Escrito el 7 de enero de 2024
Cecilia Rossetto en un posteo de facebook escribía ayer:
"Algunos días me despierto exiliada en mi propia ciudad..." Una
elocuente manera de referir a la desazón que nos provoca este enrarecido clima
político de avasallamiento de derechos que propone peluca-papada-zapán-milei.
Resistimos como podemos y mientras esperamos que algo suceda, hay que poner la
cabeza en algún lado para no enloquecer. Como estoy de vacaciones, tengo tiempo
de leer como si me fuera la vida. Acabo de terminar un buen libro: La
historia de Mayta de Mario Vargas Llosa. Por suerte, Verbitsky me corrió el
prejuicio que tenía contra el Premio Nobel 2010. Convengamos que el prurito,
más que prejuicio, estaba bien fundado, porque el hombre cada vez que abre la
boca insulta muy desagradablemente todo lo que soy y en lo que creo. Desde que
se volvió garca, se supera a sí mismo, es el más garca de todos los garcas.
Pero como sugiere don Horacio que tanto insulto no nos tape que Vargas Llosa es
uno de los mejores novelistas del siglo XX y que escribe como los dioses. La
historia de Mayta es la construcción literaria del retrato del hombre que
estuvo detrás de la primera insurrección subversiva en Perú, allá por los
lejanos 1957, 1958. Cada capítulo cuenta un encuentro con alguien que lo
conoció, fue testigo o estuvo relacionado con los hechos. El libro atrapa y
aunque no es un policial, el capítulo final trae algunas sorpresas que
contradicen o ponen patas para arriba lo que se nos indujo a creer del
personaje del título. Si se lo cruzan, lo recomiendo ampliamente.
Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario