Aquel tapado de armiño, todo forrado en lamé, que tu cuerpito abrigaba al salir del cabaret. Cuando pasaste a mi lado, prendida a aquel gigoló, aquel tapado de armiño ¡cuánta pena me causó!
¿Te acordás?, era el momento culminante del cariño; me encontraba yo sin vento, vos amabas el armiño. Cuántas veces tiritando, los dos junto a la vidriera, me decías suspirando: ¡Ay, amor, si vos pudieras! Y yo con mil sacrificios te lo pude al fin comprar, mangué a amigos y usureros y estuve un mes sin fumar.
Aquel tapado de armiño todo forrado en lamé, que tu cuerpito abrigaba al salir del cabaret. Me resultó, al fin y al cabo, más durable que tu amor: el tapado lo estoy pagando y tu amor ya se apagó.