El martes 30 de abril sucedió algo,
que de no ser grave, sería muy cómico. Se supone que, más allá de líneas
editoriales, la principal función de los medios de comunicación es informar.
Puede que esto ocurra en algunos lugares del mundo, pero desde hace años en
este país es más raro que hallar esmeraldas incrustadas en un pizarrón.
Empeñados en minar, a como dé lugar, el gobierno de Cristina K, incentivan,
motorizan y exacerban los cacerolazos, por ejemplo, hasta la exasperación. Pero
cuando se trata de reacciones contra acciones y medidas de sus amiguitos, se
silba bajito y se mira para otro lado. El martes hubo una nutrida movilización
en repudio al ataque policial metropolitano perpetrado contra pacientes y
trabajadores del Hospital Borda que fue literalmente “invisibilizada” por los
grandes medios. Cultivan no el realismo sino el “voluntarismo” mágico, que
vendría a ser algo así como: Si no lo registramos, por ahí se borra de la
realidad y deja de existir. Barrieron bajo la alfombra a unos cuantos miles de
personas e hicieron de cuenta en que la noticia pasaba por… cha chan cha chan…
¡la entronización de Máxima! Después se desgarran las vestiduras, se llenan la
boca con altisonantes palabras y se erigen en los “únicos” defensores de la
libertad de prensa. ¡Andá, que te crea tu abuelita!
En la foto, lectoras y espectadoras
de los grandes medios disfrutan la realidad a bordo del crucero Nube de Pedo.
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