jueves, 15 de septiembre de 2016

El otro Benito

Es un día lleno de Benitos, veo Le nouveau / El novato en el que la que el chico protagonista se llama Benoît y después me topo en un diario con una nota de color sobre la recuperación de un perrito llamado también Benito. La leo, a pesar de su exasperante cursilería y de su más exasperante exposición de prejuicios sociales denigrantes, porque recuperar una mascota es más raro que hallar un perro verde.


Benito pertenecía a una chica de clase acomodada que vive en Olivos. Cuando Benito contaba con apenas un año, en un paseo a orillas del río, Carla es asaltada por un joven “drogado y alcoholizado” que le roba el celular, el reloj y a Benito. Cree que le pedirán una recompensa, pero no. El tiempo pasa y ella no deja de publicar en las páginas de mascotas perdidas de Facebook la foto de Benito.


Más de dos años de perdido Benito, el hermano de Carla, recibe de un “no-amigo” de Facebook información de que el fin de semana pasado en una plaza, gracias a un plan de adopción, Benito podría haber sido adoptado por una familia con chicos. El hermano de Carla se acerca al refugio de perros que promovió la adopción para mayores detalles. Allí se entera de… y recorto y pego el textual del diario “La manera en que había llegado a ellos era peculiar: una vecina de un barrio humilde de la zona sur lo había visto en una casa vecina desde hacía un tiempo, pero se percató al instante de que el animal no pertenecía allí, y que seguramente lo habían robado, modalidad muy común por aquellos pagos. (…) La mujer sentía un especial amor por los animales y veía con dolor que el perrito no era cuidado con la más mínima atención. Una noche de tormenta, aprovechó la oportunidad y se lo llevó. No le costó demasiado: el pobrecito estaba bajo la lluvia torrencial, pegado a la enclenque reja de la propiedad. De allí al refugio, fue un solo paso. Estaba convencida de que en cualquier lugar estaría mejor que en su morada anterior.”


No insistan, no apostrofaré ni haré ningún comentario sobre todas las implicancias de semejante narración. El que quiera “leer” que lea y el que no halle nada horrible en lo transcripto que siga feliz con su acotada y miserable visión del mundo.


Volviendo a Benito, el hermano de Carla va a la casa de los adoptantes, les cuenta la historia y “conmovidos” porque son de la misma clase social y de “clara” sensibilidad se lo devuelven para que pueda reencontrarse con Carla. Final feliz para Benito, que como corresponde es “blanco”.



Aunque a esta altura ya es redundancia pura, aclaro que leí el artículo en el diario La Nación. Tribuna de doctrina hasta el fin. Firme, siempre, con la intensificación y perpetuación de prejuicios detestables.

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