jueves, 28 de abril de 2016
Para eso...
Era el año 1984. Yo amaba a alguien que no supo quererme y a quien ya ni recuerdo. O sí, vagamente, muy poco, casi nada. Sin embargo no me olvido de que fue el año en que Nacha regresó del exilio e hizo Aquí estoy, primero en el Coliseo y después en el Lola Membrives. La mala calidad de este video no empaña los logros de este primer número de aquel espectáculo. Ah, pero en vivo, era la felicidad. Stephen Sondheim, en letra y música, Alberto Favero, en los arreglos y en la dirección musical, y Nacha, en el escenario.
Una vez me preguntaron ¿para qué querés ser artista?, ¿para qué sirven los artistas? Para ser felices, para eso sirven.
jueves, 21 de abril de 2016
¡Salve, César!
A punto de desesperar por ver este film. Después de unas cuantas postergaciones, parece que por fin se estrena el jueves que viene...
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viernes, 15 de abril de 2016
jueves, 7 de abril de 2016
Correo Lírico
En
todos los shows de Les Luthiers, en las presentaciones previas a los diferentes
números musicales se citan apreciaciones críticas que merecieron las distintas
obras. A mí la de Las majas del bergantín me mata. No puedo evitar
desternillarme cuando su majestad, Marcos Mundstock, con su deadpan habitual y
su magistral manejo de las inflexiones vocales dice:
El crítico del Correo
Lírico escribió: Si los decorados hubieran sido tan rígidos e inconmovibles
como lo fueron los cantantes, y si el argumento hubiera despertado tanta
intriga como la afinación de la orquesta, probablemente los aplausos habrían
sido tan abundantes como el físico de la soprano...
viernes, 1 de abril de 2016
Tango Corrupto
Estrenaron en 2014 en una sala que me quedaba muy
lejos del itinerario de los micros que me devuelven a La Plata, a horarios que
dificultaban aun más tanto la ida como el regreso. Buenos Aires es muy
cosmopolita, pero sus hacedores de espectáculos olvidan que hay que hacer, al
menos una vez por semana, una función temprana que facilite la logística del
traslado al lugar, máxime cuando se alejan del centro. Me interesaba
sobremanera, sobretodo porque me interesa sobremanera todo lo que hace Sandra
Guida, desde que la conocí allá por el 89 en Sor-presas, procuro seguirla de cerca. A él se suponía que lo había
visto en Ella (2008) y en Chicago, edición 2010, pero a decir
verdad no lo identificaba. En los papeles, la propuesta era más que atractiva,
cantar canciones muy populares de diferentes géneros en inusitadas e
inesperadas versiones en tango. Una aciaga tarde, aciaga porque estaba con el
ánimo por el piso por algún problema laboral, alguien me dijo que habían hecho
un clip de uno de los temas del espectáculo y lo habían subido a YouTube. Se
trataba de Fiesta, el hit de Raffaella Carrá cantado por Oscar Lajad. Y estaba
también el No me arrepiento de este amor de Gilda cantado por Sandra Guida.
Subirían después Aserejé cantado por Lajad. Estos temas en versión clips, no en
versión espectáculo, me abrieron más el hambre de ver el espectáculo. Con el
show cosecharon críticas altamente laudatorias y se llevaron unos cuantos
premios. Lo reprisaron en el 2015 en la misma sala del estreno a horarios
igualmente imposibles para los que andan de a pie y dependen de trenes y
micros. A fin del año pasado, cuando en las páginas online de musicales
anunciaron que ¡por fin! llegarían al centro, me alegré, tendría la oportunidad
de verlo.
Saqué entrada para el primer fin de semana, me
acuciaba una gran duda: ¿se sostenía la idea durante todo el espectáculo o se
agotaba rápidamente? De ser un tema o “una isla” en un show de music-hall, no
habría duda de su efectividad, pero todo un show con el mismo “gimmick” podría
ser cansador. Contrarrestaban la duda, los premios y las críticas, pero claro
una cosa es lo que dicen los otros y otra muy distinta es lo que le pasa a uno.
Limé todas las expectativas previas, porque sé que tenerlas en demasía lleva a
desilusiones, desencantos y frustraciones.
El Petit Tabarís es una sala subterránea, pequeña y
acogedora. El escenario que había visto hacer suyo a Facundo Arana unas semanas
atrás con su unipersonal es diminuto. Me preguntaba como harían para convivir
en él músicos, cantantes y bailarín. Sí, ya me había enterado de que el show
incluía un bailarín. Como sabía que estaba en medio de la hilera de butacas,
procuré entrar entre los primeros para no molestar después a mis compañeros de
fila. Mientras me ubicaban, comprobé que como en el Lola Membrives aparte de
caramelos, gaseosas y esas cosas, ahora también te venden café. Después de leer
el programa, me dediqué a mi placer favorito de cuando voy solo al teatro:
escuchar las conversaciones ajenas. Nadie tenía mucha idea de lo que venía a ver,
salvo que era un show de tango, claro. El título me había parecido pedorro,
pero ahora al escuchar a los demás, comprobaba que era un hallazgo. La derecha
tiene muy vendida la idea de corrupción (cuando la ejercen ellos, no es
corrupción, son negocios) y asociarla al tango, que será lo que será, pero uno
no imagina “corrupto”, desata una curiosidad en la cabeza de las gentes, algo
que uno siempre busca con los títulos.
