Qué susto. No pensé que fuera el
único, pero temía que no fuéramos muchos. Cuando se conoció la medida de la
reorganización de los asuetos y los feriados puentes, salté en una pata de
alegría, lo cual indica que me di cuenta de los beneficios de inmediato,
no porque fuera una lumbrera sino porque
mis condiciones de trabajo son tan malas, que soy muy sensible a todo lo que
incrementa mi calidad de vida. Que hubiera gente tan ganada por el prejuicio
que rechazara hasta con virulencia una medida que los beneficiara escapa a mi
comprensión. Sé que hay explicaciones sociológicas que lo aclaran, aunque sigue
sin entrarme en la cabeza como se puede vituperar un beneficio que disfrutarás
con amplitud sólo porque lo otorga un gobierno que para decirlo amablemente no
te cae bien. Las políticas que se implementan son algo concreto, se padecen o
se gozan. Y un feriado es un feriado, sólo los dementes o los que no han
trabajado nunca pueden rechazarlo. Está mal dar siempre entidad de verdad
universal a la experiencia personal. Una cosa es ser un hombre y mortal como
Sócrates que hasta se murió para probar la universalidad de su silogismo y otra
creer que todos los jóvenes toman fernet con cola porque vi a uno tomándolo.
Sin embargo como yo no hacía más que toparme con gente que me esgrimía el
prejuicio de que los feriados puentes eran una medida populista que no hacía
más que criar vagos, pensé que todos había caído en la esquizofrenia de gozar
un beneficio y putear a quién y por qué se lo había dado. Ahora que se han publicado
los resultados de una encuesta, compruebo que mi experiencia no es universal.
Hay gente que opina como yo y otros como la gente con la que me he venido
chocando.
A continuación transcribo parte de la
nota, la cual pongo en itálica, entre paréntesis y con letra normal mis
comentarios.
La
política de ordenamientos de feriados que dispuso el gobierno nacional en
noviembre de 2010 registra una amplia adhesión entre la población (¡Sí!). Según una encuesta reciente realizada por el
Ministerio de Turismo, el 94,5 por ciento de los consultados consideró que los
fines de semana largos incentivan el turismo (en vista de que no queda
nadie en la ciudad, una obviedad), el
77,4 opinó que además favorecen el consumo (hasta yo que no voy a ningún
lado, voy al súper y de la alegría consumo más que en días comunes) y el 55,5 por ciento consideró que mejoran
la calidad de vida (me volvió el alma al cuerpo, mi esperanza en la
humanidad no es infundada). Además, la
mayoría minimizó los supuestos efectos adversos sobre la producción (porque
no le preguntaron a ningún patrón, que sino). Un 38,6 por ciento de los encuestados dijo que la introducción de
nuevos feriados lo ayudan a trabajar más descansado y mejor sin impactar en su
productividad anual (ni que lo digas), mientras
que un 36,7 por ciento consideró lo contrario (los amargados de siempre,
bah, los llamaría de otro modo, pero prefiero seguir con el apto para todo
público), un 23,1 por ciento opinó que no
hay cambios (son zombis, androides o no trabajan) y un 1,6 por ciento no respondió (el casi extinto ¿yo?, argentino).
Los resultados evidencian que, más allá
del intenso lobby patronal en contra de esta política (al patrón la joda no le gusta, la joda del
obrero, claro), amplificado
recurrentemente por algunos medios de comunicación (los garcas de siempre),
la mayoría de la gente se siente
beneficiada con el nuevo esquema de feriados (conclusión más que razonable,
¡qué alegría!).
