónica Lairama.


Bah, para hacerla simple,  pongo primero el nombre original del personaje, entre paréntesis cómo se lo llamó aquí y después a los dos actores que los encarnaron.


Violet (Violeta) – Meryl Streep – Norma Aleandro
Beverly (Ramón) – Sam Shepard – Juan Manuel Tenuta
Mattie (Mati) – Margo Martindale – Lucrecia Capello
Charlie (Carlos) – Chris Cooper – Antonio Ugo
Barbara (Bárbara) – Julia Roberts – Mercedes Morán
Bill (Miguel) – Ewan McGregor – Horacio Roca
Jean (Jimena) – Abigail Breslin – Julieta Zylberberg
Sheriff Gilbeau (Comisario Gilbeau) Will Coffey – Gabo Correa
Ivy (Eli) – Julianne Nicholson – Andrea Pietra
Karen (Carolina) – Juliette Lewis – Eugenia Guerty
Steve (Marcelo) – Dermont Mulroney – Fabián Arenillas
Little Charles (Carlitos chico) – Benedict Cumberbatch – Estebán Meloni
Johnna (Blanca) – Misty Upham – Mónica Lairama

No sé de qué cosas puede quejarse Tracy Letts, el autor de Agosto, pero de elencos seguro que no.

viernes, 24 de enero de 2014

Yo sé que ahora vendrán caras extrañas




Gran verdad: “Esta noche el mejor espectáculo lo dan los que pierden”. Lo dijo Bob Hope alguna vez cuando era conductor de las entregas de premios Óscar. Sí, al revés que para la gran mayoría de los mortales, para las estrellas, seres muy privilegiados, ganar es fácil, perder es difícil. Acostumbrados por la casualidad, la suerte, la prestancia, el carisma, a veces el talento, santificados por el éxito a obtener todas las ventajas, se creen con el derecho inalienable al galardón. Pero, claro, hay uno para cinco, y alguien tiene que perder. Las premiaciones más que un baño son un cachetazo de humildad. Hay favoritos aunque hay también sorpresas, y se ve en la cara de los que no tienen ninguna chance la esperanza de que el azar los haya bendecido y sumado a la lista de los perdedores que de repente ganan, como en el argumento típico de otra mentirosa ficción hollywoodense. Sin embargo, primero lo primero, para alzarse con un Óscar, antes deben ser nominados.


La batalla por las nominaciones deja el primer tendal de bajas. Emma Thompson por su sensacional interpretación de la autora de Mary Poppins en Saving Mr Banks (El sueño de Walt) parecía número puesto. No llegó. Quizá el amplio número de votantes veteranos no deba haberle perdonado el poco feliz y nada generoso comentario sobre Audrey Hepburn de hace algunos años. La iconoclasia entre pares no está bien vista. Para eso están los críticos malévolos, los ensayistas petardistas y los espectadores enquistados. La opinión jamás debió salir del área de lo privado. (Dijo: Audrey en Mi bella dama es cursi, caprichosa pero tonta, dulce pero sin gracia y no sabe cantar y menos actuar, 9/8/10)


Tom Hanks, habitual niño mimado, fue el perdedor por partida doble. Pudo haber sido nominado como mejor actor protagónico por Capitán Philips y como mejor actor de reparto por Saving Mr Banks (El sueño de Walt). Dicho sueño de Walt agriado en pesadilla, que iba a estrenarse esta semana, al no obtener el empuje de ninguna nominación para el cartel, fue enviado al frízer y se estrenará, con suerte, en algún  otro momento del año. (¿Será la revancha de Bambi por haberle matado Walt tan cruelmente a su mamá?) Leonardo Di Caprio, habitual niño castigado, obtuvo esta vez el chupetín de una nominación por El lobo de Wall Street, después de que lo dejaran sin ver tele ni jugar con la play por Los infiltrados, J. Edgar, y Django sin cadenas.


Robert Redford que podía haber regresado a las nominaciones por All is lost (Hasta el final) se quejó de que la productora y la distribuidora del film no hicieron una campaña de apoyo. Sí, las nominaciones no caen del cielo, hay que conquistarlas martillando en las cabezas de los votantes las virtudes de los productos y sus ingredientes.


Los chicos de El mayordomo sí hicieron campaña y se quedaron también con las manos vacías. Se quejan de que estrenaron lejos de las nominaciones, y bueno, no se puede todo. Eligieron estrenar en el cumpleaños de Obama (4 de agosto), al que el film chupa las medias. No obstante, les queda el consuelo de que el Nobel de la Paz declarara que la peli lo emocionó hasta las lágrimas. Lo siento, con ustedes se hizo justicia, muchachos, su película es muy mala.


Su productora y actriz, Oprah Winfrey, debe estar sin consuelo. Muchos la imaginaban candidata al Óscar como mejor esposa de Forest Whitaker, perdón, como mejor actriz de reparto por el susodicho mayordomo. La diva poderosa debe estar haciendo lista de los que no la votaron para vengarse. Su show televisivo se va a poner muy interesante este año.


Contra muchos pronósticos, Martin Scorsese se coló por ¡segunda vez! como candidato a mejor director por el excelente Lobo de Wall Street. Nadie cree que gane. Que uno de los mayores directores de la historia del cine haya obtenido sólo ¡dos! (2) nominaciones en toda su fulgurante carrera refleja la obvia contradicción de la industria hollywoodense. En los papeles, admiran y apoyan el talento, pero en realidad tienen con él una relación de amor-odio. Prefieren siempre premiar al mediocre que la pegó de pura chiripa que al verdadero talento cantante y sonante. (Si lo sabrá Steven Spielberg…) Y eso que esta vez ninguna de las nominaciones es vergonzante, todos los nominados merecen estar allí, aunque, claro, también hay otros afuera que merecieron entrar, como los hermanos Coen. En el fondo no importa, toda premiación es una lotería que nada tiene que ver con el mérito. Hay cientos de premiados justamente olvidados, y hay miles de no premiados tan vigentes como el primer día. Qué se le va a hacer, ya lo dijo el tango: La fama es puro cuento.


Ilustración: el acostumbrado número de diciembre del Hollywood Reporter con las posibles candidatas al Óscar, de pie Oprah Winfrey (El mayordomo) y Octavia Spencer (Fruitvale Station), sentadas Emma Thompson (Saving Mr Banks), Julia Roberts (August: Osage County) y Amy Adams (Escándalo americano), en el piso Lupita Nyong’o (12 años de esclavitud). Como ya se sabe, Julia Roberts, Amy Adams y Lupita Nyong’o lo lograron. Las tres primeras, en cambio, Oprah Winfrey, Octavia Spencer y Emma Thompson se quedaron con las ganas.