miércoles, 19 de septiembre de 2012

El Sondheim que amo 8 - Obertura




Cuando uno va a ver (y oír, claro) un espectáculo musical por primera vez y tiene obertura, es una piedra de toque. La obertura es como un popurrí de lo que se supone la partitura tiene de mejor para ofrecer. Y si no nos gusta, sabemos que estamos en problemas y que tendremos que padecer el resto de la velada. Nos queda también consolarnos con que ninguna obertura es exhaustiva y que quizá quedaron fuera de la misma los temas que pueden llegar a gustarnos. Pero, si como en este caso, quisiéramos que la orquesta la tocara otra vez, nuestra alma se ensancha, el cerebro se avalancha de endorfina y algo parecido a la felicidad nos ata a la butaca. Puede que después bailen mal y canten peor. No importa, siempre podremos cerrar los ojos y dejar que la música nos envuelva…
Ah, es la obertura de Follies. (Nótese la alegría del director. El hombre está a punto de tirar la batuta y ponerse a bailar en la lluvia como Gene Kelly)

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