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viernes, 22 de septiembre de 2023

Canciones de sabiduría - Hoy: Canción para ustedes

 

Ya no pueden volver atrás

Porque la vida los empuja

Como un aullido interminable

Hijos míos

Es mejor vivir con la alegría de los hombres

Que llorar ante el muro

Ante el muro ciego

Hay momentos felices

Pero el dolor también depara

Otros caminos sin salida

Se sentirán acorralados

Por el miedo y la incertidumbre

Desearán no haber nacido

Yo sé muy bien que les dirán

Que la vida no tiene objeto

Que es un asunto desgraciado

Desgraciado

Pero entonces acuérdense

De lo que un día yo canté

Pensando en ustedes

Como ahora pienso

Un hombre solo, una mujer

Así tomados de uno en uno

Son como polvo, no son nada

Pero cuando les hablo a ustedes

Cuando les canto de este modo

Pienso también en otros hijos

En otros hijos

Toda la historia del hombre

Está en la historia de uno solo

Como la mies dentro del grano

Nunca se entreguen ni se aparten

Junto al camino nunca digan

No puedo más y aquí me quedo

Vuestro destino está

En los demás, vuestro futuro

Es la vida vuestra dignidad es la de todos

Ellos esperan que resistan

Que les ayuden vuestra alegría

La vida es bella

Ya verán como a pesar de los pesares

Tendrán amor, tendrán amigos

A pesar de los pesares

Por lo demás no hay elección

Y este mundo tal cual es

Será tal cual es

Vuestro patrimonio

Perdónenme, no sé decirles nada más

Pero comprendan que yo aún estoy en el camino


Letra: José Agustín Goytisolo

Música: Alberto Favero


miércoles, 26 de octubre de 2016

Verdad y belleza

Hay canciones que conviven con nosotros desde siempre y para siempre. Y como bien dice Pasatiempo, el poema de Mario Benedetti:
Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía

luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente
una palabra

ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte
de los otros

ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza a ser
la nuestra.

con un poco de suerte, el tiempo termina por atraparnos (y darnos una buena paliza).

Conocí la canción siguiente en los primeros años de mi adolescencia y por entonces, la letra enumeraba datos, ahora, si bien no me jubilé todavía, son realidades. Se puede resumir que los artistas aspiran lograr la verdad y la belleza. Este trío muy mentado, Mario Benedetti en la letra, Alberto Favero en la música y Nacha Guevara en la voz e interpretación lograron con amplitud esa ambición en esta canción. El tiempo no ha opacado a Nacha o Benedetti, pero ha agigantado a Favero. O quizá solo me ha dado las herramientas para apreciar mejor su talento. Como sea, hay verdad y belleza.



El cielo de veras que no es éste de ahora
el cielo de cuando te jubiles
durará todo el día
todo el día caerá
como lluvia de sol sobre tu calva.

Estarás algo sordo para escuchar los árboles
pero de todos modos recordarás que existen
tal vez un poco viejo para andar en la arena
pero el mar todavía te pondrá melancólico
estarás sin memoria estarás sin dinero
con el tiempo en los brazos como un recién nacido
y llorará contigo y llorarás con él
estarás solitario como una ostra
y podrás hablar de tus fieles amigos
que como siempre contarán desde Europa
sus más tímidos contrabandos y becas.

Estarás en la orilla del mundo contemplando
desfiles para niños
eclipses
y regatas
te pondrás el sombrero para mirar la luna
nadie pedirá informes ni balances ni cifras
sólo tendrás horario para tu muerte
pero el cielo de veras que no es éste de ahora
ese cielo de cuando te jubiles
habrá llegado demasiado tarde.


(La canción se llama Cuando te jubiles, el poema en la que se basa: Después)


jueves, 28 de abril de 2016

Para eso...


Era el año 1984. Yo amaba a alguien que no supo quererme y a quien ya ni recuerdo. O sí, vagamente, muy poco, casi nada. Sin embargo no me olvido de que fue el año en que Nacha regresó del exilio e hizo Aquí estoy, primero en el Coliseo y después en el Lola Membrives. La mala calidad de este video no empaña los logros de este primer número de aquel espectáculo. Ah, pero en vivo, era la felicidad. Stephen Sondheim, en letra y música, Alberto Favero, en los arreglos y en la dirección musical, y Nacha, en el escenario. 

