Querido Steven,
Parece que la Academia de Artes y
Ciencias Cinematográficas está empeñada en darte lecciones de humildad. Ante
cada buena película tuya (casi todas, a decir verdad), te entregan el dulce en
forma de chiquicientas nominaciones y después intentar humillarte públicamente
dándote uno o dos Óscares (o ninguno como aquella infausta noche de El color púrpura).
Esta vez ni indirectamente te
premiaron por completo, sólo a medias. Vos reconociste a los cuatro vientos que
Lincoln se asienta en dos columnas:
en el actor protagónico y en el guión. A Daniel Day Lewis sí le dieron su
Óscar, bueno, era imposible no reconocerle una de las actuaciones más
deslumbrantes de la historia del cine, pero a tu guionista, el gran Tony
Kushner lo dejaron con las manos vacías.
Más allá de la apabullante labor del
londinense (que tuvo la suerte de enamorar allá lejos y hace tiempo a ¡Isabelle
Adjani!), no puedo dejar de preguntarme como hubiera sido la peli con tu
primera elección para el protagónico, o sea, Liam Neeson. Neeson me cae mejor y
es también un buen actor, aunque, ahora, seamos prácticos y sinceros, toda especulación
es inútil porque Danielito se subió al superlativo y a esas alturas no hay
piedra que llegue. Day Lewis no me termina de llenar, pero su mamá sí. Cuenta
Danielito que a su mamá sus rodajes y sus compañeros de trabajo le importaron
siempre un comino, pero que cuando filmó Nine,
lo llamaba todos los días para preguntarle cómo era trabajar con Sophia Loren, cómo
se comportaba en el set, si llegaba tarde, si tropezaba con sus líneas, si le molestaban las retomas, si era muy
meticulosa con la luz y el maquillaje, si era tan hermosa como se la veía en la
pantalla, etc. Curiosidades más que comprensibles, para los que la hemos
conocido en su esplendor, la Loren es un mito irrepetible. El otro día
aproveché un par de horas libres que tenía mientras esperaba que me llegara una
traducción horrible y me puse a rever Una
giornata particolare, Mamma mia, ¡qué actriz más bella, por fuera y por
dentro!
Retomo, a Danielito lo premiaron,
pero a Tony Kushner lo robaron. El guión de Argo
es bueno, pero tampoco para tirar manteca al techo. Kushner en Lincoln maneja más de 100 personajes y desarrolla
magistralmente la trama y los conflictos. ¿Lo habrán castigado por el supuesto “error
histórico” de cambiarle el voto en el pasaje de la enmienda a dos de los
representantes de Connecticut? Digo bien “supuesto” porque lo hizo para crear
suspenso en la escena y era obvio que lo hacía adrede puesto que les cambió los
nombres para alejarlos de toda referencia real. Si fue por eso, es una vergüenza.
Como dicen los críticos ingleses cuando empiezan a joder con que las obras de
Shakespeare guardan poca fidelidad histórica: Si quieren historia vayan a la
biblioteca.
No sé como vivís que te ninguneen en
las entregas de premios, espero que con humor. No te lo tomes en serio, por
favor. Tu obra tiene más entidad que toda la Academia junta. No quiero dar
títulos porque te incomodaría, pero vos y yo sabemos que premiaron cada cosa…
Los premios pasan, pero las obras
perduran. El mundo sigue cantando New York, New York y ya nadie se acuerda de
que ni siquiera la nominaron para Mejor Canción.
Con toda mi admiración y mi gratitud,
Gustavo
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