Cuando volví a ver El expreso de Von Ryan (Mark Robson, 1965) para la recién
inaugurada sección Trenes o Películas con trenes de http://cronicas-de-cine.blogspot.com/
me dieron ganas de revisitar otras películas que veía para la misma fecha en
que vi la película con Sinatra o sea a mis 10 u 11 años.
La primera que se me ocurrió fue Jaque Mate (Counterpoint, Ralph Nelson, 1968). La acción transcurre en diciembre
de 1944 en el frente belga. USO (United Service Organizations) ha enviado una
orquesta sinfónica para entretenimiento de las tropas. Algunos generales del
uniformado público se quejan de que otros puestos reciben a Marlene Dietrich y
Bob Hope mientras que a ellos les toca un concierto clásico.
Un famoso director, Lionel Evans (Charlton
Heston) conduce la orquesta. El concierto se interrumpe porque los alemanes han
iniciado una contraofensiva para recuperar el terreno. Suben a los músicos a un
double decker y los alejan de la zona de conflicto. No tardan en caer en
territorio dominado por los alemanes.
Los bajan para ajusticiarlos según órdenes. Los
salva la vehemencia de Heston, que no en vano fue Moisés y Ben Hur, que dice
que no corresponde que los fusilen porque son civiles no combatientes. Los llevan,
entonces, a un castillo que hace las veces de cuarteles generales. Ahora quiere
pasarlos por las armas, un comandante de las SS, el coronel Arndt (Anton
Diffing). Esta vez los salva la cultura del General a cargo, Schiller
(Maximilian Schell) que no solo conoce a Evans sino que es su apreciativo
seguidor.
Y ahí comienza la película que gira sobre dos
ejes. Por un lado, el duelo de egos de los personajes de Heston y Schell
(delicioso, sobre todo del lado de Schell, que degusta sus líneas como un
sibarita) y por el otro lado, el encierro y la supervivencia de la orquesta.
Por supuesto hay una chica, chelista ella, que
no en vano la cosa viene de orquestas, Annabelle Rice (Kathryn Hays) tironeada
por el personaje de Heston, su expareja y por su actual pareja, el primer violín,
Victor Rice (Leslie Nielsen). Ronda implícita la idea de que hay un trío en
acción. Todo muy moderno. Sorprende hallar en estas películas de los años
sesenta, súper ATP (aptas para todo público) entrelíneas tan “riesgosas”. Aunque
no debería sorprendernos tanto, las películas siempre manejaron un metalenguaje
adulto para diversión del que supiera descifrarlo. Si este metamensaje era
casual o intencional está sujeto a debate.
La saga de La pistola desnuda cambió para siempre nuestra percepción de Leslie
Nielsen, incluso en sus trabajos dramáticos anteriores como en este caso. Uno no
puede dejar de esperar que remate con una sonrisa, una mueca o una expresión
hilarante las escenas más terribles, como cuando ejerce violencia de género
contra la pobre Barbra Streisand en Nuts (Me quieren volver loca, Martin Ritt, 1987)
Comenzaré una nueva sección para hablar de estas
películas. La llamaré Matiné en el patético intento de recuperar el embeleso
que me daban estas películas. El nombre de la sección responde a razones muy deducibles,
por la edad me estaban vedadas las funciones nocturnas.
Gustavo Monteros
No hay comentarios:
Publicar un comentario