viernes, 26 de agosto de 2022

Solo el pobre perro murió

Este ingenioso poema satírico de Oliver Goldsmith está en su novela El vicario de Wakefield. La última línea (The dog it was that died) da el título a una obra de Tom Stoppard. Como en estos días leí la obra de Stoppard, recuperé el poema que en algún momento temprano de mi vida hallé en una antología de poesía humorística.

 

AN ELEGY ON THE DEATH OF A MAD DOG

by: Oliver Goldsmith (1728-1774)

 

Good people all, of every sort,

Give ear unto my song;

And if you find it wondrous short,--

It cannot hold you long.

 

In Islington there was a man,

Of whom the world might say

That still a godly race he ran,--

Whene'er he went to pray.

 

A kind and gentle heart he had,

To comfort friends and foes;

The naked every day he clad,--

When he put on his clothes.

 

And in that town a dog was found,

As many dogs there be,

Both mongrel, puppy, whelp, and hound,

And curs of low degree.

 

The dog and man at first were friends;

But when a pique began,

The dog, to gain some private ends,

Went mad, and bit the man.

 

Around from all the neighboring streets,

The wondering neighbors ran,

And swore the dog had lost his wits

To bite so good a man.

 

The wound it seemed both sore and sad

To every Christian eye;

And while they swore the dog was mad

They swore the man would die.

 

But soon a wonder came to light,

That showed the rogues they lied;

The man recovered of the bite,

The dog it was that died.

 

 

ELEGÍA A LA MUERTE DE UN PERRO RABIOSO

De Oliver Goldsmith

Traducción de Felipe Villaverde

 

Venid, buena gente;

Oíd mi canción:

Si dura muy poco,

Será lo mejor.

 

En Islington hubo un hombre

De quien el pueblo decía

Que era un portento en la iglesia

(por lo poco que asistía)

 

Generoso corazón,

Enemigos no tenía:

Dábale ropa al desnudo

(cada vez que se vestía)

 

Entre los sabuesos, dogos,

Y otros de menor valía,

Cierto can déjose ver

En Islington cierto día

 

El hombre y el perro

Ya son camaradas;

Pero al cabo riñen

Por unas palabras.

 

El perro se pone rabioso,

Al hombre un mordisco le da:

La alarma cundió por la calle,

Acude la gente al lugar.

 

El perro está loco

-dice la opinión-

¡Mire usted que morder a un sujeto

De tal condición!

 

Dolorido está el herido,

Que verlo da compasión;

El perro estaba rabioso;

Juran que no hay salvación.

 

Pero ¡maravilla de las maravillas!

-el pueblo mentía, miente la opinión-.

Muy pronto el doliente sanó de la herida;

Solo el triste perro murió

 

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