Hay cosas a las que llego tarde, no
tanto como para que hayan perdido vigencia, pero sí para sumarme al entusiasmo,
el fanatismo o la idolatría. Llegué tarde a Los
Soprano, pero menos mal que llegué. En un verano inolvidable, consumí todos
los capítulos de cada temporada con la sed de un perdido en el desierto. Tuve
que restringirme y conformarme con una dieta de tres episodios por día. Me
maravillaba a cada paso. Paraba para convivir por un rato con lo que veía,
paladearlo, dejar que los hechos narrados se asentaran en mi mente. Cuando el
verano agonizaba y las clases comenzaban, volví a ver todas las temporadas para
fortalecer los recuerdos y que me ayudaran a sobrevivir el año lectivo. En la
actualidad dar clases es una tarea para valientes y ninguna herramienta sobra
cuando se trata de sobrevivir. Un buen recuerdo compensa el maltrato, la
desidia, la burocracia.
Y ahora llego tarde a Breaking bad, pero llego. Entramos ahora
en la peor etapa del año lectivo: la del cansancio, la pérdida de la paciencia,
el hartazgo. Etapa que requiere todo el coraje que podamos reunir para no
sucumbir a la enfermedad, la locura o el crimen. Sólo el que se para frente a
un aula sabe el horror por el que hay que atravesar minuto tras minuto, hora
tras hora, día tras día. No exagero, lo peor del sistema es su desorientación,
su volatilidad, su disgregación. Hay que mantener la cordura a como dé lugar. Y
poner la mente en el destino de Walter White es buena idea para no enloquecer.
Disponer de todas las temporadas, de
la historia concluida, es tanto una ventaja como una desventaja. La ventaja es
no tener que esperar a que llegue el próximo capítulo o la próxima temporada,
no, todo está allí al alcance de la mano, uno puede organizar ver la historia con
la frecuencia que se le ocurra. La desventaja es que todo está en internet, al
alcance de todos… los que no tengan Fibertel. Intento ver la primera temporada
completa on line. Un auténtico martirio. Tardan un siglo en cargar apenas una
porción, pero cómo internet se
interrumpe continuamente, hay que comenzar de cero otra vez y termino viendo
200 veces las mismas escenas.
Para
evitar no caer en las trampas de la locura de la docencia, caigo en las trampas
de la locura de Fibertel. Si hubiera justicia en el mundo, deberían cerrar a
Fibertel por deshonestidad comercial. Pago por 3 gigas y obtengo apenas unos
discontinuos 250 mb El grupo Clarín es monopólico, abusivo y como buena mierda que
es no hace más que cagarnos la vida en todas las formas posibles.
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