lunes, 24 de diciembre de 2012
La condesa Alexandra
Mientras afuera ruge el calor (acá dentro un poco menos, bueno, no mucho menos) me pongo a ver una película que encontré de casualidad y que bajé con ansiedad porque no la había visto. Es con Marlene en tren de frágil mujercita que se desmaya en las emociones violentas (su mito se alimenta más de la versión femme fatale curtida y cínica). La dirige Jacques Feyder que pasó a la historia por La kermesse heroica y se basa en una novela de James Hilton (Adiós, Mr. Chips, Horizontes perdidos, En la noche del pasado).
Marlene es la condesa Alexandra Vladinoff, una aristócrata rusa a la que la Revolución la agarra de lo más desprevenida en su mansión del campo. Está sola con sus sirvientes, quienes en el momento clave huyen y la dejan sola (lo bien que hacen porque si no los hubieran fusilado). Se salva de la turba porque hay orden de interrogarla. Será rescatada como cuatro veces o más por un espía británico devenido revolucionario que pasó una temporadita en Siberia, Peter Ouronov, nacido Ainsley J. Fothergill, interpretado por Robert Donat (el de Los 39 escalones, el primero, el de Hitchcock).
El film, más allá de algunas licencias narrativas de la época, no cae en el absurdo y las simplificaciones, no, las fugas y las vueltas de argumento son bastante plausibles. Lo único deliciosamente delirante es que a Marlene jamás se le mancilla el maquillaje impecable ni se le cae ninguna de sus larguísimas pestañas postizas. Gajes del oficio que le dicen.(Si se es Marlene no se anda por la vida a cara lavada, ¡qué joder!)
Ah, la peli es de 1937 (juro que no había nacido todavía)
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