Una vez me preguntaron ¿para qué querés ser artista?, ¿para qué sirven los artistas? Para ser felices, para eso sirven.

miércoles, 27 de mayo de 2015

El amor en los setenta

Tres canciones de amor que conocí en los setenta, no tan famosas o transitadas como otras, pero que me parecen, por distintos motivos, sencillamente bellísimas. Ojalá las disfruten tanto como yo.


Amor de tarde
Letra: Mario Benedetti
Música: Alberto Favero

Es una lástima que no estés conmigo
Cuando miro el reloj y son las cuatro
Y acabo la planilla y pienso diez minutos
Y estiro los brazos como todas las tardes
Y hago así con los hombros para aflojar la espalda
Y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
Cuando miro el reloj y son las cinco
Una lástima aunque estés a diez metros
Mientras soy la manija que calcula intereses
O dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
O alguien que hace cifras y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
Cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
Y decirme "¿Qué tal?", y quedaríamos
Vos, con la mancha roja de mis labios
Yo, con el tizne azul de tu carbónico.

Es una lástima que no estés conmigo...





Antes y después 
Letra y Música: Jorge Schussheim






Mi mundo dentro, dentro del tuyo
y mi amor todo junto a la vez.
Un cigarrillo antes a medias
y un cigarrillo a medias después.

Te quiero dos, te quiero tres,
te quiero cuatro y mañana diez,
te quiero bien, te quiero cien,
te quiero tanto y mañana también.

Sos una flor, sos un clavel,
sos un dibujo pintado en papel,
sos lo que sos, sos sin porqué,
sos un cometa celeste pastel

Mi mundo dentro, dentro del tuyo
y mi amor todo junto a la vez.
Un cigarrillo antes a medias
y un cigarrillo a medias después.

Te quiero seis, te quiero diez,
te quiero doce y vos lo sabes,
te quiero igual o más que ayer,
te quiero tanto que no sé que hacer.

Hoy te quedás, ya no te vas,
te quiero como no quise jamás
y te preciso y me necesitás,
hoy nos amamos solos y en paz.

Mi mundo dentro, dentro del tuyo
y mi amor todo junto a la vez.
Un cigarrillo antes a medias
y un cigarrillo a medias después.








Te quiero, che 
Letra: Horacio Ferrer 
Música: Astor Piazzolla 




Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Cuidado que en la calle
cualquiera en que te encuentre,
te haré un amor antiguo,
lindísimo, insolente.
Y allí te asaltará
mi beso principal,
igual que el primer beso
en la primera ciudad.

Cuando te encuentre,
los municipales que pintan
las rayas blancas y amarillas
en el asfalto, sin saber por qué
llenarán todas las calles de Te Quieros.
Y la gente, como por un raro instinto,
quemará en el medio de las plazas
todos los libros que no dicen Te Quiero.

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Armados de un abrazo
y un beso inmemoriales,
qué escándalo seremos,
qué dos barbaridades,
queriéndonos querer,
vos hombre y yo mujer,
igual que el primer hombre
y la primera mujer.

Cuando te encuentre
voy a salir al escenario del Colón,
y en medio de una función de gala
cantaré un Te Quiero
del tamaño de una ópera,
y desde el río hasta Liniers,
las chimeneas serán los tubos
de un armonium delirante
que tocará Te Quiero.

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Ya tengo a tus dos manos
tuteando a mis caderas:
yo quiero quedar toda
fecunda de poetas,
un pueblo voy a ser,
¡qué amor que te daré!
Habrá primero un trago
y un cigarrillo después.

Cuando te encuentre,
me convertiré en un alegre
terrorista de Te Quieros,
para que tiemblen los que no aman.
Y en nuestro primer abrazo
ya empezarán a abrazarse también,
los dos últimos enamorados
que habitarán la tierra,
y que un día melancólico y por venir
se dirán: Te Quiero.

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Mi blusa y tu camisa
volando en una escoba,
harán un ejercicio
celeste de palomas,
queriéndose querer,
peleando por querer
igual que el primer hombre
y la primera mujer.

Te quiero, quiero, que te quiero, che.
Te quiero, quiero, que te quiero, che.