Escrito el 12 de enero de 2024
Como la realidad sigue aciaga, voy de protesta en defensa
de la cultura atropellada a marcha por derechos laborales vulnerados, y en el
medio meto mi cabeza en un libro para no volverme loco, o como cantaba Charly,
para no volverme "tan" loco. Esta vez le tocó el turno a Gente
conmigo de Syria Poletti, que en mi más tierna infancia fue un libro muy
popular y que por esas cosas no llegó a mis manos. Nora, una traductora de
italiano, está en la cárcel por haber falsificado documentos públicos,
pasaportes, actas de nacimiento y esas cosas. Transcurre los días rememorando
los motivos que pudieron haberla llevado a cometer el delito por el que se la
acusa. Pasó su infancia en una Italia muy empobrecida y su abuela materna le
enseño el "extraño oficio" de escribir cartas para los analfabetos.
Sus padres y hermanos emigrarían para Argentina y a ella por discapacitada
(tiene una escoliosis deformante) no la aceptan. Se queda en Italia con la
abuela y una hermana. Insistirán y finalmente, la hermana y ella podrán venir.
Intentarán vivir con los padres y los hermanos en Chaco, pero por la distancia,
los vínculos están rotos, sin posibilidad de reverdecimiento. Nora y la hermana
terminan viviendo en Buenos Aires. La Segunda Guerra las encuentra allí. En
Italia a la abuela la matan los fascistas por haber escrito cartas para los
guerrilleros analfabetos. Nora cuenta las marcas que le dejaron la gente para
la que escribió cartas o hizo traducciones (la Gente conmigo, del
título) Y finalmente sabremos qué la mandó a la cárcel. La novela fue publicada
por primera vez en el año 1960 y se destacó por ser fuertemente autobiográfica
(por entonces las experiencias personales no se transmutaban en ficción, como
ahora que es lo habitual, en esos tiempos se imponía lo ficcional puro, la
invención). Me gustó, pero por momentos se me hizo difícil leerla. Hay mucha
racionalización de sentimientos y sensaciones, que era lo típico del momento,
lo que es profundo y poético, pero medio arrevesado para mi gusto de hoy. La
visión social es ambigua, es una mujer de ideas progresistas, pero por momentos
la férrea estructura patriarcal le gana la pulseada. Y como era habitual en los
sesenta en el mundo de las letras, es antiperonista. No furibunda, como otros,
pero antiperonista, con ganas de convencerme que a lo mejor adhiero. No me
arrepiento de haberla leído, todo lo contrario. Ahora me queda ver la película
que se hizo sobre este libro. La protagonizó Violeta Antier, que fue una actriz
maravillosa que murió muy joven. Socia de Alcón en varios proyectos teatrales y
radiofónicos (mamá recordó siempre los radioteatros que protagonizaron, decía
que no se perdió ningún capítulo de las repeticiones que iban después de la
medianoche, se levantaba para escucharlos en la cocina, mientras papá dormía,
yo era bebé, o sea hablamos del ¡pleistoceno!) Mientras escribo esto, hay un
cacerolazo en el Parque Alberti, o sea ¡hay esperanza!
Gustavo Monteros