A cambio de tales privilegios, se les pide que envejezcan bien y que luzcan siempre espléndidos. Con toda la ayuda posible, claro. Viven a dieta, pero si se cansan de comer liviano, les diseñan menús con pescados, frutas y vegetales exóticos. Hacen gimnasia, pero si se aburren les ponen un entrenador personal para que prácticamente sude por ellos.
Pero a veces se rebelan, no mueven un dedo, se comen hasta los manteles y cubiertos y se olvidan de los masajes capilares. Entonces se ponen viejos, gordos y pelados. El resto de los mortales sonríe con satisfacción y no los envidia tanto. Porque por un rato al menos, son gordos, viejos y pelados… como nosotros.
Jude Law un verano que se cuidó y Jude Law un verano que se descuidó
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