jueves, 12 de octubre de 2017

La señora Gump


Hace un tiempo, en otro día de la madre, por hacerme el gracioso en Facebook, dije que la mejor madre de todas las del cine era la de Forrest Gump, más que nada por los favores sexuales que le hace al director para que su pequeño hijo sea aceptado en la escuela. Este año para una actividad especial que me pidieron en una escuela, decidí que viéramos con los alumnos esa inolvidable película de Robert Zemeckis. Antes la reví por mi cuenta para determinar los puntos del debate y caí en cuenta la magnitud de la grandeza de esa madre. Con palabras simples, lo provee de una filosofía que hará que Forrest nunca se sienta una víctima y que fortalezca su autoestima. Repasemos sus dichos.


Primero el más famoso: “La vida es como una caja de bombones, nunca se sabe el que te va a tocar”.


Después, cuando le ponen en las piernas los aparatos ortopédicos, le dirá: “Por supuesto que todos somos diferentes, Forrest, si Dios hubiese querido que fuéramos iguales, nos habría puesto a todos aparatos en las piernas”.


Le enseña que cada vez alguien quiera tratarlo como tonto, conteste: “Tonto es el que hace tonterías”.


Y en el diálogo final le dirá: “Me estoy muriendo (…) porque me llegó la hora (…) pero no tengas miedo. La muerte es parte de la vida. Es algo que nos pasa a todos (…) Tienes que hacer lo mejor con lo que Dios te ha dado.


La madre de Forrest Gump es lo que es porque la hizo Sally Field. Siempre le agradeceremos que haya invertido en ella su talento, y que no haya caído en la tentación de la vanidad. Sally solo tiene 10 años más que Tom Hanks, y en la película anterior que habían hecho juntos, Punchline (David Seltzer, 1988) por aquí conocida como La última carcajada, ella hacía de una ama de casa que requería de la ayuda de un exestudiante de Medicina devenido cómico de stand-up, no en su mejor momento, el bueno de Tom, para que la ayude a ser una buena comediante de esa disciplina. Si bien llegaban solo a ser amigos, había por abajo un romance latente. Y tan solo 6 años después tenía que pasar de ser un casi interés romántico a madre de su excompañero, algo que una más que entendible vanidad pudo haber boicoteado. Si es duro para los hombres correrse del lugar de galán-protagonista a padre o tío del protagonista, para las mujeres lo es incluso peor.


Cerca de su final, el personaje dice que su destino fue haber sido madre de Forrest. Algo que cumple con inmensidad. Sally también. Por su propio bien, nuestro beneplácito y la gloria del cine.

Gustavo Monteros

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