viernes, 14 de diciembre de 2012
El reino de los pasitos de bebé
En 1991 surgió ¿Qué pasa, Bob? o ¿Qué tal, Bob? de Frank Oz, una comedia que para mucha otra gente y para mí se convirtió en referencia personal ineludible. Permeó el inconsciente colectivo no tanto como Cuando Harry conoció a Sally, pero le anda cerca. Es ya un clásico de la comedia estadounidense reciente. Bob (Bill Murray) es un paciente psiquiátrico multifóbico y maníaco-obsesivo-compulsivo como pocos. Parece manipular y desbaratar la vida privada de su terapeuta, el Dr. Leo Marvin (Richard Dreyfuss). Bueno, eso es al principio porque se trata de una comedia de cambio de roles, ya que el psiquiatra terminará persiguiendo al paciente y demostrará estar mucho más perturbado mentalmente que Bob.
Lo inolvidable viene con lo de los Baby steps. El Dr. Leo Marvin ha escrito un libro que se llama precisamente así: Baby steps (Pasos de bebé), en el que estipula que la mejor manera de evitar pánico y stress es no pensar en lo que nos espera al final del camino, algo con lo que no podemos lidiar o nos cuesta enfrentar, y considerar sólo un paso por vez. Supone que una vez que hayamos llegado, sabremos qué hacer o cómo enfrentar lo que nos angustia. En una escena de comedia perfecta, Bill Murray enternece y desternilla a la vez ensayando estos pasos de bebé.
Diciembre es mi reino de los pasos de bebé. No los uso para llegar a enfrentar algo que temo, no, los uso para no desesperar y llegar a lo que ansío: las vacaciones. La tarea docente no termina con las clases, no, es el comienzo de otra etapa, que parece elástica, eterna, el casi terminamos pero no. Después del fin de las clases y el cierre de notas vienen las jornadas de orientación para los que se fueron a examen, en las que les decimos qué les tomaremos y cómo. Luego vienen los exámenes propiamente dichos que se dividen en previos y regulares, de modo que por cada escuela que tengamos debamos ir dos veces a tomar exámenes. Y en el medio están las fiestas de fin de curso, que en el caso de los adultos son emocionalmente devastadoras. Con los adultos uno no sólo comparte clases sino alegrías y tristezas, discusiones éticas, estéticas y políticas, vivencias intensas que ya no habrán de repetirse. Los docentes somos una terminal de micros o trenes, cobijamos historias por un rato que luego siguen su camino.
Para atravesar este momento sin dejar demasiados jirones, uso los pasos de bebé. Una vez que tengo todas las fechas, las pongo cronológicamente en una hoja. Compro un cuadernito de 24 páginas y a cada página le asigno un día con sus respectivas obligaciones. Cumplo con las del primer día y a la noche recién me fijo qué me toca al día siguiente para saber a qué hora debo levantarme, qué debo llevar, etc. Y al final del día, antes de acostarme arranco la hoja del día que se fue y me fijo que me toca al siguiente. De esa manera evito angustias y no me obsesiono con todo lo que aún me falta para llegar a la meta. Este año, por ejemplo, termino el Día de los Inocentes (¡que la inocencia me valga!)
Lo positivo de este calendario escolar es que no me doy cuenta que pasan las fiestas (soy de los que les cuesta vivirlas con alegría). Navidad pasa entre el fárrago del trabajo y llego a Año Nuevo tan cansado que la quema del muñeco es como una duermevela.
A veces lo esencial es no pensar, no cuestionar nada, sólo sobrevivir. A como dé lugar. Si no existieran los pasos de bebé, no sé a qué recurriría, pero existen gracias a que el inmenso Bill Murray los transformó en un recuerdo indeleble. ¡Viva Bill Murray, carajo!
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Hola Gustav,
ResponderEliminarNunca con ninguna comedia me reí tanto y vi tantas veces como "Que tal Bob", gracias por recordarla y rescatar sus enseñanzas...comprensivos abrazos,
Margot