La
incomunicación como el desamor es un tema eterno, siempre vuelve.
En
uno de los días de exámenes de diciembre, en la más que cálida (por lo tórrido
del clima no por la comodidad del mobiliario) sala de profesores de una escuela
(que mejor olvidar aunque sea imposible) se me acerca un Colega de Otra Materia
y me pide que si viene Fulana a decirle algo, que por favor haga de
intermediario, que le es imposible comunicarse con ella. El asunto tiene su
importancia porque Fulana es autoridad y no se la puede ignorar… del todo.
Aparece Fulana a hablar con mi Colega de Otra Materia y sí, tengo que hacer de
intermediador a pesar de que el tema es sencillo y no debería presentar mayores
inconvenientes: hay que correr algunas mesas de exámenes porque no se tomaron en
cuenta los feriados de carnaval, y entonces Fulana quiere saber si a mi Colega
de Otra Materia le quedan bien los días y horas que propone otra integrante de
la mesa. Como se ve, se trata solo de días y horarios, y sin embargo, los dos
se pierden en una maraña de premisas secundarias que no hacen a la cuestión.
Mientras busco en el calendario de mi celular el susodicho mes de febrero, los
hago callar y le pido a mi Colega de Otra Materia que se fije en qué días tiene
fechas de exámenes ya asignadas en febrero. Él obedece y busca. Por suerte
ninguna coincide con las que viene a proponer Fulana así que el problema se
resuelve. Conclusión: Fulana y mi Colega de Otra Materia no están destinados a
comunicarse… con fluidez.
Mientras
esperamos que empiece la película, un amigo me dice que en su Facebook todos
parecen haberse llevado comprensión de textos a examen y que siguen sin
aprobarla, que nadie entiende nada, que pone una cosa y le contestan con otra
que nada que ver. Le digo, por decir algo que suene remotamente a inteligente,
que es porque nadie responde racionalmente sino emocionalmente. No puedo
explayarme porque por suerte apagan las luces, eso sí, durante la seguidilla de
tráileres se me ocurre que quizá el bendito Facebook no sea un espacio de
comunicación sino de expresión, que también es comunicarse pero con otros
roles.
Otro
amigo por teléfono me cuenta un problema que tuvo con un Tercero, como también
conozco al Tercero puedo vislumbrar la cuestión. Le digo que Tercero siempre
está perdido en su propia película, y que nunca está en el mismo género que
uno, que si uno está en una de guerra, Tercero está en una de cowboys y
viceversa. Que la única forma de garantizar una comunicación más o menos
inequívoca con Tercero es usar la técnica de la amnesia y de la recuperación
inmediata de la memoria, o sea, hablarle, después interrumpirse y preguntarle
¿qué te estaba diciendo?, y si Tercero contesta cualquier banana, recuperar la
memoria en el acto y corregirlo. Mi amigo dice que no cree que funcione con Tercero.
Le digo entonces que lo declare inimputable o lo mande a la mierda.
Arranqué con el desamor y la incomunicación,
termino entonces con ellos pero sin los prefijos negativos. Amamos hasta que no
lo hacemos más. Nos comunicamos hasta que no nos comunicamos más. Debe tener
algo que ver con la magia o la voluntad. O algo así, no sé. Quizá lo supe, el
problema es que no me comunico mucho conmigo últimamente.
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