La
cantidad de feriados aumentó en los últimos años por la incorporación de nuevas
fechas conmemorativas, algunas fijas y otras excepcionales, y por los
denominados “puente”. En 2007 hubo once, y este año están previstos 19
feriados. El incremento abrió un debate sobre su impacto económico. Todos los
rubros vinculados con el turismo elogiaron la decisión oficial y también
algunos sectores del comercio, mientras que la industria formuló algunas
críticas, junto con los medios de comunicación más conservadores, que
machacaron con la idea de que es una medida populista que afecta la
productividad, pese a que los estudios académicos que avalan esa hipótesis son
escasos (los garcas no necesitan pruebas ni evidencias, les basta con repetir
la misma cantinela de siempre, total siempre hay un tontaje abonado que la
compra). De hecho, también existen algunas
investigaciones que resaltan las virtudes de ese tipo de medidas, al remarcar
que fortalecen los vínculos familiares y afectivos, incrementando los niveles
de felicidad, una ganancia que no es capturada en términos del PBI, pero que
favorece la generación de riqueza (la felicidad también paga).
Esas
últimas conclusiones parecen estar en línea con el sentir de la mayoría de los
encuestados, quienes se mostraron conformes con el incremento de los feriados (Avanti,
bersaglieri, che la vittoria é nostra!). Además
de remarcar que incentivan el turismo y el consumo, los consultados también
sostuvieron que los días no laborables favorecen a las economías regionales
(Otra obviedad). El 60,5 por ciento se
mostró de acuerdo con esa afirmación (coincido) y apenas un 28,5 por ciento opinó en contra (ya lo dijo Barnum:
Nace un tonto cada minuto). Además, el
73,5 por ciento coincidió en que los lugares visitados durante los fines de
semana largos no son solamente los típicos de verano o de invierno. Y el 46,1
por ciento respondió que la política de ordenamiento de feriados los incentiva
a realizar viajes en momentos del año cuando no solía hacerlo. No obstante, aún
se observa que la población aún no ha internalizado suficientemente sus
posibilidades de planificar los viajes anticipadamente, pues la encuesta arrojó
que el 54,9 por ciento no chequea el calendario para la planificación de sus
viajes.
La
encuesta también dejó en evidencia los efectos de la campaña que llevan
adelante algunos medios de comunicación en contra del incremento de los días
feriados y no laborables (te lavan la cabeza, tontuelo, ellos defienden
intereses que nunca pero nunca serán los tuyos). El 43,7 por ciento opinó que la suma de los días de vacaciones y los
feriados en la Argentina es mayor que en otros países, pese a que, según datos
proporcionados por el Ministerio de Turismo, en Argentina suman 34 días en
promedio, cifra que se encuentra en sintonía con otros países de la región. En
Bolivia son 37, en Chile 29, en Colombia 33 y en Venezuela 36 días. Si se
contrapone con otros países del mundo, se observa que Austria tiene 38,
Alemania 29, Finlandia 35, Francia 36, Japón 35, Suecia 36 y el Reino Unido 36
(me los voy a anotar en un papelito para escupirlos cada vez que me repitan la
estupidez de que en ningún lugar del mundo hay tantos feriados).
El
informe revela que el 62,2 por ciento de los argentinos afirmó que los feriados
favorecen su vida social (vínculos
con familiares o amigos) (eso también, más tiempo libre ayuda a fortalecer
los afectos), mientras que para el 31,2
por ciento le resulta indiferente (desamorados). A su vez, el 71,1 por ciento se manifestó de acuerdo con que los
feriados mejoran el estado de ánimo de la población en general (nada como
el descanso para levantar el ánimo) y apenas
un 17 por ciento se opuso a esa afirmación (los garcas y a los que les
lavaron la cabeza los garcas), mientras
que el 8,9 por ciento se mostró indiferente (es tiempo de opinar, mis
amores, hoy más que nunca el que calla otorga… a los garcas de siempre). Por último, el 46,3 por ciento afirmó que,
considerando todos los aspectos (económicos, rendimiento laboral y vida
social), los feriados tienen un impacto positivo (como me encanta no estar
solo) y sólo un 26,9 por ciento dijo que
el balance es negativo (como me encanta ese “sólo”).
Doy
gracias a los cielos porque la estupidez no sea infinita.