sábado, 18 de agosto de 2012

Mi vida en el teatro


Así está el teatro de mi vida o mi vida en el teatro. En ruinas. No la parte creativa, activa como el primer día. La obra está escrita, el personaje armado (es un unipersonal, única manera de llevarse bien con todo el elenco, como dice el chiste habitual), el vestuario y la utilería elegidos, el afiche y el programa, encaminados, la letra aprendida y los ensayos en marcha, pero… la producción, que en el teatro independiente es más que nada hacer trámites está, para decirlo amablemente, en veremos. Me da una fiaca terrible encarar el trámite de pedir una sala, el trámite de pedir fecha, el trámite de arreglar ensayos en la sala, el trámite de hacer el trámite. Siento lástima por mí mismo (oops!) que en chiquicientos años de hacer teatro, no haya podido armar un equipo de producción. He armado una carrera que se traduce en un currículum que provoca respeto cada vez que lo presento: ¡Usted hizo todo esto! Y sí, mire, pero no tengo a nadie que me dé una mano cuando tengo que presentar todo lo que armé. Gracias a Dios tengo un público fiel al que le gusta lo que hago. No una multitud, tampoco la pavada, pero un par de funciones lleno, y si pudiera permanecer en algún lugar una temporadita hasta podría multiplicarlo con lo del boca a boca, pero como ve hasta una función me cuesta conseguir. Ya fijé una fecha, para saber qué decir cuando me preguntan ¿y?, ¿cuándo? Me dije el martes, descansadito después del fin de semana largo, voy y pido sala, pero ya sé que no voy a ir porque tengo que cumplir con otro trámite que no cumplí el viernes, llovía, vio. Entonces lo voy a dejar para el otro lunes, o el otro, o el otro. Pero no se  preocupe, el día menos pensado junto coraje y voy, seguro que voy.

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