jueves, 25 de febrero de 2016

Las chicas del mostrador



En tres de las películas nominadas para Óscares importantes, sus protagonistas en algún momento del argumento se ponen detrás del mostrador de una gran tienda. En Carol, Therese (Rooney Mara) vende juguetes tras el mostrador de Macy’s. En Brooklyn, Eilis (Saoirse Ronan) vende accesorios femeninos (guantes, pañuelos, turbantes, sombreros, carteras, etc.) tras el mostrador de Bartocci’s. Y en La chica danesa, Lili (Eddie Redmayne) vende perfumes, maquillajes y cremas tras el mostrador de Fonnesbech. Tanto Carol como Brooklyn transcurren en la Nueva York de los años cincuenta, mientras que La chica danesa, al menos en la escena que referimos, transcurre en la Copenhague de los años veinte.


Las actitudes de estas chicas del mostrador son distintas. Therese se siente atrapada en ese trabajo, querría hacer algo que tuviera que ver con la fotografía, para lo que  se siente con talento. Eilis no se plantea si el trabajo la satisface o no, trata de adaptarse, de sobrevivir, aunque, después, cuando pueda estudiar contabilidad, expresará la necesidad de hallar en un futuro, que cree distante, un puesto de contable. Lili, en cambio, estará feliz entre perfumes, se sentirá más mujer en ese templo de la femineidad (si no puede “ser” en plenitud, al menos “representa”, no en vano la jefa de las vendedoras dice, imitando a Shakespeare, que la tienda es un escenario, bueno, para el Willy Shakespeare, el mundo era un escenario, pero la idea es la misma).


Estas chicas, por sus actitudes ante el trabajo de mostrador, caen en una de las dos categorías en que divide el mundo un amigo, filósofo o sociólogo de barrio, él. En su concepción del mundo femenino, las mujeres son Susanitas o Mafaldas. Toma, por supuesto, de Quino sus modelos paradigmáticos. Puede que su concepción sea reduccionista, machista y hasta misógina, aunque, si la tomamos solo como un entretenimiento, y no como ninguna verdad revelada, algo de razón hallaremos en ella. Entonces Therese y Eilis, por emprendedoras y cuestionadoras serían Mafaldas, en tanto que Lili, por sus sueños de casarse y ser muy femenina, sería una Susanita. Las Mafaldas son rebeldes, reformistas, en cambio las Susanitas son conservadoras. En nuestro ejemplo, Therese y Eilis exploran salidas no convencionales a sus necesidades. Lili, por ser una pionera del transgénero, es una Mafalda, pero por su ideal de mujer tradicional, es una Susanita.


Como en la vida real, las chicas del mostrador del cine son pulcras, acicaladas, donosas y de lo más arregladas. Tan elegantes como el entorno que las contiene. Glamur, bah. O cosificación capitalista, porque el glamur es de derecha.


Está bien, está bien, el glamur será de derecha, pero de tan hermoso, es ineludible como el atardecer.

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