viernes, 1 de marzo de 2024

Lecturas 2024 - Hoy: La fiesta del chivo


 Escrito el 18 de enero de 2024

 

Y como la realidad sigue fea, vuelvo a meter mi cabeza dentro de un libro. En esta oportunidad, La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa. Cuenta el fin del régimen de Rafael Trujillo en República Dominicana en 1961. Transcurre en dos tiempos, 1961 y 1996 y tiene tres hilos narrativos que se van entretejiendo para patentizar la significancia que tuvo la dictadura trujillista. El primer hilo concierne al regreso al país en 1996 de Urania Cabral, hija de un senador del régimen. El segundo transcurre en 1961 y da voz a Trujillo que pasa sin saberlo, claro, sus últimos días. Y el tercer hilo concierne a la peripecia de los asesinos que habrían de ejecutar a Trujillo. Se inscribe en el subgénero de las novelas latinoamericanas de dictadores, donde hay ejemplos tan logrados como El señor presidente de Miguel Ángel Asturias, Yo, el supremo de Augusto Roa Bastos o esa maravilla literaria que es El otoño del patriarca de Gabriel García Márquez. Teniendo en cuenta el amor-odio que siente Vargas Llosa por García Márquez, le debe haber dado unas cuantas vueltas a animarse a escribir él también una novela de dictador. Aunque el camino elegido es diametralmente opuesto. Si Gabo optó por el realismo mágico en su más plena expresión para su patriarca, con un mar que hasta un buen día se va y deja un desierto, Vargas Llosa elige el realismo, lo cual le sienta a su Trujillo a la perfección, porque los horrores que describe no necesitan ninguna reinterpretación para el espanto de su elocuencia. La fiesta del chivo es una novela atrapante que se hace difícil dejar. La recomiendo ampliamente. Eso sí, repito lo que dije respecto de La historia de Mayta, la anterior novela que le leí este año al peruano. Que uno disfrute de su talento no significa de ningún modo que uno acuerde con las opiniones políticas del ciudadano Vargas Llosa. El hombre es un garca desvergonzado que ofende e insulta al que piensa diferente, es garca de toda garquez, aunque a la vez es un novelista mayúsculo. O sea, lo cortés no quita lo valiente, a lo que me refiero es: quedate con lo mejor y dejá de lado lo peor.

 

Ahora se me ocurre que la historia de Urania Cabral tiene puntos en contacto con La casa del ángel de Beatriz Guido, me refiero en especial al trauma sexual que le queda a la protagonista. No sé si Vargas Llosa leyó a Beatriz Guido, pero alienta mi teoría de que todo lo que uno hace queda en algún lugar del universo para ejemplo o disfrute de todos. Algo no muy novedoso u original. Porque ya se acepta que hoy un adolescente argentino que escribe, aunque no haya leído jamás a Borges, le deberá algo a Jorge Luis, porque leyó algo de alguien que sí leyó a Borges, tal vez un artículo cualquiera en un diario o algo así. O sea, la infinita cadena de influencias.

Gustavo Monteros

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