martes, 22 de mayo de 2012

Children will listen





La representación teatral es un arte efímero. Chocolate por la noticia. Ninguna función es igual a otra. Chocolate por la noticia, bis. Se ensaya para cimentar el trabajo actoral y mantenerlo más o menos incólume a las contingencias cotidianas.

Cuenta la inmensa Maggie Smith que años atrás hacía una obra en Los Ángeles. Sus hijos, pequeños por entonces, pasaban las vacaciones con ella. Una tarde volvían a casa después de una función. Manejaba la niñera, Maggie iba a su lado y los chicos, sentados atrás. Toby, de cinco años, le preguntó a su hermano: ¿Qué le pasa a mamá? Y Chris, de siete, le contestó: Nada, es una matinée, a la noche le saldrá mejor. Maggie se quedó de una pieza y dijo para sí: Dios mío, se dan cuenta.

Y sí, querida Maggie, por ser hijos de actores y haberse criado en teatros y sets, a esa corta edad sabían más de interpretación que Stanislavsky en toda su vida.

Conclusión: Un padre puede venderle zaraza a toda la humanidad, menos a un hijo perspicaz.

Fue otro capítulo de Zen al paso
(En las fotos, Maggie, su esposo por entonces y padre de sus hijos, el actor Robert Stephens y los niños, Chris y Toby)

No hay comentarios:

Publicar un comentario