Contra la fiebre amarilla
titula hoy Juan Forn su columna semanal de Página 12 y al menos los habitantes más
o menos progresistas de este país entendemos la ironía con dolor y de
inmediato. El domingo pasado marcó el regreso al gobierno de la derecha más rancia,
con su neoliberalismo rampante y su neoconservadurismo flagrante. Se trata de
una alianza comandada por el partido PRO cuyo color distintivo es el amarillo. Yo
estuve alejado temporariamente de este blog y su hermano sobre el cine para
militar activamente y procurar evitar que lo que pasó pasara, el triunfo de la
derecha en las urnas. Uso dos veces la palabra Derecha en el mismo párrafo a
propósito, ya que aquí por más que sus partidarios lo son no se asumen como
tales y prefieren escudarse en el eufemismo de “centro-derecha”. El resultado
fue ajustado, ganaron por un par de puntos. En los días previos se rumoreó que
la diferencia sería aplastante. Como no pasó, esto que nos alienta a no perder la esperanza. Solo
nos queda resistir, dar batalla para no perder lo ganado. Y volvemos a hacer
nuestra la frase de San Martín: Para los hombres de coraje se han hecho las
empresas. En fin, ánimo y coraje, no nos queda otra.
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