Lanzaron el aviso de apagar los celulares y entraron
los músicos. Romy Terzo en piano y dirección musical, Julia Peralta, bandoneón,
Nicolás Fernández, contrabajo y Carolina Rodríguez, violín. Se denominan La
falsa orquesta de señoritas La Desvelada. Sí, como en Glorias Porteñas hay un afán de evocar los lejanos tiempos de los
bailes en los clubes de barrios y de sus locutores que abusaban de los
adjetivos. Gracia que persiste en el cartel de la puerta, debajo del título y
de su aclaración: Canciones populares reivindicadas al compás del 2 x 4, dice
Cantor Óscar Lajad y debajo entre paréntesis el Trovador Canoro, al lado en la
misma línea dice Cantora Invitada Sandra Guida y entre paréntesis la Calandria
de Santa Lucía. Bueno, la cuestión es que después de una breve obertura, entra
Óscar Lajad y nos gana con su simpatía. Literalmente, o sea usa el famoso truco
de desarmarnos con un vengo-a-hacer-lo-mío-ojalá-les-guste, o sea la de seducir
como casi sin querer, como quien no quiere la cosa. Hay que ser un mal público,
o sea sentarse con un mal humor irremontable para resistirse a esa actitud.
Hace un monólogo ocurrente en el que se presenta como provinciano, salteño si
mal no recuerdo. Y antes o después del monólogo, no me acuerdo bien, se
despacha con Fiesta, qué fantástica, fantástica esta fiesta, a todo 2x4. La
carcajada es unánime, los que ya sabían de qué venía la cosa se contagian de
los que no tenían ni idea. Lajad tiene una voz muy trabajada, cálida y
agradable. Y claro, hace gala del “empaque” o “gola” tanguera. Después las
carcajadas serán a destiempo, según vayamos cayendo, a mi compañero de la
izquierda le bastaban las primeras líneas para identificar el tema y comenzar a
gozar del chiste, a mí, a veces, tenía que llegar al estribillo para largar la
risa, no adolezco de falta de cultura popular, pero tampoco soy un experto. En
algún momento hace su entrada el bailarín Sebastián Colavita, el Rey del
Firulete. Baila según una coreografía propia y demuestra que cuando hay talento
verdadero se puede bailar en cuatro baldosas, que es más o menos el espacio que
les queda libre en el escenario. Colavita es un bailarín asentado, sazonado,
elegante hasta la perfección, y expresivo con su cara como pocos, lo cual es
ideal para esta propuesta. Sin decir una palabra, con cara y cuerpo nos cuenta
todas sus intenciones. Y después llega ella, la extraordinaria, y me quedo
corto, Sandra Guida. En este país si la televisión o el cine fueran más
abiertos al musical, sería nuestro equivalente a las figuras señeras del género
del Hollywood de Oro. Su primer tema es No me arrepiento de este amor, cantado con
todo, no sé, como si fuera su pariente Je ne regrette rien. Porque eso también
forma parte del hallazgo del espectáculo: descubrir que a veces hay hondura
detrás de esas letras que cantamos casi mecánicamente sin recalar mucho en lo
que se dice. Para entonces ya estábamos en mitad del show y la duda no existía,
el “gimmick” no solo se sostenía, sino que nos iba a dejar con las ganas.
Porque sin querer comenzábamos a pensar qué canciones incluiríamos nosotros,
cuál nos gustaría que rehicieran a ritmo de tango. Después habría momentos en
que estarían los tres en el escenario, y entonces el pequeño tablado parece
haberse estirado porque ahora hasta tenemos la impresión de que sobra espacio.
Y como suele suceder en los shows muy logrados, el
público es un espectáculo aparte. Desde prácticamente el minuto uno, se entrega
sin reservas al juego y lo saborea, lo disfruta. Según se le pida, corea, mueve
brazos, hace palmas. Goza, bah.
La dirección general es de Julio Panno, los arreglos
musicales de Gustavo Calabrese y los arreglos vocales de Sandra Guida.
A la salida, si se es gustoso, se puede comprar el CD
del espectáculo. Eso sí, no conviene prestarlo a quienes no vieron todavía el
show, para no desatarles todas las sorpresas. Aunque es tan mágicamente potente
que aunque se sepan todos los temas que cantarán, igual disfrutarán, en el
disco no están las caras, los movimientos, esa cadera quebrada, ese revoleo de
ojos ni las ocurrencias de los monologuitos entre tema y tema.
Creo que a esta altura recomendarlo más que una
obviedad es casi una redundancia. Dejarse corromper por este tango más que un
delito es una obligación moral. No son tiempos de perderse un disfrute.
Jueves 20:30
Viernes 20:30 y 22:30
Sábados 20:30 y 22:30
Domingos 21:00
Teatro Tabarís – Corrientes 831
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