martes, 22 de diciembre de 2020

Programa doble con Jacqueline Bisset


 

Me hago un programa doble con Jacqueline Bisset (dicho así hasta suena erótico, pero es más inocente que jugar a la mancha, porque se trata solo de dos películas con Jacquie).

 

Veo primero la que coprotagonizó con Charles Bronson, St Ives (J. Lee Thompson, 1976)

 

A Bronson le gustaba hacer películas con el amor de su vida, Jill Ireland, pero como en la variedad está el gusto, de vez en cuando optaba por otras actrices hermosas para acompañarlo.

 

Sorprende su buen gusto, o no tanto. ¿Quién no hubiera optado por Liv Ullmann o Dominique Sanda o Jacqueline Bisset de haber podido?

 

No era casual que eligiera musas del cine arte, ni tampoco que ellas aceptaran.

 

Costaba lo mismo hacer buenas o malas películas, que fuera cine industrial, popular, de entretenimiento no significaba necesariamente hacerlas malas o vulgares.

 

Y así él se codeaba con actrices de prestigio y ellas se daban un baño siempre bienvenido de popularidad.

 

Liv Ullmann está con Bronson en un Terence Young, De la part des copains, 1970, mientras que Dominique Sanda y Bisset están en sendos J. Lee Thompson, St Ives, Bisset y Caboblanco (1980) Sanda.

 

St Ives, conocida aquí como El temerario Ives, se basa en una novela de Ross Thomas y es un buen policial.

 

Bronson es Raymond St. Ives, un ex policía que escribe una novela policial que ninguna editorial quiere publicar.

 

Acepta entonces llevar un montón de dinero para que el millonario Abner Procane (John Houseman) recupere unos cuadernos con notas que le robaron.

 

Como se sabe hacer de intermediario no es fácil ni sale bien.

 

Procane tiene una asistenta, Janet Whistler (Jacqueline Bisset) y como padece del corazón, un ¡psiquiatra!, el Dr. John Constable (Maximilian Schell).

 

Vista hoy, dos detalles sobresalen, en una escena, un par de maleantes quieren pasar al otro mundo al pobre Bronson (sin lograrlo, claro, porque Charles es el protagonista y todavía falta mucha película). Los maleantes (muy jóvenes ellos por entonces) son Robert Englund (que hallaría fama imperecedera como el Freddy Krueger de las Pesadillas) y Jeff Goldblum que entre otros muchos logros escaparía de los dinosaurios de Spielberg.

 

Y el otro detalle es John Houseman, muy mentado en estos meses por ser un personaje prominente de Mank (David Fincher, 2020), interpretado por Sam Troughton es el intermediario de Orson Welles, que se le aparece al convaleciente Mank con órdenes, paquetes y algún que otro ultimátum. El hombre Houseman antes de triunfar como actor en su vejez fue un artífice del famoso Ciudadano Wellesiano.



Completo mi programa doble con La escalera de caracol (Peter Collinson, 1976) remake innecesaria del clásico The spiral staircase de Richard Siodmak de 1946.

 

Hay una mudita a proteger de un asesino serial que mata discapacitadas. La chica, en el original de 1946, que transcurre a principios del siglo XX, trabaja de dama de compañía de una anciana postrada en una casona, en la que también viven sus dos hijos, uno de ellos con una secretaria, más una enfermera, una cocinera y su marido, un hombre fuerte para todo tipo de trabajos.

 

La casona está apartada y la visita más frecuente es el médico que atiende a la anciana, novio para casarse de la mudita.

 

Nada cierra mucho, ni los personajes ni las relaciones, pero Siodmark la volvió un clásico ineludible por la creación de climas, con muchas sombras expresionistas, puesta en escena intensa y una capacidad para transformar en ominoso hasta el ventanal más anodino.

 

En 1976 los productores decidieron que transcurriera en la actualidad de su hechura o sea los setenta.

 

Y si la historia no cerraba en tiempos pre-Freudianos, en los setenta post-Freudianos cierra menos. Tampoco funcionan las relaciones entre el personal que puede que fuera ligeramente lógico para un caserón de principios de siglo, pero para los setenta, alejado, pero no aislado de zonas más urbanas suena a despropósito.

 

Obviamente la mudita es Bisset, la anciana es Mildred Dunnock, el hijo con secretaria es Christopher Plummer, la secretaria es Gayle Hunnicutt, el otro hijo, díscolo él, es John Phillip Law y la enfermera es Elaine Stritch, en una de sus participaciones para el cine, la señora fue fundamentalmente un mito teatral en todo su derecho.

 

La película, como adelantamos, es mala. No tan mala como para ser un hito, pero si lo suficientemente mala como para preguntarse ¿Por qué?, ¿con qué necesidad?

Gustavo Monteros

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