miércoles, 2 de mayo de 2012
Después de la caída
Después de cuatro días de libertad y deleite, llegamos en caída libre a nuestra realidad cotidiana. El golpe es durísimo. Nos sacudimos la ropa, corroboramos que no tenemos huesos rotos y recitamos del revés nuestro número de documento para comprobar que el daño psíquico no es irreversible. Procuramos no acordarnos de lo terrible que son nuestras condiciones de trabajo. ¿Para qué recitar otra vez lo que sabemos de memoria? Hacemos pie en lo positivo. Estamos bien descansados y nadie nos puede quitar lo disfrutado. Suspiramos y aunque por costumbre nos quede la sensación de que es lunes, nos pellizcamos y nos decimos que es miércoles, que en un par de días seremos libres otra vez. Y claro, comenzamos a contar los días que faltan para el 25. El trabajo es una condena y los feriados, las vacaciones y los paros son breves períodos de libertad condicional que hay que ansiar y disfrutar. En definitiva siempre hay que sobrevivir lo que no podemos cambiar.
Fue otro capítulo de Zen al paso. No deje de sintonizarnos.
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